Eduard Bebo de mi copa de Borbón mientras contemplo la ciudad desde mi oficina. La luz de la luna iluminando todo a su alrededor. Es hermoso. En todo el día no he podido evitar pensar en ella, en la razon de su renuncia, la noté tan decidida a ganar el caso que me desconcertó demasiado su decisión. Observo mi reflejo en el cristal, mi ceño fruncido, parado en jarra, algo me molesta y ni yo mismo entiendo que es. —¡Eduard! ¿Aún aquí? —Lori entra sin avisar a mi oficina y yo me sobré salto por la sorpresa —¡Maldita sea Lori, toca antes de entrar...! —Me exalto, estaba tan ensimismado en mis pensamientos que ni siquiera pude notar su olor, pero me arrepiento en el instante en que suelto las palabras. Estoy más irritable de lo normal y Lori se queda estática ante mi voz. —Lo siento, ¿Qu

