GABRIEL
La puerta de la sala de descanso se abrió y casi me disloqué el cuello al mirar por encima del hombro.
Al ver a las dos asistentes legales, el estómago se me hundió.
No era Tessa. Nunca era Tessa.
¿No debería haber llegado ya? Había revisado su horario del día. Su única clase de la mañana había terminado hacía rato.
—Buenos días —levanté mi taza de café hacia las mujeres.
—Buenos días —Claire miró a Justine y ambas intercambiaron una mirada cómplice.
¿Qué estaba pasando aquí? ¿Era solo cosa mía, o todo el mundo me había estado mirando raro toda la mañana?
Me froté la cara y añadí más café a mi taza. Probablemente era solo yo. La noche había sido dura. Tras la partida de Tessa, me había sentido inquieto. Ni un buen entrenamiento ni un trago fuerte habían servido de nada.
Y
