—Al fin llegas, pensé que te había pasado algo. —Ana esperaba por él, sentada sobre el sofá de la sala. Pasaba de media noche y estaba preocupada, Tanner a veces podía ser muy impulsivo. Leo estaba tan pensativo que ni siquiera le prestó atención, caminó hacia el pequeño bar dentro del apartamento y se sirvió una copa de alcohol. La omega lo miró expectante. —¿Qué pasa? —Se acercó a él. —Necesito que despiertes a Félix, se cancela el plan de mañana... . . . —¿Qué su hija que? —exclamó Ana—. Lo investigamos. ¿Cómo es posible?, jamás dio indicios de haberse casado y menos de tener una hija. —Pues la tiene, es una omega mimada que... —Se quedó pasmado recordando su olor, su angelical rostro, su dulce voz... —¿Qué que? —Ana lo miró seria y Leo negó. Tenía que olvidarse de la atracc

