Punto de vista de Valentina Por la mañana me desperté primero que Elías, su brazo estaba sobre mi cintura, el recuerdo de la noche anterior me hizo ruborizarme. Él se movió en ese momento, despertando. —Buenos días —murmuró, con su voz ronca por el sueño. No respondí de inmediato, las palabras se me atascaban en la garganta junto con un millón de emociones contradictorias. Él tomó mi barbilla y volteó mi cara hacia la suya, sus ojos grises se clavaron en los míos. —¿Te arrepientes? —preguntó, su rostro se volvió serio de pronto. —No —respondí— solo me pregunto qué significa esto para nosotros. —Significa —dijo— que ya no estás sola, que nunca más lo estarás. Su beso fue tan posesivo como siempre, pero esta vez había algo diferente. Bajamos a desayunar al pequeño restaurante del h

