KEMEROVO, RUSIA.
“Sangre, muerte y sadismo, una triada macabra de filosofía rusa que denotaba la intriga y la radicalidad de la supervivencia del más fuerte. Kemerovo no perdona y es que en la ciudad de la Sem’ya sólo sobrevive aquel que está dispuesto a perder la humanidad, antes que la vida. Todo aquel que vive dentro de sus paredes es porque de una u otra manera ya está muerto, no del cuerpo si no del alma.”
Una noche más.
Solo una noche más.
Valery no era un niño, pero tampoco era un adulto, no tenía más de diecisiete años. Su cabello rubio había sido rapado haciendo que su perfecta cabellera rubia terminará en el suelo y en su olvido, o al menos dudaría durante su estancia allí. Sus ojos estaban al borde del llanto, pero no de miedo, si no de rabia y desesperación Su cuerpo casi temblaba y esos ojos azules cual zafiros estaban más brillantes de lo común con las pupilas dilatadas y con cierto salvajismo contenido.
Había sido una mala noche, una muy mala noche.
Llevaba dos años sobreviviendo en Kemerovo y la noche anterior, le habían intentado asesinar por décima vez, solo que está vez estuvieron a dos centímetros más de lograrlo, le habían cortado un poco el cuello porque la persona que le había intentado degollar fue su compañero de habitación, Sasha. Se suponía que eran amigos, se suponía que ambos iban a sobrevivir hasta el final, pero cuando los denominados novicios se redujeron de número. Había sido una carnicería, cada dia encontraban al menos a uno de ellos muerto y es que ese año era especial, era el año de la “disputa” o como le llamaban en ruso Sorits’ya, un año donde el actual Volk, como era llamado el líder de la Sem’ya, agregaba un nuevo m*****o a su grupo de diez que serían los posibles sucesores cuando tuvieran una edad más tardía.
Los novichki o novicios era todo aquel varón entre catorce y veinte años que entraba al rango más bajo de la Sem’ya rusa, los denominados perros de caza de la Bratva y los principales cuidadores de Yuri Kadyrov, el Gavnny y líder de la organización criminal más poderosa de Rusia. La Sem’ya era la barredora de todos aquellos que se oponían a la voluntad de su Glavnny, con lealtad absoluta y una sed de sangre abominable. Ellos eran los responsables de la muerte de magnates, oligarcas, políticos y en el pasado, uno que otro aspirante a la presidencia del país.
Dentro de la enorme Rusia no existía familia más poderosa que la Kadyrov, pues aunque por fuera el misterioso Yuri Kadyrov fuera un oligarca poderoso con una vida privada bien resguardada, todo el mundo concordaba en una cosa, pensaban que era un asesino, pero nadie se atrevía a decirlo en voz alta, pues eso podría ameritar una visita de la Sem’ya y todo aquel que deseara ser enterrado entero o al menos tener algún resto que ofrecer a su familia para los restos fúnebres, debía cuidar bien la lengua. Aquellos que decían que parte del éxito de Kadyrov era la familia de asesinos que llevaba, tenía razón, pues cada sádico deseo que pasaba por la cabeza de Yuri, terminaba siendo llevada a la realidad por el Volk, su mano izquierda, aquella que cumplia con sus ordenes más sangrientas sin rechistar y con efectividad.
El adolescente que temblaba en Kemerovo de rabia era el hijo del Glavnny, Mikhail Valery Kadyrov, un niño que durante aquellos años en los que su madre, Oksana Kadyrova aún vivía, había gozado del digno trato de un príncipe y del cariño absoluto de su padre, pero que después de la muerte de esta y de la llegada de una nueva mujer a la vida de su padre lo había perdido todo, a pesar de ello y de las decisiones de su padre de enviarlo a Kemerovo, Yuri le hizo una promesa y su hijo confió en él ciegamente.
“Muéstrame que puedes sobrevivir dos años Valery y durante el solsticio de invierno, del segundo año iré por ti y regresaras a casa. Basta de llorar la muerte de tu madre, ella está muerta y no volverá, yo ya lo he aceptado, solo tienes que aceptarlo tú ahora.”
Esas habían sido las palabras de Yuri Kadyrov cuando de la forma más aberrante posible terminó lanzando a su hijo a las garras de la Sem’ya sabiendo que allí, nadie le trataría diferente por ser su hijo y en caso de que no resistiera esos dos años, él tendría que aceptarlo porque así lo dictaban las reglas. Nadie le había obligado a enviarlo, así que debía atenerse a las consecuencias.
La primera noche que entró allí se lo dejaron claro. Era el solsticio de invierno y esa noche tendría que dejar ir su apellido. Allí adentro no era Valery Kadyrov, solo Valery, así…a secas, teniendo el mismo rango de sus hermanos novicios que habían entrado allí en la misma noche que él y a los cuales tarde o temprano tendría que matar.
Esa noche conoció a Sasha, su compañero de habitación, un niño que como muchos, había sido tomado de las duras calles de los barrios más peligrosos de San Petersburgo para ser llevado allí, pues no tenía madres, solo un tío drogadicto al que le importaba poco si moría o no. Aunque al principio fue duro para Valery adaptarse a una nueva persona, poco a poco, terminó confiando en él y ambos aseguraron que por muy peligrosa que fuera la noche, siempre protegerían la espalda y el cuello del otro.
Kemerovo fue una matanza.
Cada noche aparecía un muerto, pues los novicios tenían la libertad de matar a los demás como si se tratara de una purga. La mayoría optaba por asesinar a su compañero de celda, pues no tenían la confianza de dormir.
—Sé que a muchos no les parecerá extraño lo que diré aquí, pero dentro de esta mansión se pelea por la comida y se gana el derecho a la vida. Asesina antes de ser asesinado y haz lo que tengas que hacer para sobrevivir. Todos los días a la diez de la mañana, nuestros hombres se aseguraran de recoger los cadáveres así que asegurense de no ser ustedes quienes terminen en nuestros hornos de cremación—había exclamado Danila Aliev, el actual Volk y líder de la Sem’ya, aquella noche trágica antes de levantar las manos y pronunciar unas últimas palabras que provocaron el temblor en más de uno—. Demuestren que son dignos de vivir y que merecen estar dentro de la Bratva. Yo estuve en su posición una vez así que sobrevivir es posible, solo tienes que tener buen estómago y pensar que estas apuñalando un cordero en vez de a un hombre, aunque sus alaridos no puedan confundirse con los de un animal y el olor de la sangre les provoque náuseas.
Cuanta verdad existía en esas palabras.
Valery tenía en sus manos un cuchillo y miraba con cierta paranoia a todos lados. No había sol, así que no sabía si era de día o de noche, estaban en medio de un crudo invierno y a pesar de estar dentro la calefacción no era tan buena, por lo que el frío aun calaba sus huesos. Estaba con la espalda respaldada sobre su cama y con los ojos clavados a la puerta de metal.
Apretó el cuchillo con fuerza cuando escuchó el rechinido.
—Dobroye utro (Buenos días)—exclamó de forma burlón uno de sus cuidadores quien se detuvo cuando vió sintió que su pie se hundía en algo viscoso—. Parece que hubo diversión aquí anoche, Misha (Forma rusa diminutiva de Mikhail) y Sasha terminó siendo perdedor. ¡Vlad! ¡Ayúdame con esto!
Valery no despegó sus ojos de la puerta, solo vió al otro hombre entrar y quedar pasmado al ver el cadáver que había en medio de la habitación. Sasha tenía ochenta puñaladas, el corazón había sido despicado y su rostro estaba irreconocible.
Uno de los hombres se acuclilló para ver el cadáver.
—Parece que te ensañaste y no saliste ileso.
Sasha le intentó cortar la garganta primero.
El profundo corte en su cuello fue evidente, pero quien lo había propiciado ahora no respiraba, así que ese corte era algo menor. Sasha había pasado la peor parte y es que las palabras de Danila tomaron relevancia cuando escuchó justamente esos alaridos y el aroma asqueroso de la sangre.
Valery vió el cadáver. Era su primera muerte.
—Has perdido sesenta mil rubros, Novel—comentó Vlad.
Su compañero hizo una mueca de enfado.
—Pensé que Nikolay sería el ganador de este grupo, pero parece que Misha sacó a relucir la sorpresa. Ahora eres el número uno, muchacho, así que serás parte de la disputa este año, haz corrido con suerte.
El número uno.
Eso quería decir que era el último con vida de su grupo de veinte, pues cada vez que alguien moría, se recorría el número, por ejemplo, la noche anterior, era el cinco, lo que quería decir que en las últimas doce horas, habían muerto cuatro. Allí lo comprendió. Sasha intentó asesinarlo porque se enteró que Nikolay, el favorito entre los cuidadores, asesinó a los otros dos, pero había sido herido fatalmente por su última víctima y eso dejaba solo a dos sobrevivientes, Valery y él. El miedo a la muerte le respiró en la nuca, así que esa fue la razón por la cual terminó por intentar siendo quien sobreviviera la noche pasando por alto la promesa que alguna vez hicieron.
Valery sintió que lo traicionó, como su padre.
—Mirate, maldita sea, apestas a sangre. Tienes que darte un baño, parece que tienes visitas—informó uno de ellos tomándolo del brazo y obligándolo a pararse. Le quitaron el cuchillo que apretaba con firmeza y se negaba a soltar.—Para, ya está, ya está, te tocó un mal año, ahora podrías irte un escalafón arriba pero aún tienes que jugarte la vida en la “disputa”. Sé que sonará cansado, pero me agradas y quiero que subas allí. Si matas a los otros diez durante la cacería, tendrás la oportunidad de subir donde está el Volk.
—Si logras formar parte del círculo y hacerle lo mismo que a este pobre infeliz—prosiguió el otro tocando con su pie el cadáver de Sasha—, podrás ocupar su lugar. Como novicio peleas por sobrevivir, esto es un puto filtro, pero si sobrevives a la caceria, pelearas por poder y estatus.
Valery no hablaba.
Sasha era el único que había escuchado su voz desde que llegó, pero sus ojos azules transmitían demasiado. No quería ser el Volk, quería ir a casa, quería regresar a Moscú. Su padre tenía que ir por él esa noche como prometió, por eso había asesinado a su amigo, no le culpaba por haber intentado matarlo, pues entre ambos, Sasha siempre fue el miedoso, sin embargo, lo asesinó porque tenía la esperanza de que su padre le sacara, de no tenerlo, hubiera dejado que su amigo le asesinara.
No iba a participar en la disputa.
Los hombres lo sacaron de la habitación después de esas palabras que fueron un consejo, pues aunque se les había pedido que olvidaran quién era, nadie de rango inferior allí, olvidaba que era un Kadyrov y por regla, el sucesor del Glavnny. Terminó bañándose con agua helada y viendo como el suelo se tornaba rojizo debido a la sangre seca que escurría de su cuerpo y se lavaba poco a poco.
Puso su mano sobre la pared de concreto y cerró sus ojos.
—No importa que pase Misha, yo sé que no me matarás, me hiciste una promesa, además, dudo que quedemos vivos solo los dos. Preferiría que me asesinara Nikolai o Yegor.
Las palabras de su amigo resonaron en su cabeza.
Valery terminó en el suelo, con el rostro entre sus piernas, mientras contenía el nudo en su garganta y veía sus manos rojizas. Quiso cortarse los dedos. No había tenido opción y odiaba a su padre por ello, pero quería regresar a casa y estar donde tenía tan buenos recuerdos de su madre.
Tardó mucho tiempo allí, pero el sonido de la puerta le indicó que le estaban esperando. Allí, helado por el agua, pensó que esa sería la última vez, su padre iría por él y lo llevaría a casa, como le prometió. Se vistió tan rápido como pudo y cuando llegó a una habitación en los pisos superiores de la mansión, encontró a un hombre inesperado.
Su abuelo estaba allí.
—Solo tiene diez minutos, Sovetnik (Mano derecha del Glavnny)—informó uno de los hombres y el anciano asintió. Se acercó a su nieto que no había visto en dos años y sonrió al ver a su difunta hija reflejado en él.
—Mikhail.
—¿Dónde está mi padre? ¿Vienes por mí?
Kliment sintió un hueco en el estómago. No venía por él, más bien traía noticias trágicas. Intentó ver a su nieto un día después de enterarse que había terminado en Kemerovo. Oksana no quería que terminará allí y pensó que había logrado convencer a Yuri por la memoría de su hija de no enviar a su hijo a ese nido de bestias, pero fue imposible, especialmente después de lo que pasó.
—No, Valery.
—Yo no lo hice abuelo, mi padre no me creyó ¿Cuánto tiempo más piensa alargar mi castigo? Por eso me mandó aquí, porque esa mujer le mintió y le dijo que yo lancé a Vitaly a la piscina. No fue así, pero hubiera deseado haberlo hecho.
Kliment notó el odio en sus ojos.
Esa fue la razón.
Valery tenía un pequeño medio hermano que ahora tenía tres años y medio de nombre Vitaly, un hijo que le había dado su nueva esposa, Tasya Smirnova y el nuevo mundo de su padre. La mujer era odiosa, como toda madrastra podría ser. Recordaba que cuando se enteró que estaba embarazada organizó una enorme fiesta y sin pudor alguno, se inclinó para decirle que venía su “reemplazo”.
Su padre no le creyó cuando se lo contó y aseguró que solo eran celos de hermano porque siempre había crecido como el primogénito y él único.
El niño nació y con el paso del tiempo esa mujer supo encontrar la forma de cómo hacer que Vitaly se convirtiera en todo para Yuri, manchó su imagen, le acusó de cosas que no hacía y cruzó la línea cuando en uno de sus descuidos dejó a su hijo de no más de un año y medio, jugando en la orilla de la piscina y se levantó para responder su teléfono que sonaba dentro. Vitaly había gateado hacía la piscina y cayó al agua bajó la atenta mirada de su hermano que se encontraba en el jardín, pero quien no se movió, solo lo vió hundirse con una ligera sonrisa en sus labios.
Si había pecado de algo, fue de omisión no de obra.
Kliment confiaba en su versión porque no confiaba en la “golfa” como le llamaban algunos miembros cercanos al Glavnny a su nueva mujer, pues no podían llamarla esposa, porque no lo era. Hombres cercanos a Kliment atesoraban la memoría de su hija, Oksana, como la única Kadyrova de la Bratva y repudiaron el acto de Yuri de enviarlo a la Sem’ya de la noche a la mañana.
El anciano no sabía cómo decirlo.
—Tu padre, no vendrá por ti.
—Hoy es el día setecientos treinta desde que estoy aquí, me prometió que vendría, abuelo, me lo dijo. Me dijo que si sobrevivía dos años, me sacaría de aquí, ni un día más. Hoy maté a mi mejor amigo, por mi derecho a vivir.
—Borra eso de tu cabeza. Dentro de estas paredes nadie es tu amigo, nadie—aseguró el hombre poniendo sus manos sobre los hombros de su nieto—. Tu padre sabe que vine, me envió a decirte que no regresaras ahora y que cuando decida llevarte de regreso, será para que vivas en Vladivostok, no en Moscú.
Valery sintió que se apagaba la última llama de esperanza.
—Moscú es mi casa.
—Lo sé.
Los ojos de Misha denotaron confusión.
—¿Entonces por qué no me lleva a casa?
—Porque es la casa de su nueva familia.
—¡Yo soy su familia! ¡Yo soy su hijo! ¡Mi madre era su esposa, no una puta con aires de señora que posiblemente le abrió las piernas a cualquiera y le cargó un hijo que hay una alta probabilidad de que no sea suyo! Puede creer las palabras de su ramera, pero no las mías. Desde que mamá murió dejé de existir para él y cuando lo hacía era solo para castigarme, insultarme y abofetearme con mentiras que esa mujer le decía de mí. Me abofeteó delante de ella y la muy maldita se burló en mi cara después.
Explotó, llevaba tragandose esas palabras durante años y el hecho de que le traicionará y faltara a sus promesas por ya no sabía cual ocasión, pues habían sido muchos los desaires, lo rompió por dentro. Kliment le entendía.
No lloró de rabia, pero sus ojos sí brillaron.
—Misha, para esto estoy aquí—el hombre palmeó su pecho—. Yo sé lo que eres, yo sé y todo el mundo sabe que eres el primogénito y su sucesor, no hay forma de que lo altere, pero necesito que despiertes. No puedes confiar de nuevo en tu padre porque esa mujer le ha consumido la cabeza estos años y las cosas serían mucho más complicadas para ti. Aunque volvieras sería peor. Esto es serio…
Valery vió en Kliment la desesperación.
—¿Qué pasa abuelo?
—Tu sucesión está en riesgo.
—Mi sucesión está en riesgo desde que estoy aquí. No he dormido ni una sola noche en paz. Mi mente ha rogado al diablo que me dé oportunidad de despertar otro día. Todos han intentado matarme como si fuera un premio. Mañana podría morir y el hijo de esa puta sería el próximo Glavnny.
El hombre se negó a la posibilidad.
—No, no, tú serás el Glavnny. Harás lo que tienes que hacer. No tienes la sangre para ser más que un Volk, sabes tu posición, así que concuerdo en que debes hacerte merecedor de ella. Obtén la máxima posición en la Sem’ya, defiendela y próximamente tus hermanos (miembros de la Sem’ya) ratificaran tu postura cómo Glavnny.
—La disputa es mañana, papá tiene que estar presente.
—No lo estará, no vendrá.
Yuri no quería ver a Valery y por esa razón no viajaría a Kemerovo como cada cinco años que se llevaba a cabo la disputa. Llevaba una buena vida con su nueva familia y mucho mejor desde que su hijo mayor no estaba con él. Tasya estaba más feliz y él podía centrar todo su tiempo en su nuevo hijo.
—¿Estás seguro?
Muy seguro.
—Completamente, me envió aquí a decírtelo.
Valery asintió, pero por dentro los restos de su corazón se habían hecho trizas en segundos. Nadie se lo había contado. Él se dió cuenta cómo su padre sonreía cada vez que veía a su nuevo hijo y él, que ni siquiera hacía travesuras, apenas y se ganaba una mirada.
La distinción se hacía mayor con el paso del tiempo.
Había sido abandonado.
—Creo que me quiere muerto ¿Qué clase de padre envía a su hijo a la muerte segura y cuando ha logrado el cometido de la enseñanza buscada se le niega volver? Creo que nunca me ha querido enseñar nada, sino deshacerse de mi.
Kliment no quería lastimarlo, pero tampoco mentirle.
—Tu madre…
—Mamá está muerta abuelo, mi padre lo repetía todo el tiempo, ella también me dejó, me prometió que regresaría y no volvió de Italia. Me abandonó como mi padre.
El anciano no podía dejar que su nieto pensara eso de su hija. Se acercó a él y le sujetó el rostro. Necesitaba que lo viera a los ojos y que se diera cuenta que sus palabras eran sinceras, muy sinceras.
—Tu madre era una Kadyrova, te dió a luz con entereza y ella siempre dijo quién serías. Naciste para ser un Glavnny y eso es lo que serás. Tu padre pudo olvidar que la sangre en tus venas es la misma que corre en las suyas pero te pareces demasiado a él en carácter y físico como para negarlo. Tu eres un lobo entre simples perros, un tiburón entre simples peces, un futuro Glavnny entre mortales. No dejes que el hijo de una puta te quite tu posición, has sufrido demasiado como para dejar que ahora te venzan una manada de jovenzuelos asustados ante la muerte. Tu sobrevive y escala aquí, mientras yo me aseguro de que Moscú no olvide quien eres.
El odio envenena el alma, pero los deseos de venganza lo hacen mucho más peligroso. Valery fue abandonado por su padre aquel día, pero su abuelo le demostró que no todo el mundo olvida que la sangre siempre llama.
Su madre no deseaba que fuera hecho a un lado y tampoco que un bastardo cualquiera le usurpara su posición. Él había nacido para ser el líder de la Bratva y eso era lo que sería. Sus ojos cambiaron desde ese día, se tornaron vacíos y sin ni una sola llama de esperanza que les borró hasta el último destello de luz.
La disputa.
Una masacre y una traición dentro de la Sem’ya, pues cada cinco años, durante el solsticio de invierno, en la noche más larga, los diez novicios sobrevivientes terminaban en los bosques de Kemerovo con un rifle y solo cinco balas, siendo observados por el Volk quien esperaba pacientemente al novicio que regresara con la cabeza del último sobreviviente y se proclamaba ganador de la disputa, mientras que en la mansión la fiesta predominaba en su máximo esplendor, esperando el inicio de macabro show.
Kliment regresó inevitablemente a Moscú, no podía quedarse mucho tiempo, pues tenía asuntos que atender y Yuri se enfadaría si sabía que su ex suegro se quedaba para hacer compañía a su hijo. Valery estaba solo.
Sus pies emitieron cierto sonido cuando pisaron la nieve. Estaba ligeramente abrigado, con unas botas de nieve, abrigo y guantes, pero a pesar de ello la ventisca le pareció de lo más difícil de afrontar. Tenía un rifle en su mano. Estaba a la entrada del bosque, solo, pues los habían ubicado en diferentes puntos para que no se encontraran cara a cara a la primera. Solo había una regla.
Si salían del perímetro, serían abatidos por un francotirador que había en la cima y perdían, por ello debían adentrarse lo mayor posible en el bosque.
Valery tragó saliva y después exhaló haciendo que una especie de humo blanco saliera de su boca, ante el contacto del aire frío. Escuchó el primer disparo y supo que esa era la señal para salir corriendo tanto como sus piernas se lo permitieran. Entró al bosque y lo primero que escuchó fue el disparo de un rifle de caza y el grito de uno de los novios. Se puso detrás de una roca y cargó su arma. Tenía que matarlos a todos, antes de que lo mataran a él.
Llevaba un cuchillo en el pie, perfectamente amarrado a su tobillo como el arma extra que tenía el derecho de llevar. Sentía la adrenalina corriendo por sus venas y una sensación de ser observado, pero solo eran los nervios notorios que se borrarían cuando asesinara al primero de la lista de ocho, pues ya uno parecía haber sido borrado.
—Las cacerías siempre son divertidas—comentó Danila—,yo gané la mía con rapidez, asesiné a cinco ese dia, me hirieron pero logré salir con vida para proclamarme un posible aspirante a Volk. La cuestión es estar dentro, matarlo ya es pan comido.
—¿Así será con usted?
—Si no soy digno de proteger mi posición, entonces que se me asesine y que otro poderoso ascienda al poder. Si un Volk puede ser asesinado por sus mismos miembros, es débil ante cualquiera. La muerte es un plus en esta vida.
El hombre se quedó viendo al bosque. Escuchaba los disparos a lo lejos y por primera vez en tres disputas sintió un nudo en el estómago al escuchar los tiros. Tenía una mala sensación, una sensación de vacío en su estómago que se hacía cada vez más grande.
Jasha, su segundo al mando le hizo una pregunta.
—¿Quién cree que ganará?
—No lo sé. El más fuerte y determinado.
—¿El hijo del Glavnny?
—Es fuerte, pero no le ví determinación hasta esta noche cuando asesinó a Sasha. Pensé que tenían una buena amistad, pero claro, cuando se trata de vivir o morir, a veces se olvidan de la hermandad. Así es Kemerovo.
Danila tenía una copa en su mano mientras veía el bosque que tenía centenas de árboles color blanco. Pronto esa nieve sería color roja y no había nada que lo detuviera. La muerte en una disputa era necesaria, pues se tenía que ver quién tenía el pulso para defender lo que deseaba y no había nada más peligroso que un ser humano peleando por su vida, pues allí, olvidaban hasta su humanidad con tal de mantenerse.
Los cielos estaban nublados, pero no nevaba así que pudo mantenerse allí con comodidad. El balcón le daba una vista formidable y él decidió quedarse para presenciar cada detalle. No pasaron más de dos horas cuando uno de sus hombres les alertó que algo veía hacía ellos con lentitud. Habían sonado ya varios disparos. Danila se puso de pie, pues le habían puesto un mullido asiento y se encaminó al borde solo para ver a uno de los novicios que no pudo reconocer a distancia, jalando consigo dos cuerpos. los sujetaba por el cuello de su abrigo y con determinación los arrastraba en la nieve con cierta dificultad.
Tardó poco tiempo en llegar a las afueras del bosque y cuando estuvo delante de Danila los dejó caer para que viera su magistral obra. Valery tenía moribundos a los últimos dos sobrevivientes y venía dejando consigo un camino de sangre. Detrás de él, venían los centinelas que habían recorrido el bosque contando los cuerpos para asegurarse que hubieran siete y ninguno quedará con vida antes de proclamar la victoria.
—¡Oni vse mertvy, Volk! (Todos están muertos, Volk) Ignaty asesinó a Ilia, Valery asesinó a Ignaty, Grigory, Makar, Osip, Oleg, Rodion, Pavel y Ruslan, a cinco de ellos con balas y a los otros tres con un cuchillo.
Danila levantó las cejas.
¿Los había asesinado a todos, menos al último?
—He ganado mi derecho a la vida Volk, a costa del derecho de mis hermanos—exclamó Valery dudoso a pesar del frío y prometiendose a sí mismo que sería la última vez que vería a alguien desde abajo, la próxima vez él estaría arriba y haría a su padre tenerle miedo. Sí no lo quería a su lado, se convertiría en parte de él en sus pesadillas.
Ignaty se movió y comenzó a quejarse en el suelo.
—No cantes victoria, Valery.
Pavel también estaba vivo, lo que Danila no sabía era que Valery así lo había deseado. Sonrió y se acomodo detrás de Ignaty, le sujetó por la cabeza pues al igual que él se habían tenido que someter al corte de cabello obligatorio que era característico de los novicios y ante la atenta mirada del del Volk y Jasha sacó su cuchillo y le rebanó la garganta haciendo que la nieve se tiñera de rojo.
Sin remordimiento alguno no detuvo el corte.
Danila clavó sus ojos en la escena que aumentó la sensación de que algo andaba mal. El sonido del cuchillo de carnicero rebanando el cuello de Ignaty puso los vellos de punta a más de uno, pero Valery no paró hasta que la cabeza estuvo en sus manos.
Imitó la misma acción con Pavel, solo que a él le enterró el cuchillo en el corazón, haciéndolo pedazos debido a los bruscos movimientos con el cual, lo volvió papilla, sacando algunos restos con su cuchillo.
Las personas detrás de Danila tuvieron que apartar la mirada, sin embargo su líder sabía que había algo oscuro en eso, una mala sensación. Valery había ganado.
—La determinación es vital en nosotros. Me agradas ¿Cual será tu siguiente movimiento Kadyrov?—preguntó violando la norma de llamarlo por el apellido.
Lleno de sangre, Valery le respondió.
—Matar.
—¿A quién?
—A usted.
Una respuesta que provocó una sonrisa en Valery, la primera desde que había llegado a Kemerovo y que a la par provocó que la sonrisa de Danila se borrara, especialmente porque después de decirlo, limpió su cuchillo ensangrentado en su propia ropa y le señaló con la punta como una clara amenaza.
Solo sobrevive el más fuerte y el determinado.
Tenía una nueva meta y la lograría dejando la cabeza de Danila sobre su cama y proclamándose a sus dieciocho como el nuevo Volk de la Sem’ya y próximo Glavnny de la Bratva. Declaración que lo llevaría a la silla y también a Palermo.