El amanecer se colaba tímidamente entre las cortinas blancas cuando Gerald abrió los ojos y giró el rostro hacia la izquierda. La cama estaba vacía. El hueco que Gina había dejado aún estaba tibio, lo que le indicaba que no hacía mucho que se había levantado. Pero eso no lo tranquilizó. Al contrario, lo irritó. Últimamente ella se mostraba distante, esquiva, como si cada día estuviera más lejos de él, más cerca de un mundo al que él no tenía acceso. Se sentó en el borde del colchón, con la frente entre las manos. Intentó no pensar demasiado, pero era imposible. Al principio había creído que la distancia de Gina tenía que ver con Ben y su hija, se puso celoso y se hizo historias en la cabeza. Pero ahora… ahora no estaba tan seguro. Gina no era solo distante con él, también con Ben, con tod

