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NATE
—Fue Samuel, aunque sucedió con mi auto —asumo esa responsabilidad—, tampoco es viable Gareth, por la forma en que la encontramos, podría apostar a que vive en las calles —respondo rápidamente y me reclino en la silla.
Él niega con la cabeza.
—Según sus estudios, es una mujer con un excelente estado de salud, incluso mejor que muchas personas de su edad y que los mismos candidatos —señala las carpetas—, parece tener 26-27 años y por lo que pude observar, puedo asegurar que esa chica no vive en las calles.
Observo a mi amigo en silencio mientras me pongo de pie.
—¿Cuál es el número de su habitación? —cuestiono abriendo la puerta.
—402 en este piso —habla en tono alto.
Camino a paso rápido en busca del número de habitación, perdido en mis pensamientos, me pregunto de donde salió esta persona, ya que ella no aparece en los registros que hemos revisado en los últimos meses con el fin de encontrar un donante, entro a la habitación y me encuentro a una enfermera revisándola.
—Aún no ha despertado, sus signos son estables, volveré en unos minutos —la mujer habla y se retira.
Observo a la chica, noto su cabello rubio desde donde estoy, me acerco a ella y fijo sus manos, las cuales están muy bien cuidadas, al igual que la piel de su fino rostro y cuello, su cabello se ve suave al tacto, Gareth tenía razón, ella no vive en las calles.
Escucho un leve gemido femenino que sale de sus labios, sus ojos se abren y veo el azul más intenso que jamás había visto.
Sus pesados parpados vuelven a cerrarse.
ANNA
Abro los ojos pesadamente no logro enfocar muy bien el lugar en donde estoy, hago un gran esfuerzo para poder abrirlos completamente y veo el rostro de ese hombre, mis ojos vuelven a cerrarse perdiéndome en lo más oscuro de mis recuerdos.
FLASH BACK
Diez años antes…
Arreglo mi cabello mientras voy en el auto de mi padre, la boda será dentro de una hora y solo debo llegar a la casa de Zay para ponerme el vestido de novia y los toques finales, afortunadamente estuvimos el tiempo justo en el salón de belleza.
—Debo estacionar una casa antes, los autos del catering están ocupando todo el espacio de la entrada a la casa de Donovan —dice mi padre y noto el movimiento de muchas personas.
—Lo que tengas que hacer cariño, pero apresúrate —mi madre pide y nos detenemos detrás de una mini van que trae varios arreglos de flores.
Salimos del auto y cada uno lleva unas cuantas cosas con los trajes y zapatos que usaremos, algunas personas se acercan a ayudarnos y yo me quedo con los zapatos, el ramo y el velo.
Como puedo cierro la puerta del auto y presiono la caja de zapatos, con tan poca suerte que el ramo cae al piso, pongo las cosas en el piso y las comienzo a organizar para poder levantarlas, veo que unas manos comienzan a ayudarme, levanto la mirada sonriendo al pensar que es alguien conocido, pero mi sonrisa se congela al ver que no lo es, nos ponemos de pie sin dejar de mirarnos, sus ojos miel no dejan los míos y puedo notar su imponente altura, tiene un corte en la ceja izquierda y de pronto me siento intimidada.
Me entrega el ramo.
—Gracias —digo en un susurro bajo.
—Anna, Cariño, apresúrate —mi madre viene hacia donde estoy.
Vuelvo a ver al hombre mientras él sigue con su mirada fija en mí y se aleja al sentir que mi madre está más cerca, él toma un teléfono del bolsillo del pantalón y es cuando deja de verme.
Mi madre y mi tía toman las cosas de mis manos y me llevan con ellas, mientras el hombre se pierde entre las muchas personas.
FIN DEL FLASH BACK.
Con una sacudida involuntaria de mi cuerpo despierto sin abrir los ojos, no me quedan dudas, él estuvo ahí, él inició todo, él está implicado en esto, no fue un sueño, mi mente lo está recordando todo, todo que se había quedado en el fondo de mi mente, así como ahora sé que él está aquí, lo vi cuando desperté la primera vez, seguramente él estaba presente cuando me paso lo que sea que me haya traído a este hospital, puedo adivinarlo por el intenso olor a desinfectante, tan característico de estos lugares.
Abro un poco los ojos para ver si hay alguien cerca, pero no veo a nadie así que termino de abrirlos e intento tocar mi cabeza haciendo que me duela la mano donde está la intravenosa.
—No debería moverse —habla una voz grave y masculina, que hace que mi cuerpo se ponga tenso.
Giro mi rostro despacio y finalmente lo tengo frente a frente, Nathaniel Macmillan se encuentra en la habitación, cerca de la ventana.
Siento que el dolor y la ira presionan mi pecho, sin embargo, me trago esas emociones e intento que mi cara no muestre ninguna, mientras espero que él no me reconozca como yo ya lo he hecho.
—Llamaré al médico —dice saliendo de la habitación, no hay nada en sus gestos y reacciones que me hagan pensar que me reconozca de algo, respiro profundamente. Él no tarda más de cinco segundos en volver, habla con familiaridad con el médico que lo acompaña.
El doctor me cuenta lo que me ha sucedido y recuerdo lo sucedido con el chico y los dos hombres que lo estaban atacando, revisa mis pupilas y demás mientras Macmillan observa.
—No encontramos nada que pueda identificarte —habla el médico—, ¿Cuál es tu nombre? —miro de reojo al que parece ser amigo del médico.
—Susie Portman —digo el nombre que he usado en varias ocasiones para ocultar mi identidad—Sue —digo con un quejido cuando revisa mi herida.
—Todo parece estar en orden, sin embargo, te tendremos aquí por una hora más y si continúas como vas, te dejaré ir a casa —me mira y sonríe amable.
Afirmo con la cabeza.
—Mi seguro se encargará de sus gastos médicos —explica Macmillan mirándome, asiento conteniendo mis emociones. —Y todo lo que haga falta, también puedo llevarla a su casa cuando la den de alta.
—No es necesario —me apresuro a hablar, sintiéndome confundida por su actitud fría y a la vez amable.
—Es necesario, no estaría aquí si no fuese por el descuido de mi primo, aunque no es buena idea pasar la calle sin ver a ambos lados —habla serio y lo miro.
—Tenía prisa —levanto el mentón y alcanzo a ver que en sus ojos brilla una pizca de diversión.
—¿Tiene algún familiar que pueda venir en este momento? —cuestiona.
—No justo ahora —sacudo la cabeza y me quejo del dolor, ya que olvide mi herida.
—¿Dónde vive? —cuestiona y lo fijo queriendo decirle que sus preguntas son innecesarias.
—Riverdale —doy el nombre del barrio que Kade y yo hemos intentado ayudar en los últimos años, donde solo un par de personas sabe que somos policías.
—¿Trabaja? —pregunta desinteresadamente.
—En un gimnasio —respondo a sus preguntas por supuesto, no quiero que sospeche nada y me investigue además mis respuestas no son del todo verdad.
Él se queda en silencio con las manos en los bolsillos y su mirada está perdida en dirección a la ventana y se retira sin decirme nada lo que agradezco, su presencia me pone tensa.
Una hora después me informan que ya puedo irme, el hombre que me acompaña sale para darme un momento, así que me pongo la ropa, que traía puesta, incluso el hoddie sucio.
—¿Esta lista? —cuestiona Macmillan entrando de nuevo a la habitación.
Voy a negarme a su ofrecimiento de llevarme a casa cuando…
—¿La señorita Portman? —escucho la familiar voz de mi compañero Henry, él entra a la habitación y veo que está acompañado de Rodríguez.
—Sí, soy yo —respondo fingiendo que no los conozco.
—Debe acompañarnos, han presentado cargos en su contra por lesiones personales… —sigue hablando mientras Rodríguez saca las esposas de su cinta y se acerca a mí y lee mis derechos los cuales sé de memoria, lleva mis manos hacia atrás y me pone las esposas.