[JORDÁN] —¡Zehra! —grito con todas mis fuerzas desde el interior del auto, viendo con horror cómo cruza la calle sin mirar a los costados. Un vehículo la embiste de lleno. Su cuerpo choca con el capó antes de desplomarse violentamente sobre el asfalto. El conductor frena en seco. Yo salto del auto y corro hacia ella. —¡Zeh! —escucho a Lautaro gritar también. En cuestión de segundos, ambos estamos arrodillados a su lado, sin saber qué hacer, paralizados por el miedo. —No la vi... no sé de dónde salió —balbucea el conductor, visiblemente en shock. —¡Llame a emergencias! ¡Una ambulancia! —ordena Lautaro, intentando contener el temblor de sus manos. Zehra sangra, pero no sabemos bien de dónde. La desesperación se apodera de nosotros. —Hermosa... no me puedes dejar, ¿me oyes? No puedes ha

