Capítulo Veinticuatro Amber estaba parada en la esclusa con Madeleine y Dominique, observando el barro y las rocas pasar. Un arco de hierro forjado, como la puerta de entrada a un campamento, se curvaba sobre sus cabezas. La frase alemana "Arbeit Macht Frei" estaba entretejida en los herrajes. Madeleine se secó las lágrimas de la cara. Un moretón morado decoloraba su mejilla izquierda. "No llores, mi amor", susurró alguien detrás de Madeleine. "¿Por qué no la estamos pasando bien?" Él se rió y extendió la mano para tocar su pecho. "¡Hijo de puta!" Amber lloró y agitó su puño tan fuerte como pudo, golpeándolo en las costillas. El musculoso hombre rubio se volvió hacia ella, riendo. "Entonces, nos divertiremos con esta". Agarró a Amber e intentó besarla mientras ella luchaba y pateaba.

