Si, pero ¿por qué (empecé a preguntarme cuando se me pasó por fin la emoción) la tía había contratado ese seguro de vida, siendo inmensamente ricos tanto ella como los beneficiarios y, además, estipulándola para su propia sociedad? No podía más que llegar a una conclusión: que todo estaba preparado por mi pariente, de acuerdo con su agente indio, para aterrorizarme e inducirme a firmar el pacto. ¡El testamento se había redactado muchos años antes y de todas formas habría heredado todo! Un contrato inútil, concluí amargado.
Sin embargo, al tomar posesión de la herencia tuve pruebas de lo contrario: me entregaron un sobre sellado que contenía una carta de la tía, escrita para mí pocos días antes de morir. Así conocí la verdadera naturaleza de la asociación n***o Ébano, así como la de esa ve
