GABRIEL Manos entrelazadas detrás de la espalda, recorría el pasillo de un lado a otro. Esto era una estupidez. Debería volver al trabajo. Ni siquiera necesitaba la ayuda de Tessa con el caso. Mentiroso. La vocecita en mi cabeza sabía la verdad. Estaba ocupado con otros casos, y ahora Tessa estaba involucrada en el juicio con Francisco. No solo necesitaba la ayuda de Tessa en el caso Bennedetti, la necesitaba en mi vida. No. No la necesitaba. La deseaba. Nunca había necesitado a nadie, y nunca lo haría. Miré mi reloj. Casi las once. Tessa todavía no había llegado al trabajo. Tampoco había venido la tarde anterior, después del fiasco en mi casa. Cien veces estuve a punto de llamarla, pero siempre me detuve. Jamás habíamos hablado fuera del trabajo. Aunque quisiera saber de mí, no

