Guardando los platos y tazas que había lavado tras desayunar con su hermana, Tristán simplemente no podría detener el pequeño silbido alegre que escapaban de sus labios mientras se desplazaba por su pequeña cocina. Cuando Tezza le había preguntado tras sentarse a desayunar juntos ante su contagiosa felicidad palpable, Tristán le aseguró que se debía a que su pie ya estaba completamente recuperado y porque había vuelto a trabajar. Y como su hermana sabía de su deseo por volver al restaurante, por supuesto que aceptó sus palabras y no preguntó más al respecto. Pero en realidad, sí había otra razón por la cual se encontraba tan feliz últimamente, y se trataba solamente por un hombre, Santos. No sabía realmente qué había ocurrido con el alfa, pero luego de aquella noche, hacía cinco días d

