CAPÍTULO 16: ENTRE SOMBRAS Y LUCES

1217 Palabras
El tiempo seguía su curso, y con él, la relación entre Lucía y Gabriel. Aunque su amor parecía crecer a cada paso, también lo hacía la complejidad de lo que compartían. Los días ya no eran tan claros como al principio; se veían matices, áreas grises que desafiaban sus concepciones sobre el amor y la vida. Enfrentarse a esas sombras no era sencillo, pero la luz que habían encontrado juntos les brindaba la fuerza necesaria para continuar. Lucía, mientras tanto, se sumergía en su propio proceso de transformación. La creación de su estudio de arte se estaba convirtiendo en una realidad más tangible. Después de meses de planificación, finalmente había encontrado el espacio adecuado. Era un antiguo edificio que había sido restaurado y que ahora se llenaba de luz natural, un lugar perfecto para la creación. Sin embargo, lo que debería haber sido un momento de júbilo, estaba siendo eclipsado por una sensación de inseguridad que no lograba sacudirse. Aunque Gabriel la apoyaba incondicionalmente, Lucía sentía una presión interna que la llevaba a cuestionarse si realmente estaba a la altura de sus propias expectativas. A pesar de sus avances, la sombra de la duda seguía acechando, especialmente cuando pensaba en los sacrificios que había hecho por este sueño. ¿Sería suficiente? ¿Estaría tomando la decisión correcta al seguir este camino tan incierto? Una tarde, mientras preparaba el espacio para la inauguración, Gabriel la visitó en el estudio. Ella lo observó entrar y, por un momento, las inseguridades volvieron a inundarla. —¿Estás bien? —preguntó Gabriel, notando la tensión en su rostro mientras ella ajustaba las sillas y la iluminación. Lucía suspiró profundamente y se dio la vuelta para mirarlo, tratando de no mostrar la ansiedad que la dominaba. —No sé si lo estoy. He trabajado tanto para llegar hasta aquí, y ahora que está sucediendo, siento que no soy suficiente. Que no tengo lo necesario para hacer que todo funcione. Gabriel, al escuchar esas palabras, se acercó a ella y la tomó de la mano. —Lucía, siempre has sido suficiente. Y no porque lo diga yo, sino porque lo demuestras cada día. Lo que has logrado hasta ahora es increíble. No se trata de ser perfecta. Se trata de seguir adelante, de continuar cuando las dudas parecen grandes. Y te prometo que lo haré contigo. Estoy aquí, siempre. Sus palabras, sencillas pero cargadas de sinceridad, llegaron a lo más profundo de Lucía. Miró sus ojos, y por primera vez en semanas, pudo respirar con tranquilidad. Lo que Gabriel le ofrecía no era solo apoyo emocional; le ofrecía su confianza incondicional, algo que, en su mente, no siempre había sido fácil de aceptar. En ese momento, Lucía se permitió, por fin, dejar de luchar contra sus miedos y abrazar lo que había construido. El regreso de un viejo amigo Aunque las sombras y las inseguridades seguían allí, un rayo de luz apareció en la vida de Gabriel. Un antiguo amigo de la universidad, Javier, quien había sido una de las pocas personas con las que compartió su pasión por la filosofía y la reflexión, lo contactó después de años de no verse. Javier había sido una especie de alma gemela intelectual en sus años de estudio, y aunque sus caminos se habían separado debido a las demandas de la vida, el reencuentro despertó en Gabriel una sensación de nostalgia y curiosidad. Ambos se reunieron en un café un día de la semana siguiente, y mientras tomaban café, la conversación fluyó sin esfuerzo. Javier, ahora trabajando en una ONG que apoyaba a jóvenes en riesgo, le contó a Gabriel sobre sus viajes y las experiencias que lo habían marcado. Gabriel, por su parte, compartió sus avances personales, incluyendo la relación con Lucía y sus propias luchas por encontrar un equilibrio entre su vida profesional y su vida personal. —No sé cómo lo haces, Gabriel —comentó Javier, observando a su amigo con una sonrisa cómplice. —Parece que todo te está saliendo bien. Pero yo sé que no siempre es tan fácil. Gabriel lo miró, asintiendo lentamente. —La verdad, no lo es. No todo ha sido sencillo. La relación con Lucía, por ejemplo, ha sido un proceso de descubrimiento, de aprender a ser vulnerables. Pero también ha sido el reto más hermoso. A veces, siento que todo lo que he logrado ha sido gracias a ella, a lo que me ha enseñado. Javier levantó las cejas, intrigado. —¿Qué quieres decir con eso? No parece que Lucía sea solo una persona en tu vida. Parece que ha sido una especie de detonante para tu propio crecimiento. Gabriel reflexionó sobre sus palabras, dándose cuenta de lo cierto que era. —Es verdad. Antes de ella, vivía atrapado en el éxito profesional, buscando reconocimiento. Ahora, me doy cuenta de que el verdadero éxito está en ser auténtico, en ser feliz con lo que soy. Lucía me ayudó a entender eso. Javier sonrió y, al ver la sinceridad de Gabriel, se dio cuenta de que su amigo había cambiado. La conversación giró hacia otros temas, pero Javier notó algo en Gabriel que antes no estaba allí: una paz interna, una estabilidad emocional que parecía ser el fruto de los años y de las lecciones que había aprendido. El miedo a lo irreversible A pesar del crecimiento que ambos estaban experimentando, el miedo a lo irreversible seguía flotando sobre ellos. Lucía y Gabriel se dieron cuenta de que no podían continuar ignorando las dudas que aún albergaban en sus corazones. Aunque ambos habían hecho esfuerzos por cambiar, por aprender a ser mejores para el otro, siempre había una pequeña sombra de inseguridad que amenazaba con quebrar lo que habían construido. Las cicatrices del pasado, aunque sanadas en su mayoría, seguían siendo un recordatorio de que el amor no era algo que podía darse por sentado. Una noche, mientras cenaban en casa de Gabriel, se dio cuenta de que Lucía estaba más callada de lo habitual. Él, que siempre había sido atento a sus emociones, no pudo evitar preguntar. —¿Qué te pasa? Te noto distante hoy. Lucía lo miró, y sus ojos reflejaron un miedo antiguo. El miedo a perderlo todo, el miedo a que lo que habían construido no fuera suficiente. —Es solo que… a veces siento que estamos caminando sobre hielo fino. Todo está bien ahora, pero ¿y si no lo está mañana? ¿Y si las dudas que tengo ahora vuelven a separarnos? —dijo con una voz llena de incertidumbre. Gabriel la miró fijamente, su mirada seria pero llena de comprensión. Sabía que esos miedos eran naturales, que ambos habían pasado por tanto para llegar hasta ahí, pero también sabía que no podían permitir que esos miedos dictaran su futuro. —Lucía, no podemos controlar el futuro. Ni tú ni yo podemos garantizar que todo será perfecto. Pero sí sé algo: lo que compartimos es real. Y no quiero perderlo. No quiero perderte. Así que, mientras estemos aquí, en este momento, voy a seguir eligiéndote. Y cuando llegue el momento, si las dudas vuelven, enfrentémoslas juntos. Lucía, al escuchar esas palabras, sintió que algo dentro de ella se relajaba. El miedo seguía allí, pero no podía negarlo: Gabriel la había elegido, y lo haría una y otra vez.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR