Capítulo 37

1332 Palabras

No sabía cuánto tiempo llevaba en la sala de espera. El reloj colgado en la pared parecía moverse más lento que la sangre que sentía congelada en las venas. La ropa empapada en sudor, el puño cerrado, el corazón temblando bajo una máscara de serenidad impostada. La imagen de Gina resbalando, su cuerpo golpeando con violencia el suelo del pasillo, se repetía en su cabeza una y otra vez como una maldición. La había cargado en brazos asustado al momento que vio la sangre, la subió al coche y la trasladó él mismo, condujo como desquiciado por la ciudad hasta que estuvieron en la clínica. En su mente se maldecía a sí mismo por haber gritado, por haberla asustado. Pero no fue su culpa. No del todo. Ella tenía que haberle dicho que seguía hablando con Ben. ¿Cuántas veces le pidió que fuera hon

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