—¿Eh? ¿Por qué lloras? —Sebastián se acercó a mí y limpió mis lágrimas —deja de llorar, no me gusta verte triste. Vamos, quiero bailar contigo.
—Sabes bien que no bailo, ve a hacerlo con tu nueva conquista y a mí déjame beber aquí en la barra. Las mujeres como yo, eso es lo que hacemos en estos eventos, beber y comer gratis. Somos invisibles para los demás y si acaso se acercan a nosotras es porque quieren coger.
—Yo te estoy invitando a bailar y no quiero coger contigo, puag, no, qué horrible —él hizo un mohín de asco —, así que deja de decir esas cosas.
—Bueno, gracias por tu sinceridad. Barman, por favor, deme un trago doble de tequila — él lo sirvió y yo lo bebí, entonces le hice de seña que otro, así que lleno la copa nuevamente —gracias.
—¿Acaso ya te vas? Pensé que te ibas a quedar hasta el final, ni siquiera han servido el banquete y menos el pastel.
—Debo irme, hay trabajo pendiente y también tengo junta con mi jefa dentro de media hora —miré mi reloj —. Sabes que debo atender mis responsabilidades antes que el placer.
—Si crees que me engañas, estás equivocada. Te conozco, Charlotte, y sé bien que utilizas lo de tu trabajo de justificación para irte temprano. Lo que no entiendo es el motivo por el cual sales huyendo.
—Entonces no me conoces tan bien como dices —tomé mi cartera y me puse delante de Sebastián —. Nos vemos, Sebas, que disfrutes de la fiesta.
Le di un beso en la mejilla y fui en dirección a la mesa de los novios, ellos al verme se levantaron rápidamente; Jonathan conocía muy bien esa mirada.
—Ya me voy, gracias por haberme invitado y les deseo la mejor de las felicidades, que disfruten su fiesta y luego su luna de miel.
—¿De qué hablas, Charlotte? Sabes bien que no tuvimos dinero para…
—¡Ah! Espera un momento —levante mi dedo y abrí mi bolso, entonces saqué un sobre —. Aquí tienes, es un vuelo en primera clase para Seychelles. Tienen todo pagado en el resort que está en la isla norte, disfruten mucho y diviértanse como nunca.
—Pero Charlotte — Jonathan tomó el sobre y al abrirlo se asustó — ¿Cómo has hecho esto? No debiste molestarte, sabes bien que…
—Shhh —lo interrumpí y sonreí con afecto —. ¿Realmente pensabas que me iba a quedar de brazos cruzados al ver que no tendrías luna de miel? Por favor, Jonathan, creo que el golpe que te dio la loca de tu ex con aquella sartén realmente te afectó. Tienes una amiga que posee recursos, aprovecha que no todos gozan con tal ventaja.
—Gracias, Charlotte — él me abrazó y me susurró en el oído —. Espero que la vida te regrese todo lo bueno que das, sé muy bien el motivo por el cual te estás yendo en este momento y ten por seguro que algún día serás la protagonista y no la espectadora. Sebastián es un idiota, cambia el oro por cobre.
Le sonreí y le di un beso en la mejilla, les di mis mejores deseos a los recién casados y me fui de la recepción. Iba a mitad de la pista cuando Isabel me detuvo en ese sitio.
— Ten — ella puso su ramo en mis manos — esta es la forma que tengo de agradecer lo que has hecho por nosotros. Tienes un corazón de oro, Charlotte, y eso es muy raro encontrar en la actualidad. Por favor, no rechaces algo que te entrego con mucho cariño.
Fui incapaz de rechazar tal cosa y solo me quedo agradecer con un abrazo a Isabel. Me fui de ahí y llegué a mi apartamento. Lo había comprado con mi primer sueldo, estaba ubicado en una de las mejores zonas de la ciudad y tenía una vista envidiable. A pesar de todo el lujo que me rodeaba, había una soledad tan grande que me dolía y cada día pesaba más.
—¿Qué sucede, Adrián? — contesté mi celular y me serví jugo — se supone que debes de estar disfrutando la fiesta y no hablando conmigo.
—¿Por qué te fuiste cariño? Pensé que te ibas a quedar hasta el final de la recepción o al menos despedirías a los novios. Todo el mundo está hablando del presente que les hiciste, vaya, que te lo tenías bien guardado.
—Tengo una reunión con mi jefa y sabes bien que por la diferencia horaria debo de estar aquí a esta hora. Respecto al regalo de los recién casados, no lo hice con el objetivo de que todos se dieran cuenta y hablaran de mí, solo les di algo que no tenían, eran los boletos para su luna de miel o una casa, pero dado que los padres de Jonathan se me adelantaron, con esto fue que escogí lo otro.
—Es una lástima que no estés aquí, bueno, tengo que irme. ¿Nos reunimos mañana? Así hablamos un poco sobre la boda.
—Creo que lo mejor será pasado mañana, probablemente amanezcas con resaca y no me apetece verte así.
Al final me despedí de Adrián y quedamos que nos íbamos a ver en el lugar de siempre. Las bodas eran algo que a mí siempre me emocionaba, pero después me terminaba doliendo, ya que estaba sola y ahí me daba cuenta más vivamente de mi soledad. Siempre era la mujer con un buen corazón, con una personalidad increíble, aquella con la que no te aburrías en absoluto, la que nunca tenía planes un fin de semana y podría ser el comodín perfecto para salir en caso de que una muñeca plástica te cancelará a última hora, con la que hablabas de cualquier cosa que hicieras y nunca te juzgaba, la que era cariñosa, que te hacía reír cuando ni siquiera querías hacerlo.
A pesar de todas estas cosas buenas, nunca eras escogida por nadie, ¿Y por qué era eso? Porque simplemente eras la amiga y solo eso, aquella con la que pasabas un buen rato, pero hasta ahí. Las justificaciones siempre eran las mismas, “Es que eres bonita, pero solo de cara” “Si tan solo bajarás de peso” “No eres mi tipo” “Las prefiero delgadas” Y muchas otras cosas, al menos habían algunos que se molestaban en decir cosas no tan desagradables, en el camino me encontré con tantos tipos que pensaban que por ser gorda tenía un rótulo en la frente que decía “Fóllame” no todas somos así, es increíble encontrarse en pleno siglo 21 con pensamientos así.
—Salud por todo eso — alcé mi vaso con jugo y lo tomé — por demostrarme que es mejor estar soltera que con cualquier idiota.
¿A quién engaño con eso? Claro que quería tener a alguien, eso no era un pecado capital, el cual debía ser castigado con la pena de muerte. Al inicio no me molestaba estar soltera y lo decía sinceramente, pero con el pasar de los años todo eso empezó a pesar cada vez más, quizás muchas mujeres se sentían plenas al estar solas y es algo que me parece perfecto, solo que en mi caso eso no aplicaba y deseaba casarme algún día, caminar hacia el altar y ver al hombre que me había escogido a mí entre miles de chicas, quizás estoy siendo demasiado codiciosa al esperar unas cuantas lágrimas de felicidad por parte de mi futuro esposo del cual desconozco el rostro.
—Hola, jefa — miré a través del monitor —. Las portadas de los primeros veinte libros ya se las he enviado a su correo, solamente me hace falta afinar algunos detalles de las otras diez portadas.
— Me sorprende estar hablando contigo, Charlotte. Se supone que hoy se casaba uno de tus amigos de la infancia y aquí me estás diciendo lo que ya me habías dicho, no puedo creerlo.
—Mejor empiezo a trabajar, además ya hice lo que tenía que hacer con Jonathan y no le veo sentido quedarme ahí si ya no tengo pendientes. Necesito que me recuerde la fecha en la que se van a lanzar esos libros en físico. Estoy preparando algunos banners promocionales para las r************* .
—El lanzamiento es en un mes, tienes tiempo para prepararlo, así que no te preocupes. Por cierto, dado tu buen rendimiento en la empresa, se decidió que te daríamos un bono en reconocimiento de todo lo que haces y la cantidad de clientes que solicitan tus servicios. Eres una excelente diseñadora gráfica y contratarte fue lo mejor que pude hacer.
—Es bueno escuchar eso, bueno, me iré a dormir, ya que estoy exhausta — bostecé y cubrí mi boca —. Le enviaré en esta semana las primeras cinco portadas de las diez que tengo pendientes. Le pasaré a Abril los banners para que haga el marketing en r************* y así empezar a salir de los pendientes.
—Muy bien, ahora necesito hablar de otra cosa contigo — mi jefa se recostó en su silla — quiero que me digas el motivo por el cuál te encuentras hablando conmigo en vez de estar en la boda de tu mejor amigo, me has pedido que pospongamos esta reunión para mañana debido a ese evento, accedí ya que no era algo tan urgente y al final has venido hoy para hablar conmigo.
—Las bodas son agridulces para mí, era la única persona que no tenía compañía en ese sitio y sinceramente no quería que Sebastián o Adrián se acercaran a mí por lástima. Ellos tenían derecho a disfrutar y solamente les estaba estorbando.
—¿Realmente te sientes así? Porque siendo sincera, creo que solo tú tienes esos sentimientos, tus amigos te quieren y lo sabes. Deja de pensar que todo el mundo se acerca a ti porque les das lástima, ¿Alguna vez has considerado que es tu personalidad la que los atrae? Posees algo que ni siquiera te das cuenta de que tienes, cualquiera se siente cómodo a tu lado y eso es una característica que no todos tienen. Recuerda que la personalidad enamora.
—Sí, pero para conocer la personalidad debe de haber un acercamiento y esto se da en el caso de que el físico le atraiga a la otra parte; eso es algo que no sucede conmigo…