Capítulo 8
Para un hombre saber que una mujer que le gusta está desnuda tras de él y que no puede ni siquiera mirar una vez es desesperante, ni hablar del hecho de que llevo más de tres meses sin tener relaciones con ninguna mujer, estoy hablando con ella mientras me muevo de un lugar a otro intentando ignorar la erección que tortura mi m*****o, ella no es alguien que yo pueda tener, agradezco cuando sale y la veo vestida por completo.
_ me gustaría verte con tu uniforme – espero que este tema no vaya a donde creo que va, porque me va a poner peor de como estoy ahora
_ me veo igual que cualquier otro oficial – trato de que lo deje ahí, niega
_ no lo creo, usted no es igual a nadie que conozca –no está dispuesta a detenerse
_ voy a preparar algo de cenar – esta es la manera de cortarla más simple y directa
_ ya veo que no le interesa mi opinión obre usted – insiste
_ la escucho – digo tratando de mantener la calma - ¿Cuál es su opinión sobre mí?
_ creo que es un hombre atractivo, el tipo de hombre que toda mujer quisiera tener como esposo – me enorgullezco de que piense de esa manera – debe ser agradable ser su esposa
_ hace un rato dijiste que no debe ser fácil ser la esposa de un guerrero – asiente
_ dije ser su esposa – repite – no la esposa de un guerrero
_ yo soy un guerrero – le recuerdo
_ no es cualquier guerrero, es Yonas Rench – no creí que recordara mi apellido
_ ya sé quien soy – la noche y callo, le doy un poco de pastel de arroz que traje conmigo desde la aldea, solo lo calenté para que fuera más agradable de ingerir, le doy su alimento y me alejo diciendo que voy al río por más agua.
Aprovecho mi soledad para darme un baño, donde está puedo verla, no pienso que haya peligro en un lugar tan apartado del camino, nadie puede imaginarse que estamos aquí. Me desvisto por completo y entro en el agua, la frialdad de la noche calma mi erección que aunque menos persistente, aun está allí, ella no me va a poner fácil el llevarla conmigo sin tocarla, quiero tanto tocarla que debería cortarme uno de mis dedos para entrar en razón, me quedo allí lo suficiente como para calmarme, en algún momento cierro los ojos y cuando los abro no puedo verla, me precipito a salir del agua, miro al sitio donde deje mis ropas y no las veo
_ ¡buscas esto? – me pregunta ella, miro en la dirección en la que escucho su voz y está parada junto al árbol donde ate el caballo con mi ropa en sus manos, tapo mi m*****o, no por pudor, por respeto
_ ¿puedo saber que haces? – se ríe como una niña pequeña – me pediste que no te mirara y no lo hice; sin embargo, tú hiciste mucho más que eso, tomaste mi ropa – tiene que haber visto mi m*****o cuando estaba saliendo del agua
_ siempre he sentido curiosidad por el cuerpo masculino, solo quería verlo por eso, no piense nada raro – me parece que no hay que tener mucha imaginación para pensar cosas raras de su comportamiento
_ usted no deja mucho a mi imaginación – le aclaro – por favor deme mi ropa
_ no, aún no he visto todo lo que quiero ver – es el colmo de la desfachatez
_ usted no puede ser la princesa, debo de haberme llevado a una de las concubinas del rey – me está haciendo perder la calma a paso agigantado, la paciencia nunca fue mi fuerte
_ dudo que tenga ciertas capacidades por las cuales son tan famosas las concubinas – doy unos pasos en su dirección, creí que su reacción sería caminar hacia atrás, pero para mi sorpresa se queda de pie
_ esas habilidades de las que habla se adquieren con el tiempo – la oscuridad no me deja ver su rostro, pero espero que al menos tenga la capacidad de sonrojarse
_ ¿me vas a mostrar tu cuerpo? _ si eso de tener idea fija es una cualidad recurrente en ella; va a llegar lejos, aparto la mano que tengo tapando mi m*****o, ella mantiene la vista en mi rostro
_ mira todo lo que quieras – le digo, se mantiene impávida por un instante y luego me da la espalda
_ Estás loco – me grita, si que su actitud valiente es solo un teatro
_ pensé que querías ver mi cuerpo – le respondo, estira la ropa en mi dirección, la tomo y me acerco un poco a ella, lleva toda la noche haciéndome sufrir así que se merece un poco de su propia medicina – no juegues con los hombres princesa, eso no es recomendable – mi aliento roza su cuello y toda su piel despierta ante el cálido tacto
_ vístase – recupera su actitud activa y me da órdenes
_ según lo que yo creo – comienzo a decir mientras me pongo la ropa – y por su actitud tan osada, en vez de estar yo poniendo mi ropa, usted debería quitarse la suya – sigo molestándola, acomodo mi erección dolorosamente presente dentro de la ropa
_ ya vasta – mira de reojo, cuando ve que estoy semi vestido se voltea a mirarme – lo siento por mi comportamiento – me dice – en verdad tenía curiosidad por el cuerpo masculina y creí que sería capaz de mirarlo – baja la cabeza – pero me siento demasiado avergonzada como para hacerlo
_ te da vergüenza mirar el cuerpo de un hombre – levanta su cabeza que estuvo todo el tiempo hacia el suelo, asiente - ¿y qué piensa hacer cuando se case? – me da gracia solo de imaginar su noche de bodas. Mi esposa era virgen, pero no tenía nada de vergüenza de tocarme
_ no lo sé – me está mirando, le dar vergüenza mirar mi pene, pero el resto de mi cuerpo es al parecer, algo aceptable para mirar – y no debo preocuparme, no me voy a casar – se ve feliz por eso
_ si supiera de lo que se va a perder no estaría tan contenta – estoy bromeando, ella, sin embargo, se lo toma todo demasiado en serio
_ ¿Qué voy a perder? – es demasiado osada para su propio bien, esa pregunta es una muestra excelente de ello
_ ya deje de comportarse de esa forma, no haga preguntas para las que únicamente hay una respuesta y usted no está dispuesta a saberla – viene hacia mí; estira su mano y toca mi abdomen, la sujeto – por favor Miranda – es la primera vez que pronuncio su nombre – yo la respeto, porque respeto a todas las mujeres y por su estatus; sin embargo, me parece que está excediendo sus límites – con su otra mano quita la mía de la de ella y sigue tocándome
_ le ordeno que no se mueva – esa es una orden directa, no soy quien para llevarle la contraria – es usted muy simple, una orden como esta y se queda paralizado como si su vida dependiera de ello – no le respondo, pongo mis manos a ambos lados de mi cuerpo y ella recorre mi abdomen con una de sus manos, dibuja cada línea que marcan mis músculos, el contorno de mi cadera que guía hasta mis pantalones y toca la parte alta de ellos - ¿todos los hombres se ven como tú? – me pregunta, mi nivel de excitación es tal que temo perder la cordura
_ aclare su pregunta princesa para si poder darle una respuesta – repasa las cicatrices que adornan mi torso
_ tu cuerpo – dice buscando mi mirada - ¿es normal que los hombres se vean así? – niego
_ par nada. No espere que si un día se casa su esposo se vea como lo hago yo – le aclaro – los nobles no tienen tiempo de forjar su cuerpo, ni necesidad, todo lo que acabas de tocar es el resultado de muchos años de batallas y entrenamientos exhaustivos, y esas cicatrices – hago una pausa – no me las hice precisamente en un discurso – estoy molesto, muy molesto
_ ¿si le pido que me dé placer, podría hacerlo? – pregunta sin medir sus palabras
_ ¿lo está haciendo? – doy un paso en su dirección y retrocedé -¿quiere que le dé placer?
_ no dije eso – se aparta por completo
_ entonces ya deje de jugar conmigo, no es agradable – le hablo fuerte para que comprenda, por más que este juego sea muy sensual, el saber que no va a llevarnos a nada es demasiado frustrante, se aleja hacia donde deje encendido el fuego sin decir nada más, yo me quedo allí, sin mi camisa intentando que el frío de la noche me calme, y en la próxima aldea necesito encontrar una casa de chicas, ese es un hecho irrefutable, todo por culpa de la actitud inconsciente de esa niña malcriada que cree que no pierde nada si no se casa. Resoplo incontables veces, la veo acomodar las cosas dispuesta a acostarse a dormir, algo que por razones obvias yo no voy a conseguir.