ARIA Íbamos a mitad de semana cuando decidí que había trabajado lo suficiente para ganarme un almuerzo largo y reunirme con mi mejor amiga, Zoe. Me pidió que la encontrara en el vestíbulo del edificio, que tenía un impresionante bufé y una cafetería. Después de pasar por la fila con nuestras bandejas —con berenjena china picante vegana, salsa Szechuan y fruta— nos sentamos en una de las mesas con un lindo ramito de claveles rosados en el centro. No pude resistirme a acercar el florero a mi nariz mientras me acomodaba en mi asiento. —Hmmm, deteniéndote a oler las rosas y todo —bromeó ella—. Tu tiempo trabajando con el señor “Sexo en traje” en la empresa de tu papá debe ir bastante bien. Se rió de su propio chiste, y no pude evitar sonreír. —No son rosas —me encogí de hombros—. Y no lo

