Mi mente estaba hecha un manojo de ideas y sentimientos encontrados. Estaba perdidamente enamorada de Andrés, desde el primer día que me acompañó a esperar al cerrajero en la empacadora de Pet Gourmet. Lo vi ahí, inclinado hacia mí, con su mirada coqueta y suplicante, seguro de que mi respuesta sería un sí. Y es que si le quería decir que sí, pero aún no podía terminar de asimilar todo lo ocurrido y mi embarazo. ¿Porqué me cayó un rayo? ¿Qué hacíamos bajo una tormenta eléctrica que no recuerdo absolutamente nada…
—¡Claro que me casaré contigo Andrés!
—Te compraré un anillo muy lindo, te lo prometo. El mejor.
Me besó con dulzura, me amaba, estaba segura de ello, pero antes de que siguiera evadiendo el tema lo comencé a bombardear con preguntas.
—¿Ya me vas a contar que sucedió?
—¿Qué q
