Veinte años atrás. Mansión de Pippa Wallas… —¡Antonio, ¿enserio quieres pasar el día con tu abuela Pippa? ¿Por qué… no juegas con Alexander y Jesse? van a ir a jugar polo, deberías ir. Así… conoces a más niños! El pequeño Antonio, de ocho años, siempre fue muy serio y decidido, así que aquella vez, sostenía su pequeño bolso frente a la imponente mansión de su abuela Pippa. Con seriedad en su voz, se dirigió a su madre y le contestó: —¡No me agrada Jesse, es raro mamá. Y Alexander le gusta subirle las faldas a las niñas allá en el campo de polo y eso no me agrada. Además, los caballos me dan miedo. Prefiero quedarme con la abuela Pippa mientras ustedes se van. Vénganme a buscar en la tarde! —¿Hijo no te aburres aquí?—preguntó Henry su padre. —No, papá, me gusta. Vengan en la tarde. Ro

