—Mhmm. Habría sido Maverick si fuera un niño, pero terminé siendo Cristine. Mi papá solía llamarme Cristine como apodo, y Levi también—.
—¿Estás bien?— Evan susurró en un enlace para que sólo nosotros dos lo oyéramos.
Mi lobo dejó escapar un gemido silencioso. —Duele. No pensé que dolería tanto—.
—Déjalo, ve si te ayuda. Vamos, mira si puedes seguir el ritmo—, bromeó, lo que me hizo sonreír un poco. A mi lobo y a mí siempre nos gustó un buen desafío.
Evan se alejó y mi lobo y yo lo perseguimos con los demás detrás de nosotros. Me recosté y la dejé correr, la dejé tener esta vez. Necesitaba esto, necesitaba salir de la inquietud mezclada con el dolor sordo y palpitante dentro de ella.
Cuanto más corríamos, más la tierra comenzaba a convertirse en un terreno montañoso en forma de pendie
