(Almendra) Algo le pasaba a Bastián, aunque él dijera que no, y ese algo se relacionaba con mis terrenos. Una vez que se fue de la casa, llamé al abogado que se hizo cargo de la venta de la parcela y lo cité a la mañana siguiente, le dije que algo urgente había surgido y que necesitaba hablar con él. Si le diría o no a Bastián, me tenía sin cuidado. Yo necesitaba saber. Y si el abogado no sabía nada, le preguntaría por algún amigo que tuviera Bastián y que me pudiera ayudar. Era difícil que lo hiciera, pero peor era no intentarlo. Grande fue mi sorpresa cuando, al llegar al lugar acordado, vi al abogado y reconocí en él, al amigo de Bastián, el que andaba ese día del choque. Creo que el golpe fue peor de lo que pensé. ―Gustavo... ―dije lacónica. ―Buenos días, Almendra, ¿sorprendid

