—Cálmate, sólo será por una semana más o menos—. Sacó el último bocado y se lo comió, para mi disgusto, luego colocó la cuchara en la caja vacía. —Honestamente, no estoy preocupado por este invierno. Se difundirá el rumor de lo que pasó aquí y ningún idiota en su sano juicio pensará en acercarse aquí o a ti a menos que tenga deseos de morir—.
—¿Pero?— Sabía que había algo más. Sus ojos giraban como una tormenta mientras contemplaba su césped.
—Bueno, primero, el hecho de que no haya rastro es un problema. Sólo espero tener que golpearles el trasero a algunos de nuestra patrulla por ser vagos, en lugar de que sea un problema real—.
—¿Y?— Había más. Sabía que había más, mi lobo sabía que había más. Podíamos sentirlo irradiando desde sus huesos.
—La primavera llegará antes de lo que imagi
