Me encontraba un poco mejor cuándo pasaron por nuestro lado dos jóvenes, uno de ellos alto y de cabello rubio y el otro moreno, en compañía de una minifaldera chica de cabello rizado y gesto serio. Aunque nos miraron y nos saludaron, siguieron su camino hacía el ascensor pero, al llegar a él, se dieron la vuelta y hablándonos en inglés, los varones se arrodillaron junto a mí y se interesaron por saber lo que me pasaba mientras la muchacha intentaba explicar a mis compañeros que eran médicos y que estaban asistiendo a un congreso. La chica, abierta de piernas, permaneció de pie mientras los varones me hacían un supuesto primer examen durante el cual uno de ellos no dudó en acariciarme el “bosque” pélvico antes de introducir su mano por mi mojada braga para, descaradamente, sobarme la raja v

