Don Alfredo se encontraba en su habitación, aquella discusión lo tenía con un remolino en la cabeza, sus hijos a los que tanto presumió por ser unos jóvenes con comportamiento adecuado, con sus estudios y trabajos honrados de los que se sentía orgulloso.
Aquellos jóvenes que obedecían y ayudaban en todo los que les decía no eran más que unos delincuentes con secretos vergonzosos, mira a su hijo mayor decepcionado.
No quería saber que más hacía, no quería preguntar sobre el hombre con quien lo encontró su hija, aunque ellos desviaron el tema, él escuchó perfectamente bien.
Se sentó en la mesa después de darle vuelta al asunto, no tenía apetito, sentía que le daría un derrame cerebral por todo lo que estaba pasando, su niña, su bebe, la que imagino que sería la única que se mantendría con
