Los días pasan con falta premura. El hospital se ha hecho mi hogar esta última semana, tanto de Valerio como de Katherina… que aún no despierta. Le he comprado cada día un ramo de girasoles, para adornar de color la habitación inmaculada. Junto a ella se encuentra la cuna de Valerio, quien se encuentra emocionado de dormir junto a su madre. Conmigo, casi no duerme, siempre se mueve inquieto. Y junto a ella, se queda dormido rápidamente. Es como magia. ─¿Me vas a decir finalmente lo que te pedí?─ Le pregunto tajante a Kimberly. Quien arrulla a Valerio. Lleva su mirada inquisidora hacia mí. ─No lo quiero hacer, porque de seguro harás una locura. Solo, lo haré por Katherina─ responde, le esbozo una sonrisa. ─Gracias, cuñadita─ murmuro. ─Cállate─ ordena ella efusiva. ─¿Qué te ha dicho el

