27. CAZANDO A LA JAURÍA

2020 Palabras
Nika —Esto se pondrá feo, así que intenta no ser el blanco —dije al husky, que estaba inquieto y no dejaba de ladrar, así que le siseé para calmarlo—. Tranquilo, cariño, llamaré al único hombre que puede ayudarnos ahora, solo espero que haya venido antes de tiempo o que esté cerca. El husky ladró más fuerte y las luces de un auto detrás de nosotros quedaron en alto, impidiendo la visión por los espejos. —Vamos, Alek, eres mi única esperanza —el perro ladró de nuevo, pero esta vez a mí en reclamo, o así lo sentí—. Lo siento, NUESTRA única esperanza. ¿Contento? —él lamió dichoso mi rostro, sacándome una tonta risilla —parece que eres más celoso de lo que imaginé. —¿Nika? —¿Alek? Dime que estás en Moscú. —No del todo, pero… —en eso nos vimos interrumpidos por unos disparos—. ¡¿Qué demonios fue eso?! ¡¿Quién está detrás de ti y qué son esos ladridos?! —Luzhin —respondí como pude, evitando no perder el control—. Es una larga historia, pero necesito que envíes hombres a la M-11, estoy a cinco minutos de Lunevo. —Descuida, estoy cerca. Viajé por carretera y no falta mucho para alcanzarte, así que esquívalo tanto como puedas. ¿Estás armada? —No —¡¿Por qué no?! —¡Ya deja de gritarme que estoy bastante nerviosa! —chillé estresada, y el perro ladró más. —¿Qué con ese perro? ¿Vas a pie? —¡No, voy en mi auto! ¡Y deja al perro en paz que es mío! —¿Desde cuándo tienes un perro? —cuestionó incrédulo, pero otros disparos me alertaron al estallar uno de los espejos—. Desvíate a Novye Rzhavki, nos encontraremos ahí. —¡No sé cuánto soporte sin un arma! —¡Vamos, Nika, no estás lejos! ¡Y por nada del mundo te atrevas a colgarme, pero intenta calmar al perro! —Créeme, Alek, si ese perro pudiera, estaría disparando al igual que yo. —¿Qué tienes con ese perro? —¡Solo ven por nosotros! —chillé desesperada, al darle Luzhin al otro espejo. (…) Aleksei No entendía cómo había llegado Luzhin a Nika, tampoco el tema del perro y menos por qué ella había salido sin un arma, hasta parecía que lidiaba con las estupideces de Vicky, pero debí enfocarme en la peligrosa situación en la que estaba y ordené a algunos hombres llegar lo antes posible, al menos los que estuviesen más cerca de la zona. Dos de ellos respondieron, pero cuando Nika dijo que solo estaba Luzhin tras ella, mis alarmas se dispararon con las peores sospechas. Cerca de diez angustiantes minutos después di con los autos, Nika me dio la señal para que le disparara y así hice, en lo que ella se desvió por el puente para ir al punto indicado. Aunque esto no detuvo a Luzhin, sí le dio ventaja a ella para alcanzarme e ingresar al pueblo, el problema vino cuando una bala alcanzó la llanta de su auto. —¡Tranquila, recuerda que ya habíamos practicado esto! —¡S-Sí, pero jamás lo vivimos! —me preocupaba su nerviosismo porque ella no actúa así en situaciones como esta, no es una novata. —Nika, ¿estás herida? —¡Todavía no, pero me estoy congelando! No quise perder tiempo en más preguntas y es posible que estuviese herida, pero la adrenalina no le permitía ser consciente. —Solo sigue mi instrucción. Pega tu auto al mío tanto como puedas y no aceleres, te llevaré a otro punto para desviarte y que puedas subir. —S-Sí… —es definitivo, algo le pasaba, esa respuesta no era propia de ella. Nika se acomodó al otro lado de mí, así me daría vía libre para disparar a Luzhin, quien estaba empecinado en cazarlos. Divisé una curvatura perfecta en la que acorralé a Nika hasta frenar su auto y seguí disparando en lo que ella subía, seguido lo hice yo y continuamos el camino, pero ahí comprendí el motivo de su nerviosismo: solo un abrigo cubría su desnudez. —¿Él te secuestró? —pregunté preocupado, y aumenté la calefacción. —C-Casi lo consigue, pero lo descubrí a tiempo. —No entiendo. ¿Cómo pasó? ¡Y vístete o te dará una hipotermia! —¡No me regañes! ¡Y ya te dije que era largo de explicar! Retiré mi abrigo para cubrirla lo mejor posible, aunque el husky parecía ser mejor en ese trabajo al acomodarse entre sus piernas, esto, después de que ella corriese la silla hacia atrás para cambiarse. —¿Al menos me dirás de dónde salió el perro? —Es mío —bufé frustrado, y disparé un par de veces más, dándole al espejo de él. —Tienes demasiado por explicarme. —Primero volvamos a Moscú, porque no me creerás nada de lo que diré. A todo esto, ¿qué sabes de Vicky? —Imagino que estará con Dussan en una nueva aventura —gruñí con profundo dolor, uno que ella reconoció. De pronto sentimos un par de disparos en la llanta trasera y el protector estalló, dejándonos en una peligrosa zona en la que casi chocamos. Nika se aferró al perro queriendo protegerlo y disparó el arma que tenía guardada bajo su asiento, en lo que yo intentaba sacarnos de la curva para retomar el camino a Moscú. Luzhin aceleró en esos segundos consiguiendo quedar a la par de nosotros, aunque del lado de Nika, pero ella no se dejó intimidar por su presencia y en vez de eso le disparó dispuesta a asesinarlo. Luzhin, en respuesta al fuego, nos embistió un par de veces, alterando al canino que estaba cada vez más furioso y a su vez protector con Nika, demasiado diría yo. —¡Sostente fuerte! —el perro me ladró furioso. —¡Somos dos de este lado! —recriminó ella a la par de los ladridos. —¡Bien, bien! ¡Lo siento! ¡Solo sosténganse fuerte! —el canino ladró un poco más amigable y ella le hizo algunos mimos mientras lo cubría con su abrigo—. Como si no tuviera suficiente contigo y con Victoria para ahora tener que soportar a un perro. —¡Es mi cariñito, así que no lo vuelvas a ignorar! —palmeó aniñada mi brazo en reclamo. —¡¿Cómo que tu cariñito?! —otra embestida de Luzhin nos alertó. —¡Dale con todo a ese bastardo, Alek! —soltó con profundo rencor. —¡Ese es el plan, pero necesito acercarme al próximo edificio! Al ella comprender el plan, quiso jugársela con un movimiento arriesgado y pasó a la parte trasera para bajar el vidrio y disparar al auto de Luzhin, que también era blindado, aunque alcanzó a dañar el protector de las dos llantas que estaban de nuestro lado. —¡Ahora, Alek! —¡Sujétense fuerte! El perro ladró y pasó atrás con ella, quedando ambos en un fuerte abrazo, yo embestí a Luzhin, activé unas púas que terminaron de dañar la segunda capa de su protector y una estalló en cuanto él se apartó, consiguiendo perder el control, pero antes de que yo pudiese cantar victoria, el muy infeliz nos dio otra embestida que sacó ambos vehículos de la vía, estrelló el lateral del suyo con el edificio para frenar con mayor seguridad, y nosotros derrapamos y dimos un par de vueltas hasta impactar de lado con un árbol. —¿Están bien? —pregunté dolorido por el fuerte golpe que recibí en la cabeza y un costado de mi cuerpo, pero me preocupaba que Nika no respondía y el perro chillaba angustiado—. ¿Nika? —me aseguré de que Luzhin no saliera de su auto y pasé a revisarla—. Nika, despierta —palmeé su rostro, pero no reaccionaba, aunque tampoco parecía haber sangrado. —¡Morozov! El lejano, colérico y dolorido grito de Luzhin me enervó y más al recordar que ella estaba desnuda cuando la encontré. —Cuídala, amigo, ella también es importante para mí —pedí al canino, y salí confiado por el rugir que me dio. Me sorprendía la inteligencia de ese perro, también la cercanía con ella y aunque mil preguntas me martillaban, no dudé en recargar el arma y salir con toda la disposición de cobrarle a ese infeliz lo que le hizo a Nika. Un fuego cruzado se dio entre nosotros y me alejé del vehículo para enfocar a Luzhin en mí y no en ellos. Él de vez en cuando soltaba una bala en su dirección, pero enseguida lo hacía retroceder cuando le disparaba varias veces. —¿Dónde demonios estarán esos idiotas cuando los necesito? —gruñí acorralado tras recibir un par de balas en el brazo. (…) Nika Desperté por los ensordecedores disparos y los lamidos del husky, todo me daba me daba vueltas y me dolía demasiado el brazo, estaba fracturado. Sin embargo, me di cuenta de que los cartuchos de ellos se terminaron y Alek se fue contra Luzhin en un combate cuerpo a cuerpo, se notaba cuán consumido estaba por la cólera, pero sabía que ese infeliz podía jugarle una trampa al retroceder hacia su auto con cada golpe. —Quédate aquí, cariño, no bajes por nada del mundo —dije a mi bebé, quien seguía preocupado por mí. Busqué el arma con dificultad, ya que un perro de casi veinte kilos sobre mí no era la mejor ayuda, aunque me conmovía su actitud. En cuanto encontré mi arma, bajé sigilosa, cerrando apenas la puerta para no alertar a ninguno, y me escabullí en la oscuridad para llegar a ellos, pero Luzhin se percató de mi presencia cuando fue arrojado al capó, golpeó la rodilla de Alek y volvió al auto como pudo en lo que yo corría hacia ellos. Podía sentir los desesperantes ladridos y rasguños del husky en el auto, se sincronizaban con mi agitado palpitar que pareció estallar en cuanto vi un arma en la mano de Luzhin. Todo pasó tan rápido que no dudé en disparar, pero Alek quedó entre nosotros intentando arrebatarle el arma y Luzhin volvió a patearlo, quedando a nada de descargar las balas contra él, entonces levanté mi arma y le disparé a ese infeliz. Corrí hacia Alek cuando Luzhin se alejó para dispararme y mi amigo usó su corpulento ser como escudo quedando frente a mí, pues temía que una bala me alcanzara, pero sabía que él no tenía un traje antibalas, ya que me había dado su abrigo y las prendas que portaba eran normales. Como no hubo tiempo para analizar nada, golpeé las costillas de Alek, pasé por un lado para quedar frente a él y este tiró del abrigo en un intentó por apartarme, pero eso resultó fatal para mí ya que Luzhin no dudó en dispararme en puntos críticos y de no ser porque Alek siguió tirando del abrigo, una bala me habría atravesado la cara, pues sentí el roce en mi mejilla. Es increíble cómo la vida se nos va en uno instante, también cómo Alek evitó que soltase el arma y, aún en mi mano, disparó a Luzhin hasta dejarlo en el suelo, pero él no perdió un segundo en revisar si seguía con vida, pues yo caí en sus brazos con la sangre escapándose de mis venas. —Resiste, Nika, no te atrevas a dejarme —suplicó Alek, cargándome y llevándome de vuelta al auto. Cerré los ojos un instante y los abrí cuando sentí el movimiento del auto y las lamidas de mi bebé, a la par de sus lamentos. —Estás bien… E-Estaré bien… —dije con dificultad. —¡Claro que estarás bien! ¡No dejaré que mueras! —gritó Alek preocupado. —Alek…, t-tengo frío… Por mucho que quise mantenerme despierta, lo único que pude divisar fue a Alek, el husky y el recuerdo de Luzhin cayendo en el frío asfalto.
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