2. 182 Días

933 Palabras
"Nací cuando ella me besó, morí el día que me abandonó, y viví el tiempo que me amó"-(En un lugar solitario) Narrador Omitente Todo ha cambiado en seis meses, la vida de mucha gente ha sido destruida, o eso siente Alex, la joven lleva seis meses encerrada en una celda. Al principio le instalaron en una habitación, pero siempre intentaba escaparse o a****r a alguien por lo que terminaron encerrándola en una celda del sótano de la casa. Estaba vigilada todas las horas del día y no le dejan tener cosas con las que se pudiera hacer daño, parecía que estaba en una prisión, y para ella lo era. No tenía apenas relación con nadie, en ocasiones gritaba y oía alguna risa, pero quitando eso solo recibía visitas de su padre y Nora, a quienes ignoraba rotundamente, a menos que fuera para insultarles. —¡Ah!—grito la joven desesperada. Todos los días se tomaba la libertad de gritar un rato para desahogar su dolor, antes se pasaba el día llorando pero ya sentía que no tenía lagrimas, que su cuerpo estaba sin agua para llorar por lo que desahogaba su dolor con rabia. —No grites—le pidió su padre entrando a la celda, la joven sin dudarlo intento salir corriendo pero su padre la agarró y tiró al suelo. —Quiero salir que aquí—dijo la joven destrozada, Alex se levanto con dolor del suelo de hormigo y se sentó en la pequeña cama que tenía. —Aún no estás lista—dijo él y se sentó en una silla de la sala. —No vas a conseguir lavarme la cabeza—le aviso ella y su padre la miro atentó. —Solo quiero que sepas la verdad—dijo él tranquilo y Alex rió. —Eres un psicópata, que ha secuestrado a su hija para tenerla y manipular a su hijo de que no haga nada—le dijo ella y se levanto—Eres el malo de esta historia—le recordó ella haciendo al hombre negar. —La cosa no va de buenos o malos—le dijo él. —Si, es lo único en la vida que esta claro—le dijo ella sentando se de nuevo, el señor se levanto y se apoyo contra una pared. —Si debes salvar a una o a cinco personas ¿Salvas a cinco porque son más?—preguntó él, y ella asintió—Pero esa persona tiene familia y quizás pueda ser un héroe—dijo él y su hija le miro. —Pero no hay tiempo de decidir—se quejo ella y él la miro. —Ese es el problema, los supuestos buenos toman decisiones sin tiempo y se les mira bien porque se cree que es lo ético, lo moralmente correcto—se quejo él y miro a su hija—Pero nosotros, los supuestos malos, hacemos algo meditado y nadie nos pregunta las razones, simplemente nos castigan—dijo él y ella le miro. —¿Estás diciendo que los malos no son malos?—pregunto ella muy perdida. —No, estoy diciendo que los supuestos malos, no hacen las cosas porque si, hacen cosas por alguna razón que nadie les pregunta—le aclaro él y ella le miro. —¿Y los psicópatas?—pregunto ella y él rió, estaba feliz porque le estaba haciendo plantearse las cosas a su hija. Alex era inteligente, tenía un gran coeficiente intelectual, además tenía una hipersensibilidad extrema que le hacía tomarse las cosas de formas diferente, era muy inteligente a nivel académico, pero era demasiado influenciable en lo relacionado con la vida. —Hay excepciones, como en todo—dijo él y la miro—Alex, hija mía, ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan buenos—dijo él y ella le miro. —Pero el bien y el mal era lo único claro en la vida—se quejo ella, y su padre se sentó a su lado, como impulso ella se alejo haciendo negar a su padre. —En esta vida, nada es claro, ni el bien es perfecto ni el mal cruel—le dijo y ella le miro. —Tú has hecho las cosas mal—se quejo ella, haciendo que su padre la mirara. —No lo niego, aún soy un joven tonto—comento él. Aunque tuviera ya, más de cuarenta años, se veía mucho más viejo, pero aún era joven, lo suficiente joven para no saber cosas de la vida pero lo suficiente maduro para saber cosas que ella aún no entendía. —Pues deberías solucionarlo—le dijo ella y su padre negó. —No voy a dejarte irte, si lo hago te iras con él y me meterán en la cárcel—dijo él levantándose. —Lo harán de todas formas—le grito ella y su padre la miro. —Estás equivocada, mientras te tenga, no me atacarán porque creen que te haré daño—le dijo él y la joven trago saliva. —No me harás daño—dijo ella mientras intentaba mantener la calma. —Tu y yo sabemos eso, ellos no—dijo antes de salir de la celda, Alex se acerco corriendo a la puerta para salir, pero solo se golpe con ella cuando fue cerrada. —Me encontrarán y te matarán—gritó ella furiosa, y escucho a través de la puerta la áspera risa de su padre. —Para eso, deberán encontrarnos antes—dijo dejando solo el ruido de sus pasos alejándose.
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