🔥Invitación infernal🔥

3708 Palabras
Caigo al piso lastimándome las rodillas, mis manos cayeron sobre un charco de agua sucia, el mismo que empapó todo mi rostro dejándome toda mugre. — ¡Eres una loquita! — me insulta el mismo agresor que me empujó. — No soy ninguna loca , él si existe — digo defendiéndome mientras mis lágrimas se camuflan con el lodo en mis mejillas. — Miren chicos, la niña loquita tiene un amigo invisible — las miradas de todos cayeron sobre mí, algunos se reían otros solo eran espectadores sin mover ni un dedo— si tu amiguito imaginario es de verdad, ¿Por qué no te salva de esto? El niño patea el agua provocando que caiga dentro de mis ojos. Carcajadas y burlas empiezan a punzar mi cabeza. — ¡NIÑOS!— el grito de aquella mujer se escuchó en segundo plano para mi. Pasos apresurados y regaños que tal vez para mi no tuvieron sentido. Mi mente no prestaba atención a mas nada que no fuese esa pregunta. ¿Por qué? ¿por qué me había tocado vivir esta vida a mí? ¿no bastaba ya, con que mi madre no me fuese querido y me hubiese abandonado aquí? ¿por qué no podían ver a Dilan? ¿acaso en verdad soy una loquita después de todo? No sé en que momento pase de estar en el patio del orfanato a estar en la oficina de la madre redentora, ya una toalla calientita cubría mis hombros y una taza de chocolate caliente descansaba entre mis palmas. — ¿Me podrías explicar porque agrediste a la señorita Boule? — la pregunta era para el niño que hasta ahora no sabia que estaba sentado a mi lado. — Madre redentora, lo que pasa es que Boule se la pasa asustando a todos con mentiras de que ve a un tal Dilan y no existe. — ¡Si existe! — me apresuro a defenderme. — ¡Claro que no existe! ¡yo nunca lo he visto! — el niño vuelve a excusarse. — ¿Señorita Boule, es cierto lo que dice el caballero presente? — habla la señora de hábito detrás del escritorio. — No madre redentora, Yo no asusto a nadie, yo solamente hablo con Dilan y juego con él. — ¡Pero Dilan no existe niña! Nadie lo ha visto — la actitud impecable de la madre se manchó por un momento. — ¡Viste que no existe! — el niño me mofa. ¿En verdad estoy loca? ¿Ellas tampoco lo ven? Ellos tienen la razón… yo estoy equivocada… tal vez si me merecía ese empujón para regresar a la realidad… es cierto, sí lo necesitaba… Jalan mi vestido desde mi derecha y luego sus manos tocan las mías, están frías. — No es cierto— la voz de Dilan me hace reaccionar, puedo verlo claramente a mi lado , tomando mi mano , puedo sentirla — Tu no mereces esto… — Claro que sí, esta justo a mi lado ahora — le digo levantándome de mi asiento. — Señorita Boule, a su lado no hay nadie — la madre redentora sentencia. Dilan aprieta sus dedos entre los míos, se sienten viscosos, dirijo mi mirada y veo nuestras manos ensangrentadas pero por algún motivo no me da asco, ni me altero Dilan siempre me llena de calma. — Él esta a mi lado y si ustedes no lo ven es su problema — le digo sin pensar. — ¡BASTA! No aguantare tales actitudes y mentiras, estás castigada sin comida por 2 días— ordena la madre. — ¡No! Madre redentora, ella no quiso decir eso…— la voz que me defendió provino de un rincón detrás de mi — Boule solo está cansada, no fue su intención faltarle al respeto. Era mi única amiga, una monja de hermosos ojos azules, la única que estaba para mi cuando lo necesitaba. — ¡Cállate! O quieres compartir el mismo castigo que la mocosa mentirosa — le refuta la madre redentora. — Mil perdones, no quiero ser grosera, solo que no veo justa la sentencia contra la niña — vuelve a defenderme. — ¿Me estás diciendo que no soy justa? — No madre redentora, solo quiero que reconsidere su penitencia — la chica camina hasta mi, posándose a mi lado, justo del lado contrario a Dilan. — ¿Y que propone usted? Si es tan servicial y recta — le pregunta la madre redentora. — Que tal si solo le da dos días, castigada en su recámara y yo estoy dispuesta a donar mi alimento para la niña , además Boule promete no volver a mencionar a su amigo imaginario ¿verdad? — los ojos de la monja buscan los míos y entiendo la súplica en sus iris para que le siga la corriente. —¿Usted está dispuesta a dejar de comer para que esta mentirosa llene sus tripas? — la madre redentora pregunta graciosa. — Si— responde seria y convencida. — Pues hágase como usted quiera — la madre hace un ademan con la mano para que salgamos — pero llévatela de mi vista justo ahora y más le vale no volver a oír nada sobre gente invisible. La señorita me toma de la mano y entre pasillos y escaleras terminamos en mi cuarto las dos solas, sentadas sobre mi dura cama. — ¿Y ese tal Dilan? ¿es divertido?— ella decide romper el hielo. — No era necesario lo que hizo señorita. — Tu tranquila Boule, a veces a las personas hay que dejarlas ganar o al menos que piensen que lo hicieron, obvio no nos moriremos de hambre ninguna, siempre queda comida en la cocina y si no, existen los delivery— la señorita me sonríe cálidamente — pero no me has dicho sobre ese amigo tuyo. — Si es divertido, a veces es un poco distante pero me entretiene cuando estoy aburrida, siempre me cuenta historias fantásticas— Dilan aparece junto a la puerta y me muestra sus pulgares arriba — ¿usted me cree? — Mira Boule, en la vida no todos somos iguales, todos somos hijos de dios pero estamos hechos con polvos muy diferentes — dice levantándose — no debe importarte lo que digan lo demás, tu eres única, pero a veces nuestra felicidad debemos resguardarla como un valioso tesoro porque hay muchos envidiosos que quieren dañarla o arrebatártela. La señorita camina hasta la ventana y abre las cortinas revelando el cielo azul. — Pero… — No con esto quiero decir que ocultes quien eres, solo no le muestres tu felicidad a las personas equivocadas. La señorita se da media vuelta para salir de la habitación y es cuando noto algo que nunca le había puesto atención, a sus talones estaban sujetas unas cadenas oscuras, al parecer muy pesadas, las cuales la llevaban tres sombras oscuras, sin rostro aparente que al parecer siempre iban con ella, a sus espaldas cuidando ¿qué? †††††††††††††††††††† El helado hierro de las cadenas en mis muñecas me llevo a ese recuerdo vago de mi existencia. Esa ingenua niña que fui una vez, no podía entender nada a su alrededor, tuve que crecer para aprender las verdades de la vida. Como ella… la única mujer que me cuidó en ese apestoso lugar, ella le entrego su vida y su virginidad a “Él”, fue devota , amorosa, pura y fiel pero la pobre solo desperdició el tedioso tiempo que te otorgan para vivir. Su alma está en el infierno tristemente y no por su culpa. “Puedes forjar tu propio destino” … patrañas, mentira estúpida, desde que naces tu nombre ya ha recibido una invitación honorable al cielo o al infierno, no importa que tan bueno seas estando vivo, si ya estas en la lista de invitados de las llamas, no hay nada que lo cambie. Algo muy triste para el montón de religiosos hipócritas que existen, ninguno está con él de todo corazón, los une la falsa promesa de la salvación eterna. Si supieran la verdad, miles de ellos en minutos abandonarían sus templos, pero siguen siendo ciegos como ovejas con un pastor descuidado. Si yo fuese Aita moriría de la risa, cada que lleve un alma de un fiel devoto al infierno y vea su cara de incomprensión. Un sonido de cadenas me hace voltear mi mirada, perdí la noción de cuanto tiempo duré viendo el suelo. Mis ojos se abren como platos a ver de quien se trata, es Adirael esta encadenado a la pared con los brazos extendidos hacia arriba y sin nada, nada de ropa. Su cuerpo estaba sudado, el líquido se resbala por su abdomen perfecto, mis ojos por inercia siguen el camino de una gota lujuriosa que resbala desde su cuello, cruzando las cúspide de su pecho, haciéndose paso por las marcas de su abdomen y tomando la osadía de llegar ahí, al notable m*****o dormido entre sus piernas, su valentía de llegar al prepucio y dejarse caer al vacío estrellándose contra el piso. —Señorita Boule mire mis ojos — la voz del demonio hace que vuelva a su rostro cansado. — Hasta que decidiste despertar dormilón — le digo evitando mi tontería anterior. — Eso podría decirle yo a usted señorita, yo me he despertado varias veces estos días, usted es la que ha permanecido dormida — trata de moverse pero las cadenas lo impiden. — ¿DÍAS? ¿cómo que días? ¿dónde diablos estamos Adirael? — Por el olor a casa y bueno las visitas recientes, estamos en el infierno Señorita. — ¡¿Qué mierda?! No me digas que mi padre nos capturó, ese bastardo hijo de puta… — No, no fue el señor Lucifer — Adirael ve con preocupación un moretón en su pecho, pero eso no es un golpe porque ya fuese curado de su cuerpo. Intento levantarme del suelo, lo logro apenas, la punzada en mi pantorrilla me hace ver la venda que hasta ahora no había notado. ¿Qué me pasó? Un flashback de la pelea con Dominik llega a mi mente, ciertamente una bala me alcanzó. ¿Pero quien me ha atendido? Si Adirael esta en peor situación, no puede despegarse de la pared. —¿Entonces quién? — le refutó molesta, aunque no es su culpa. — No lo sé señorita…— su palabras quedaron a medias como si estuviera decepcionado o triste. — ¿Y porque no has buscado liberarte para sacarnos de aquí? Son solo cadenas, solo vuélvete un montón de insectos como esa vez y listo. — Si aún estamos aquí, es porque no puedo ¿no crees? O piensas que me gusta verte ahí encadenada o que esos imbéciles me pusieran sus asquerosas manos encima — su palabras suenan quebradas — Son cadenas divinas, especialmente hechas para apresar demonios. — Pero estamos en el infierno ¿no? ¿cómo tienen algo bendito aquí? — después de hablar me doy cuenta de lo estúpida de mi pregunta. — Los ángeles no son un pan de dios como todos los humanos creen, hay algunos que contrabandean armas celestiales con demonios a cambio de favores o pactos — Adirael responde como a todas mis dudas. — ¿Qué podría querer un Ángel de un…? — ¡Ooh! Despertó la princesa del pecado — me interrumpe una masa negra que habla, que se abrió paso por una puerta que no había notado — ah y su demonio de pacotilla también. — A quien llamas demonio de pacotilla, porquería deforme sin cuerpo — los ojos rojos de Adirael arden en fuego — ¡¿por qué no me sueltas y vemos quien es la basura?! — Princesa puede calmar a su perro faldero o tal vez él chico malo solo quiera volver a tener algo en el culo — dice pícaro y desafiante el demonio sin cuerpo. — ¡No querrás saber de que soy capaz! ¡marica cobarde! Solo hazle un rasguño al imbécil ese y te juro que te asesinare con mis propias manos — clavo mis uñas al suelo al escupir cada palabra. —¡Auch! ¡qué susto! — el sarcasmo en sus palabras quisiera hacérselo tragar. — No señorita, no se rebaje a la altura de este engendro. — Creo que ella está más abajo justo ahora — se ríe estrepitosamente. — Deja de jugar al payaso y dime ¿quién está detrás de esto? Cual es el demonio que tendrá el placer de ser asesinado por mí. — Esos ojos ardientes tuyos son muy excitantes perro — el demonio me ignora totalmente y haciendo caso omiso a mi advertencia, camina hasta Adirael, en el trayecto fue tomando forma humana y cuando sus manos de uñas rojas tocan el rostro del demonio, siento mi sangre arder en mis venas. — ¡Maldito dije que no te le acercaras! — Malditos estamos todos a kilómetros mi amor, formula bien tus insultos por favor — al verme detallo su rostro prefecto de un joven angelical. — ¡Suéltame imbécil! O la polla falsa esa debajo de tu pantalón te la haré tragar de cena — Adirael le amenaza cambiado su dentadura por una de dientes filosos como los de un lobo hambriento que acecha a su presa. — En tu posición ¡Gilipolla! El que comerá v***a será otro. Adirael intenta vanamente despegarse de la pared. Las manos del demonio pasan a tocar el pecho de Adirael. — ¡Mira puto necesitado! Deja a Adirael en paz y ve por tu maldito jefe ahora — le ordeno tirando de las cadenas. El demonio solo se ríe al verme, desafiante, como si tuviera la guerra ganada, todos sabemos que terminará con la garganta dividida en dos. — ¿Me das permiso de llevarme a tu perro? Tengo unos planes especiales con él, no te preocupes le daré un trato único — el demonio pasa sus dedos por la comisura de los labios de Adirael. Adirael actúa rápido y muerde los dedos del maldito engendro. — ¡GILIPOLLAS BASTARDO! ¡SUÉLTAME! ¡AAAGH!— grita del dolor , los dientes de Adirael desgarran la piel del demonio destrozando sus tendones y terminando por separar sus falanges del resto de su mano, arrancándole así los tres dedos finales. La cara de Adirael queda manchada de sangre, el carmesí reluce ante sus pupilas dilatadas. Escupe los dedos al piso y se ríe por lo bajo. — ¡Bastardo! ¿Crees que eres alguien para tratarme así? — el demonio sujeta su mano junto a su pecho para parar el sangrado. — ¡Te lo mereces puto! — le digo riéndome. El demonio se esfuma en una nube negra y aparece frente a mi nuevamente, la patada en mi mejilla no se hizo esperar, mandándome de nuevo al suelo. — ¡Tú te callas hija bastarda! — el demonio se jacta de poder verme tirada en el suelo. — Maldito te arrepentirás de haber puesto tus manos…— Adirael se enfurece pero el demonio vuelve a esfumarse y aparece para clavarle las uñas en toda la yugular a Adirael. El líquido rojo empieza a salpicar todo, dejando el cabello de oro del demonio sucio y pegajoso. — ¡Ninguno de ustedes está en la posición de estar exigiendo nada! — el demonio clava más sus uñas en Adirael provocando que este grite de dolor — mientras estén aquí tú eres un perro… — puedo oír como sus uñas atraviesan los músculos y llegan a la tráquea , haciendo que Adirael deje de emitir sonido alguno — y tú solo eres una equivocación que no debió pasar. — Y tú estás frustrado por qué no eres nadie en todo el puto infierno, solo eres un lacayo queriendo lucirse — le digo riéndome — Soy una puta bastarda, lo sé, pero esta puta esta muy por encima de ti y a ese que quieres degollar es lo más parecido a un amigo que he tenido, así que desgarra todos sus músculos si quieres, igual ese imbécil sanara pero tú, tu estás en mi lista principal de muertes por diversión y tenlo por seguro , que ni porque te escondas entre las bolas del mismísimo cerbero te salvaras de mí. — No me amenaces princesa que no todos los demonios le tenemos miedo a tu padre, puedo hacerme de tu vida si quisiera — la cara del demonio pasa a un rostro desgarrado, la piel cuelga de sus mejillas y sus ojos totalmente negros cuan abismo, sangre negra y hedionda brota de los agujeros en su rostro — solo se salvan que mi jefe los quiere ver vivos— su voz se vuelve grave como si un trueno se refugiara en su garganta. El demonio saca sus dedos de la garganta de Adirael y los entierra en su abdomen. —¡Aaaah! ¡Maldito! — Adirael se queja lanzando alaridos de dolor. La sangre cubre ya gran parte del suelo y el demonio termina metiendo su mano completa entre los intestinos de Adirael. — A veces lo mejor entre la basura se encuentra escondido muy dentro pero muy dentro. — Ya verás que haré contigo lo… —¡NO TE TENGO MIEDO BASTARDA! — grita en un alarido que seguramente fuese desgarrado las cuerdas vocales de cualquiera. — Pero a mi tal vez me temas, claro es solo una suposición — la voz calmada y carismática me hace volver mi mirada al otro lado de la habitación. Lo primero que reconocí fue ese cabello rojizo que llegaba a sus caderas anchas. ¡Mierda! Ella es quien nos tiene encerrados aquí, maldita puta , sabía que debía cuidarme de ella desde ese día, no era de fiarse y aún así me confíe. Soy una estúpida. — ¿Quién sos tú? — pregunta el demonio viendo a la mujer avanzar hacia él. — No sé, creo que tal vez puedas decirme, solo por respeto ¿qué estás haciendo con ellos? ¿No sé conocen? ¿Pero si no es ella, entonces quién? — Yo no le debo respuesta a una cualquiera — el demonio saca dolorosamente su mano de Adirael. — Quieres hacerte pasar por un demonio de rango y eres incapaz de reconocer a quien tienes al frente — logra decir Adirael en una risa forzada y muy dolorosa. — Calla Adirael quiero hablar con nuestro amigo, su osadía me ha dejado iluminada, es un placer tan grato para mí estar ante una presencia tan audaz como la de él— la mujer baja en cuclillas y con su dedo anular toca la sangre en el suelo para luego llevarla a su boca. En un gesto tan común y familiar. — Deja los halagos zorra y dime ¿quién eres? O saldrás de aquí con tus pechos cortados en cuadritos. — En verdad eres ciego mi pobre rufián y aún así te crees duro de matar, quisiera decir que tú alma es una pobre desdichada pero entre los lares del mundo solo eres una mancha y... — ¡DEJA DE RIMAR ZORRA! — su voz demoníaca vuelve a hacer estruendo. — ¡A MI NADIE ME ALZA LA VOZ, NI EL IMBÉCIL DE LUCIFER HACE TAL OFENSA! — si la voz demoníaca del imbécil causa estruendo, el sonido de Lucebeb es como una legión de demonios gritando al unísono. La figura de la mujer se consumió en una llamarada intensa dando paso a un ser infernal de tres metros, con cabeza similar a la de una mosca, cuernos negros de cabra y un cuerpo con pelos similares a púas, se mantiene con sus dos patas traseras y con las dos delanteras se da soporte. — Se lo buscó...— dice Adirael en un impulso casi inaudible. La sangre de su cuerpo no se ha detenido del todo. — ¡Oh mierda! Señor Belcebú era usted— dice el demonio volviendo a la apariencia juvenil de hace un rato— Lo siento mucho en verdad, no tenía idea de que... — ¡NO VENGAS A PEDIR PERDÓN DIMINUTA MOSCA! — el ser mueve sus alas provocando una corriente de aire tan potente que corta la piel del demonio haciéndolo doblarse por los cortes en su cuerpo. Así es como luce uno de los príncipes del infierno, imponente, maligno y horriblemente asqueroso. Pero no cabe duda que con todo ese poder tenga legiones de demonios bajo sus órdenes. — Señor, lo...lo siento mucho en verdad, no volverá a pasar — el demonio se tumba al suelo a clamar de rodillas por su vida. Tan patético. Una llamarada ardiente se extendió por todo el cuarto pero esta no quemaba y luego Belcebú había vuelto a su forma femenina. — Ok escoria, tu amo tendrá una seria charla conmigo pero ahora desátalos— ordena Lucebeb serena pero vivaz. — No... No puedo hacer eso señor, si lo hago mi amo... — Me cago en la opinión de ese imbécil, desátalos o quieres conocer tu mismo por qué el mismísimo Lucifer me tiene respeto — sentencia la mujer volviendo sus ojos una flama de odio. El demonio se levantó apresuradamente y corrió hasta Adirael, liberándolo de las tortuosas cadenas y luego camina hasta mi. Yo ya me encuentro de pie, el demonio se agacha para liberar mis tobillos y al subir se detiene en mi oreja. — No te confíes Bastarda, tu biblia está mal escrita y pronto serás tu misma la que nos busque a nosotros — sus palabras fueron cruelmente ardiente en mi lóbulo. ¿A qué se refiere con eso? — Mira estupi... — Gracias mosca — las palabras de Lucebeb vinieron seguidas de un chasquido de dedos y toda la realidad se desvaneció en el aire. Mi cabeza dio vueltas provocando que mi cuerpo se tambaleara. Por el movimiento brusco pise mal y el dolor en la pierna no se hizo esperar. Mis sentidos se atrofiaron por un segundo pero uno se quedo conmigo para distinguir esa olor a incienso y rosas que tanto detesto y es el peor sitio para estar. Las cosas no se podrían poner peores.
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