Mi mente era la encargada en torturarme con pensamientos vergonzosos, aún no tenía el valor de pararme de aquella cama pues mi cuerpo estaba más que débil, la resaca me tenía preso... una de las peores de mi vida, había recaído de nuevo, me había fallado de nuevo. Simplemente me estaba convirtiendo en alguien jodidamente loco, como podía tirar todo a la basura por... era tan estúpido. —Mierda Damián— susurré para llevarme las manos a la cabeza, el dolor era punzante dejándome más que estresado. —Hasta que despierta bello durmiente— la voz de la chica me hizo reaccionar mejor, abrí por fin los ojos encontrándome con esta en mi habitación, completamente arreglada para un día en aquel instituto. —¿A qué hora son?— pregunte al levantarme de la cama, esta siguió mis movimientos mostránd

