—¿Ethan? —pregunté mientras bajaba trotando las escaleras, la madera que estaría fría bajo mis dedos, pero por suerte para mí robé algunos calcetines de Ethan por el camino; lo que le volvía loco, parte de la razón por la que me encantaba hacerlo. Se reunió conmigo en las escaleras con ojos cansados y señaló con la cabeza la sala de estar delantera. —Jake está aquí. —Necesito más café —suspiré. —¿Ésos son mis calcetines?— Mordí una sonrisa mientras me dirigía a la cafetera. De repente estaba detrás de mí, tirando de mí hacia el pecho y pellizcándome el hombro. —Cariño, ¿son esos mis calcetines? —Son más cómodos que los míos,—me quejé. Dejó escapar un suspiro cansado contra mi hombro antes de besarlo. —¿Evan está despierto? Sacudí la cabeza. —No, deberíamos despertarle. —Ya, ya lo ha

