Capítulo 6.

2289 Palabras
—Debo hacer algo por su memoria, aunque no sepa a dónde ir —en el momento era imposible pensar algo con claridad—. Pero primero alzaré mi cabeza al cielo para encomendar mis plegarias al capitán. Como con su madre antes de morir, Alsius acababa de realizar una nueva promesa de la cual no se iba a retractar jamás. Esos momentos donde del alma y el corazón conectan con la mente para hacerte entrar en razón, y sin miedo a las consecuencias futuras. Simplemente avanzar sin olvidarse de aquellas palabras que debían permanecer como parte de su piel. —Ya veo por qué Takashi te ha elegido —Elga nota algo en los ojos del joven—. No solamente te pareces a nuestro fallecido hijo, sino que tienes el corazón tan grande o quizás aún más que el reino entero. —Parce un idiota sin remedio —comenta Faraha—. Pero hasta yo concuerdo contigo, realmente, aunque muy joven es alguien en quien de algún modo se puede confiar. —Parce como si estuviesen diciéndome que colocan su fe en mí y aunque yo tenga tantas ganas de avanzar, me da miedo pensar que no llegaré a donde pienso. Era difícil rendirse, pero las posibilidades en su vida eran tan grandes como las de no llegar a nada, sabiendo que ahora depende de un gran recuerdo y una voluntad que formará parte de su subconsciente de ahora en adelante. —Takashi... —dijo en corto—, estoy segura de que te confío su más preciado tesoro incluso sin haberlo dicho. Elga se acerca al baúl de su sala, un hermoso cofre de madera rústica pero fuerte con decoraciones de hierro mortífero. Una de las mejores aleaciones del mundo, y de la cual Zalador posee la mayor cantidad. De él sacó la katana de Takashi, Faraha había bendecido anteriormente el arma en la capilla del castillo para poder entregarla como muestra de respeto y aprecio a los esfuerzos de Takashi en sus años de servicio como un gran soldado. Se acercó a Alsius quien nervioso previéndose de lo que sucedería estiró ambas manos para recibirla. —Cuídala con tu vida —Elga estaba segura de lo que hacía. —Elga... —Faraha intenta entrometerse y acalla su voz al verla sonriendo como si el sol brillase en su rostro. El joven muchacho desenfundó la hoja de su funda metálica y al sacarla brillaba tanto como las armaduras de los caballeros. Con sus dos dedos, el índice y el dedo medio Alsius tocó suavemente la hoja desde el principio a fin para sentir la delicadeza textura metálica de una perfecta y mortal arma forjada por los mejores herreros y minerales de toda la nación. —Tiene escrituras —se da cuenta de que la hoja lleva algunas palabras escritas en un idioma desconocido para él. Incluso uno que nunca antes ha visto en los libros que leyó hasta hace años. —Escrituras nórdicas —explicó Elga—. Takashi fue parte de una familia vikinga del oeste de Lindor. Por lo que se consideraba como un guerrero que servía fielmente al Dios Odín. —Ya veo que se guardaba sus secretos —Faraha apenas se enteraba del tema que recaía en sus oídos vírgenes. —No hubiese sido buena idea tener una religión diferente estando en la armada. Se consideraba traición llevar la contraria del Dios Agmud y por eso Takashi había decidido vivir en silencio para permanecer vivo y con su trabajo intacto. Con una fiel voluntad inquebrantable como sus mismísimos antecesores vikingos. —¿Qué dice? —aun no despegaba la mirada de la hoja. —No os asustéis de la muerte —comentó ella—, porque de la guerra terrenal aquellos dignos que caigan en batalla ascenderán al Valhala conmigo. —Un prefacio de Odín —recordó haberlo leído en sus libros de historia. —Esa espada significaba mucho para él por alguna razón que yo misma desconozco —su esposo escondía secretos que ella jamás puedo entender. Por eso, la tristeza de su pronta muerte también le hace feliz. Al saber que su amado descansará en paz por la eternidad sin tener que cargar con más pesos sobre sus hombros. —Encontraré su significado oculto si es que lo tiene —Alsius entendía la preocupación de Elga. —No seas tonto —Faraha le da un pequeño golpe en la cabeza con el puño cerrado—, él no era un hombre de secretos. Solo acepta la espada y vámonos —aunque sonaba rudo, seguía saboreando la amargura de su derrota donde perdió más que solo hombres. —Espero verlos pronto —con eso Elga terminaba la charla, para dejar que ambos pudiesen irse con tranquilidad. —No lo conocí mucho, pero... —se alza del lugar donde se encuentra sentado—, estoy seguro de lo buen hombre que era. Elga sonrió amable, saber que su esposo fue apreciado por tantos era un regocijo muy grande, aunque el dolor de su muerte fuese mucho mayor. Pero entender la muerte como su esposo la veía fue lo que le hizo comprender que la vida se trata de morir con un propósito. La granja es extensa, Alsius cree que Elga necesitará ayuda para poder mantener la larga extensión de plantaciones siendo ella sola la encargada de todo de ahora en adelante. Mientras caminaba con el comandante hasta la salida una hermosa joven de cabelleras doradas que venía frente a ellos se detiene con una lejana mirada que posa sobre el comandante. —Puedo ayudarte si quieres —comentó Faraha al verla cargando con dos cestas llenas de flores seguramente para su padre. Era como si el sol estuviese llorando desde sus ojos color café en aquél atardecer que se ocultaba entre las sombras de recuerdos que iban a perdurar por siempre. Se trataba de Nairi, la única hija de Takashi. Quien ahora lo había perdido casi todo, la mitad de su existir sin la compañía de la única persona que jamás podrá ser remplazada en su residencia terrenal. —Te entiendo… —ella deja caer los cestos y Faraha se acerca a ella para abrazarle—. Perdona por no haberlo traído de vuelta. Ella negaba con la cabeza hundida en el pecho del comandante y el dolor que se transmitía a él era tal que ni la armadura más poderosa del mundo le podría proteger de aquellos lamentos que cargaría eternamente. Alsius entendió una cosa esa tarde, y es que jamás quiere volver a ver llorar a alguien de la misma forma en que aquella chica lo hizo. Trabajaría duro para que la muerte del capitán no fuese en vano, y sin saber qué rumbo tomar para empezar su travesía él no desfallecería de su misión. Así mismo regresaron al castillo, el comandante llevó al joven en una audiencia con el rey Edwards en la que se decidiría el destino del muchacho al saberse su secreto. La incomodidad se evidencia, aunque la soledad de aquella sala fuese inmensa al solo albergar tres personas contándose a sí mismo. Tragaba grueso ante la presencia de la mayor autoridad del reino, sin mucho que poder decir solo esperaba que las palabras fuesen misericordiosas. —¿Tú has matado al líder de los minotauros? —dijo el rey desde su trono. Antes de alzar la voz para ser escuchado se colocó de pie para acercarse hasta el joven que inerte en vida no respondía a la pregunta. Cogió su brazo cubierto con las ropas que Faraha le había dejado antes en la habitación y levantó su manga izquierda poniendo en evidencia el brazo color lóbrego de Alsius. —Interesante —jamás en su vida había visto tal cosa. Era impresionante poder ver de cerca el poder de los demonios, cuando son seres tan desalmados que nadie vive para contar una historia luego de conocerlos. Faraha estaba al tanto de que las cosas podían salir mal, pero desobedecer al rey para salvar al muchacho que Takashi protegió con su vida no parecía la mejor opción del momento. —¡Puedo explicarlo! —comentó con miedo y su voz retumbó en la sala. Calló unos momentos al darse cuenta, pero prosiguió para que su vida pudiese ser suya—. Realmente no sé cómo explicar algo así... —Tienes espíritu —el rey ríe un poco. —Disculpe la impertinencia del muchacho por favor —expresó el comandante con un respeto superior al de cualquiera. —Descuide comandante, podemos tener algo de informalidad hoy. El rey sonaba distinto a todas las veces que Faraha le ha escuchado, pensó callar y solo seguir atendiendo a las palabras de su majestad para poder entender lo que se estaba por venir. —¿Eres un demonio? —vuelve a Alsius. —No señor —niega con la cabeza—. Tampoco pienso serlo, y espero conseguir la respuesta a este cambio que he experimentado para saber quién soy realmente. —¿Piensas atentar contra la humanidad? —esta vez lo preguntó con más firmeza en su voz. —No podría —dijo con nostalgia de entre tantos recuerdos que llegan a su mente—. No cuando hay personas que confían en que lo haré mejor que nadie, y que puedo convertirme en un hombre de bien como mi madre siempre quiso. —Muy sentimental como los jóvenes de hoy en día, pero veo esa convicción en tus ojos y me agrada —el rey baja un poco la guardia, solo probaba la voluntad del muchacho—. Estoy a saber que el fallecido capitán te cedió el rango, lo que quiere decir que eres parte de mi ejército y por ello pienso tratarte como tal. —¡Por favor! —contestó de inmediato. Esta vez estaba decidido a formar parte de algo totalmente nuevo para él bajo el deseo de explorar el mundo y encontrar respuestas jamás vistas por el ojo humano. —Solamente espero que la decisión de nuestro capitán haya sido la correcta como siempre —el rey reconocía a Takashi como uno de sus mejores hombres, y la intriga de su decisión era algo que le dejaba pensativo. —No puede dudar del capitán Takashi —expresó con molestia—. Él dio su vida por mí y aunque aún ni yo mismo sé por qué, seguro que hay una razón aceptable para que alguien tan valiente como él decidiera partir al cielo en mi lugar. El rey coloca su mano derecha en el hombro izquierdo de Alsius, la calma de la mano con más poder del reino transmitía un sentimiento de hogar en él. Como si después de tantos años, él supiese que pertenece en un lugar donde su presencia es tan importante como su vida para él mismo. —Serás parte de lo ejercito si deseas continuar la voluntad de Takashi —en sus ojos color mar se podía observar la confianza de una nación entera. —Lo deseo —dijo con la firmeza de un hombre que no le temerá a la muerte, y que bailará sobre la victoria que crucen sus pies. —Dime tu nombre muchacho. —Alsius Barrioth —contestó el joven con voz clara. —Alsius, de ahora en adelante serás el capitán del primer regimiento fronterizo —Faraha queda perplejo ante tal decisión. —¡Pero señor! —el rey alza su mano y Faraha calla en medio de la explicación que pensaba dar. —Primer regimiento, batallón de reconocimiento —explicó su majestad—. De ahora en adelante recibirás órdenes directas de mi parte o tus superiores como el comandante Faraha. Recorrerás el mundo en busca de la victoria para tu pueblo, tu Dios y tu rey. Jamás deberás sucumbir ante los deseos mundanos de un mundo lleno de odio. Buscamos la paz y el amor, y tú serás parte de mi fuerza imperial para derrocar el mal que los humanos solemos vivir. —Señor —en ese momento Alsius había tomado su decisión—. Haré lo posible por no dejar rastro malévolo en mis andanzas. Cumpliré cada misión, aunque me cueste la vida, y así como el capitán Takashi yo mismo seré capaz de salvar a mis allegados llegada la hora en la que sepa que mis segundos han sido contados una vez más. —Seguro que no esperabas escuchar algo así de un muchacho —el rey voltea la mirada a Faraha quien observa confundido—. Confío en tu palabra, no he conocido a muchos que sean como tú. Trajiste la cabeza de Taurum y tanto yo como tu Dios estamos en deuda. Sé la espada que manejaré con destino hacia la victoria, y te prometo muchacho que algún día podrás observar el orgullo de Takashi hacia tus esfuerzos por terminar lo que empezó. —Lo juro por mi vida —casi saltaban las lágrimas de sus ojos—. El capitán podrá descansar en paz porque yo no dejaré que su vida por mí deje de tener significado. Sin saber a dónde llegaré, mi destino está trazado desde la salida De un sol que me guía entre la obscuridad de la guerra Sentiré tu presencia llevándose mis amarguras para poder avanzar Y correré por tu granja como si fuese un niño pequeño buscando ser libre Tendré como objetivo liberarte de estas cargas, y aspirar el olor Del lugar que se menciona en las alturas del cielo. Necesito tiempo, y te juro con promesas y mi sangre que derramaré Toda mi fe en el legado que me has entregado, así que solo obsérvame Llegaré al Valhala como tú siendo soldado O a la victoria de este mundo convertido en un humano.
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