Mariela es una joven hermosa de 20 años que acaba de llegar a Roma, en sus primeros días se está hospedando en un hotel, pero sus planes son el de conseguir un pequeño apartamento para vivir. Ella se siente feliz de que por fin pudo escapar y podrá hacer su vida fuera del dominio de su padrastro, que lo único que ha hecho es tratar de controlar su vida como lo ha hecho con su madre desde que se casaron. Mariela decidió irse a estudiar a Italia, ya que como buena estudiante se había ganado la oportunidad de terminar su carrera en Italia. Su padre le había dejado un pequeño patrimonio ante de morir el cual le permitirá vivir de manera cómoda por unos cuantos años, él era un hombre bastante rico, pero sorpresivamente murió y le dejo la administración de toda la compañía a su socio quien ahora era su padrastro. Su madre Lucia no tuvo ningún escrúpulo en casarse con él unos pocos meses después de la muerte su padre.
Ella había acordado reunirse con una amiga que tiene ya dos años viviendo aquí en la capital de Italia, las dos planearon salir a divertirse un poco y celebrar la libertad que ahora Mariela tenía al estar lejos de su familia. su amiga es una joven de 21 año de edad y estudia diseño de moda al igual que Mariela
El único deseo de ella en este momento es el de ser libre y poder disfrutar su vida, por lo menos esta noche, ya que proto empezará a estudiar y su vida estará ocupada.
Hoy irán a un club el cual según su amiga es muy bueno y van personas muy importantes, el novio de su amiga que es diez años mayor que ella frecuenta ese club y gracias a él podrán entrar.
Quiero ponerme un lindo vestido rojo y maquillarme para aparentar que soy mayor a la edad que tengo. —pensó Mariela mientras se miraba al espejo con el vestido en sus manos, simulando que lo trae puesto.
Tocaron la puerta de su cuarto y ella puso el vestido en la cama y fue a abrir la puerta, cuando la abrió se encontró con su amiga Ana que acaba de legar.
—¿Que tal tela estas pasando aquí? —le dijo Ana mientras entraba a la habitación del hotel donde se encuentra su amiga.
—Estoy bien, pero sabes que debo encontrar un apartamento pronto y no quiero que sea muy grande, solo algo cómodo en el que pueda vivir. —le dijo, ya que a pesar de que tiene el dinero que le dejo su padre, ella quiere gastar lo menos posible, por si en un futuro lo necesita, además Mariela pretende conseguir un empleo mientras se encuentre en Italia.
—Ya te había dicho que podías quedarte conmigo. —le dijo Ana, ella vive en un cómodo apartamento que su novio le había regalado.
—Lo sé, pero lo que deseo es experimental la vida como una persona sortera que vive sola he independiente.
—Si eso es lo que quieres no te lo voy a impedir. ¿Tu padre pagara tus gastos y la universidad verdad?
—Mi madre me ayudara, por lo menos ella decidió hacer algo por mí y no dedicarse a su esposo, pero si en algún momento llego a necesitar dinero tengo los ahorros que mi padre me dejo, a un que pretendo buscar un trabajo.
—Trata de sacarle lo más que pueda a tu madre, de todas maneras, su dinero también es tuyo. —Mariela suspiro al escuchar las afirmaciones de su amiga, su madre ha decidido ayudarla porque quería redimirse después de nunca haberse preocupado por ella, ya que a ella solo le importaba el dinero, a un más que su propia hija.
—Dejemos de hablar sobre mi familia y empecemos a prepararnos para irnos esta noche de fiesta. — lo último que deseo es pensar en mi familia. Pensó mientras tomaba en sus manos el vestido rojo que quería usar esta noche.
Las dos se vistieron y se maquillaron, ambas estaban hermosas, el maquillaje que Ana le hizo a Mariela la hacía aparentar un poco más mayor de lo que era y con el vestido rojo que traía puesto se veía muy sexy.
Las dos salieron hacia el club y como había dicho su amiga la influencia de su novio movieron las piezas del ajedrez y le permitieron pasar. La música en el lugar era envolvente y la pista de baile estaba llena de personas.
—Qué tal si vamos a la barra y nos tomamos unos tragos. —le dijo Ana a Mariela mientras movía suavemente su cuerpo con el ritmo de la música.
—Me parece genial. —le respondía, pero la música era bastante fuerte y no estaba segura de sí su amiga la había escuchado.
Ana tomo de la mano a Mariela y las dos fueron a la barra de bebidas.
—¿Qué quieres pedir? —le pregunto Ana a su amiga.
—Sexo en la playa. —le dijo convencida de que podía tomar alcohol, aunque no lo tolera muy bien.
—Está bien, yo tomare un Martini.
Ella llamo al cantinero y pidió las bebidas, las dos se tomaron dos copas y luego se fueron a bailar junto con todos los que se encontraban en la pista de baile.
No paso mucho tiempo para que el alcohol empezara a hacer sus efectos y Mariela se sintiera mareada.
—Creo que necesito ir al baño. —le dijo a Ana.
—Ok. Yo iré allá arriba mi novio ya llegó, cuando tu salgas ve allá. —me dijo señalando un área con salones VIP.
—Ok.
—Estaremos en el salón 6
—Está bien ahí te veo. —le respondió y se fue al baño, cuando llego se metió en unos de los cubículos para hacer pis. Mientras estaba ahí escucho a unas chicas que habían llegado y estaban hablando.
—No pienso ir con ese hombre. No has escuchado que es un hombre salvaje. —dijo una de la chica enojada.
—¿Y qué harás?
—Dejare este estúpido brazalete aquí me iré. —le respondió decidida la mujer. Mariela continuo en silencio dentro del cubículo donde se encontraba.
—Deberías verlo y después decidir si lo rechazas o no, nuestro jefe se enojará mucho si te vas como si nada, él ya pago mucho dinero por ti. —le dijo la compañera preocupada.
—No me importa, he escuchado historias terribles sobre Aurelio Santoro y no pienso ser parte de sus historias. —le dice la chica la cual se fue y la otra la siguió más atrás y cuando la puerta se serró Mariela decidió salir de donde estaba.
Ella se dirigió a los lavamanos a lavar sus manos y ahí encontró un brazalete, el diseño era extraño pero hermoso este tenía piedras rojas en el centro y a los lados estaban rodeadas de piedras que parecían diamantes, Mariela pensó que el brazalete era falso, porque si no fuera así no lo dejarían tirado en ese lugar, como le había gustado mucho se lo puso, el brazalete le quedaba bien así que decidió no dejarlo tirado y se quedó con él.
A un sintiéndose algo mareada por los tragos que se había tomado decidió ir a donde se encuentra su amiga y ahí descansaría un poco hasta que se le pasara el malestar que tenía, ella cuando tomaba alcohol se sentía débil y sentía que perdía la fuerza.
“Creo que no fue inteligente de mi parte tomarme esos tragos.” Se dijo así misma.
Subió las escaleras y fue hacia donde están los salones VIP. Miro los números de las puertas y se dio cuenta que había dos salones con el mismo número, pensó que lo más evidente era que el número seis era el que estaba al lado del cinco, sin embargo, ese club tenía la temática de poner los números sin orden específico, y a pesar de que las puertas estaban enumeradas no seguían el orden común de los números, así que tendría que entrar al salón que tenía enfrente y ver si ese era el lugar donde se encuentra su amiga.
Mientras tanto detrás de la puerta que Mariela iba a abrir se encuentra Aurelio, él estaba aburrido y cansado de esperar a la mujer que se suponía tenía que haber llegado hace más de media hora.
“Se suponía que me traerían a una chica, pero ella aún no ha llegado, incluso ya le envié el brazalete que indica que es la elegida, pero se están tardando mucho y eso me tiene enojado.” Pensó Aurelio mientras coge una copa de wiski que tiene en una mesa que está a su lado y toma un buen sorbo.
De pronto escucha la puerta abrirse, él mira hacia la puerta y frente a él tiene a una hermosa mujer de pelo castaño, trae puesto un vestido rojo ajustado a su esbelta figura que le queda bastante bien. Aurelio estaba encantado con lo que veía y le gusto, aunque no fue la mujer que él había elegido, la miró de arriba abajo y se dio cuenta de que ella trae el brazalete puesto.
“Supongo que cambio de lugar con la otra chica, en otro caso estaría molesto, pero esta mujer es mucho más hermosa y tiene una mejor figura.” Pensó algo excitado al pensar en tener a esta mujer debajo de él, desnuda mientras la besa y la hace suya.
Aurelio nunca estaba solo y siempre tenía dos hombres de seguridad a su lado cuando estaba en algún lugar. Mariela que había entrado miro al hombre que estaba frente a ella y que la miraba con los ojos llenos de lujuria, pensó irse, pero a su lado tenia a dos hombres vestidos de n***o armados y con un aire que decía peligro, ella se encontraba asustada en ese momento. Volvió a fijar su mirada en el hombre que tenía frente a ella y que la miraba con una mirada intensa, la luz en ese salón era tenue, pero se podían ver esos intensos ojos color café y las atractivas facciones de su rostro.
—Pasa, te he estado esperando. —le dijo Aurelio en un tono pasivo, pero cargado de deseo.
—Lo siento creo que me equivoque de salón. —dijo Mariela tratando de salir de aquel lugar, pero su salida fue impedida por los guardas espalda de Aurelio, que a su señal habían bloqueado la salida.
—No tengas miedo y acércate a mí, no muerdo.
—Disculpe señor, pero usted está equivocado, no soy la persona a la que espera. —le dice, Mariela estaba asustada en ese momento y no sabía cómo demonio había terminado en esa situación.
—No, traste de engañarme y obedéceme, pague mucho dinero por ti. — Aurelio se pone de pies y camina hacia ella, toma el brazo donde ella tiene colocado el brazalete y lo pone a la altura de sus ojos. Mariela simplemente lo mira asustada. —este brazalete dice que eres mia. —le dice el muy cerca de sus oídos.