Patricia
Dylana merecía una despedida final. Ya sabía que me iba, así que no sería una sorpresa. Por más duro que fuera separarnos, ese había sido el plan desde el principio.
¿Qué más podía hacer? Wesley claramente no me quería en su vida, ni en la de Dylana.
Me llevé las manos al vientre. Una lágrima rodó por mi mejilla y mi voz se quebró.
—Amo tanto a este bebé. Haré todo lo que esté en mi poder para cuidarlo y que se sienta querido y protegido. Jamás daré por sentado este embarazo, esté o no Wesley en la foto.
—Bien por ti, cariño —dijo Cristy con voz suave.
—¿Preferiría que las cosas fueran diferentes y tener su apoyo? Por supuesto —dije en voz alta—. Pero no puedo dejar que eso entorpezca mi única oportunidad de ser madre.
—Estoy de acuerdo —asintió April, terminándose su copa
