Patricia —Perdóname si esta es una pregunta estúpida, pero… —No existen preguntas estúpidas en la vida. Los ojos azules de Wesley eran penetrantes, y su sonrisa curvaba los bordes de sus labios. Lo hacía parecer aún más encantador. Se pasó los dedos por el cabello color chocolate oscuro mientras levantaba la vista de sus apuntes. —Menos mal para mí.—Mi risa fue más nerviosa de lo que me hubiera gustado. Junté las manos y respiré hondo.—Nunca he sido la musa de alguien antes, así que no estoy muy segura de qué implica. —Es sencillo, en realidad.—Wesley apoyó las palmas sobre la superficie de su escritorio y se impulsó un poco más cerca de su computadora.—Vas a bailar para mí mientras trabajo. Lo miré fijamente y parpadeé. Empezaba a darme cuenta de que Wesley estaba acostumbrado a con

