Cassie
—Hola, Cassie —Bastian me abrazó al tomar asiento, y el camarero dejó un martini sucio sobre la mesa—. Ha pasado mucho tiempo. Te ves genial. ¿Cómo has estado? —Hizo una mueca—. Sí, lo siento. Escuché sobre el incendio. Me refiero, aparte de eso.
Sonreí, sin saber bien a qué responder. Había soltado varias cosas a la vez.
—Estoy bien. Me encanta mi trabajo. Y felicidades por el nuevo contrato. Kian me lo contó todo.
Bastian alzó una ceja y soltó una carcajada.
—¿Ah, sí?
—Cállate, imbécil —interrumpió Kian antes de que pudiera responder, y tuve que reírme, porque me recordó a cuando éramos adolescentes. Los chicos seguían siendo los mismos—. Sí, le conté sobre nuestro éxito —añadió, volviéndose hacia mí con una sonrisa.
Mi corazón dio un vuelco en el pecho.
—Entonces, Cassand
