Suspiré y luego procedí a contarles sobre mi situación con Ethan, en la que Levi gruñó, gruñó y amenazó con matar a Ethan varias veces de maneras que me erizaron la piel. Aunque a mi loba no le importaba, le gustaba que su padre nos cuidara. Él siempre nos cuidaría. Escuché un silbido bajo por teléfono. —Bueno, maldita niña—, dijo Lander. —Qué maldito coño. ¡Quiero decir, mierda! ¿Quién diablos se cree que es ella para hacer a tu compañero un imbécil sin carácter?— —Levi—, advirtió Lander. —No estás ayudando—. —Te ayudaré cuando tenga su pellejo—, refunfuñó. —Aún no ayuda—, añadió Lander. Suspiré cuando el tirón se giró hacia mí. —Bueno, ¿cuáles son tus opciones?— Dijo Levi. —Bueno, como dije, me metí bastante bien con Ethan, así que quiero decir, depende de él...— —Maldito macho a

