✧・゚: *✧・゚: * KATERINA *: ・゚✧*: ・゚✧
Lo miró fijamente, mi mirada se pierde en cada detalle de su rostro. Cuando dice esas cosas, siento que no las dice de corazón, sus razones tiene, pero me menciona que mi padre lo ha salvado de la ruina, lo cual me hace sonreír.
—Mi padre te salvo, qué buena gente es, ¿estás agradecido, esposo?
—¿Qué demonios estás diciendo? Es que no entiendes lo que te estoy diciendo. Jamás seremos una pareja, yo ni loco me acostaré con una mujer como tú. Mejor has algo para que no te ofenda continuamente, convierte en un fantasma en esta casa. —sentí un duro golpe interno, no sé cómo me quede de pie, siento que mis rodillas flaquean— Durante cinco años seremos esposos, porque eso fue lo que pacte, mientras en ese tiempo limítate a estar frente a mí.
—Soy su esposa, ¿Cómo me pide eso?
—Eres mi esposa de papel, nada más, ni tú sientes nada por mí, y yo mucho menos.
—Yo sí lo quiero. —ríe a carcajadas
— Tan idiota me crees, ni nos conocemos, al verte por primera vez, sentí repugnancia por ti, no sé por qué con tanto dinero en tu familia, tú pareces un adefesio.
—Yo tengo que ser digna para mi esposo.
—Digna de que, es que ¿acaso todos son locos en tu familia?
—No ofenda a los míos, si yo no le agrado, regréseme a mi casa.
—Que más quisiera, pero no puedo, haz lo que digo, no te cruces en mi camino y no pasará nada.
Esas fueron sus últimas palabras y se marchó, mis lágrimas salían como torrentes, en mi primer día fui despreciada por mi esposo, ahora que será de mí. Después de ese día no salía de la habitación, decidí comer sola, no quería seguir incomodando a mi esposo, esperando de que él recapacitara.
Una semana larga, contando las horas, esperando de que él entrara a la habitación, disculpándose, que todo fue un error, no pasó, tampoco sus familiares me visitaron, solamente la empleada que me traía la comida, hasta que ya para irme a la cama, una empleada me toca la puerta.
—Señora, ¿va a necesitar algo?
—No, estoy bien.
—Entonces pase buenas noches, me iré temprano a la cama porque los señores de la casa salieron. —la detuve.
—¿A dónde salieron, también mi esposo?
—Sí, señora, todos de la casa salieron hacia un evento de caridad muy conocido en la ciudad y donde los señores son bien conocidos.
—No me dijeron nada.
—Creo que la señorita, Inés, acompañaba al señor Camilo.
—¡Inés! Pero yo soy la esposa, tenía que haberlo acompañado.
—Eso no lo sé, mejor descanse, cuando regrese, le pregunta.
Ella se va, cierro la puerta y me acuesto, mi corazón sabe que todo está mal, esto no es justo, es casi lo mismo que en casa. Yo pensé que todo cambiaría al llegar a casa de mi esposo. Estoy tan solitaria, no quiero suponer mal, pero el puesto que ha ocupado mi amiga es mío.
Al día siguiente decidí salir de la habitación, quería caminar por el jardín, respirar aire fresco, revise que no hubiera nadie, tampoco deseo incomodar a nadie. Me senté en una silla que hay con vista a una hermosa fuente. Cierro los ojos para respirar, esto me hace muy bien.
—¡Te encontré! —abro los ojos y es ella, Inés.
—Hola…
—Pregunte por ti y me dijeron que estabas aquí.
—¿Está desde muy temprano aquí?
—Aquí dormí, es que venimos muy tarde.
—¿A dónde fueron? —sabía, pero no tenía conocimiento pleno del evento.
—Te contaré, siempre cada año vamos a un evento benéfico, para ayudar a niños con problemas cardiacos, participamos cada año, bailamos y bebemos con conocidos, es algo muy hermoso, lástima que no pudiste ir, Camilo me dijo que estabas enferma, por eso te buscaba. —él mintió, ¿Por qué?
—Ah, eso, sí, es que me resfrié anoche.
—Eso dijo, será en la próxima.
—¿Eres muy cercana a mi esposo?
—¿Estás celosa?
—No, solamente me gustaría que me hablaras de él, es que yo la verdad no lo conozco, no sé sus gustos ni sus pasatiempos.
—Desde luego que lo sé, nos conocemos de tiempos, somos contemporáneos en edad. Bueno, a él le gusta viajar, vivir bien, también es amante de los deportes extremos, yo siempre lo acompaño, porque compartimos los mismos gustos.
—Entiendo.
—Pronto viajaremos a Italia, ya que ambos nos fascinan los viajes, la buena vida.
—¡En serio! —me llene de alegría, porque me imagine que sería nuestra luna de miel, o algo parecido, aunque no sé por qué iría ella, no importa, con tal este junto a él—Me encantara conocer Italia. —ella se aclara la garganta.
—No creo que te lleve.
—¿Por qué, si soy su esposa?
—Como te lo digo, no es un viaje de placer, es de trabajo, yo le ayudo con el marketing, por eso iré. —me quede helada— Tú ¿Hasta qué nivel universitario llegaste?
—No estudie, mi madre dice que eso no sirve de nada para ser una buena esposa, mis atenciones y mi obediencia es lo que hacen feliz a un hombre.
—Eso es cierto, sigue así, pronto lo conquistarás.
—¿Usted me da la razón?
—Desde luego, como tú dices, lo que veo frente a mis ojos es lo que los enamora, que envidia te tengo.
—No diga eso, usted es muy linda, aunque tiene un estilo de vestir no muy adecuado, aquí entre nosotras, eso desagrada a los hombres, si usted quiere casarse debe tapar un poco su cuerpo.
—Pues ya me quedé solterona, —se ríe— Lo bueno que tú ya tienes un guapo esposo, la envidia de muchas.
—Sí, mi esposo es guapo, hasta me parece una mentira, aunque no entiendo por qué se aleja de mí, no quiere dormir conmigo.
—Eso es bueno, porque te respeta.
—¿Usted es muy sabia?, me alegra que sea mi amiga, ahora me siento más tranquila, gracias, señorita Inés.
—Cuando quiera, puedes buscarme para cualquier consejo, tú sigue así que vas por buen camino.
Estoy feliz, la señorita Inés es una gran mujer, me gustaría ayudarla para que encontrara un buen hombre, y se case como yo me he casado, con un hombre que me respeta, no sabía que por eso me dijo esas cosas feas y desagradables, para que yo no insistiera. Ahora solamente me toca esperar, seré una esposa obediente y paciente.
Ella se retira, decido caminar y disfrutar de este hermoso día, al alejarme de la casa, me paro frente a ella, a lo lejos se ve pequeña, como una casa de muñecas, miro un auto llegar, aquí los autos tienen forma diferente, mi padre solamente usaba uno de una sola forma. Mi corazón late fuerte cuando ve a Camilo descender del auto, camino aprisa, quiero saludarlo antes de que entre a la casa.
Me detengo cuando veo a la señorita Inés salir y abrazarlo, él le da dos vueltas en el aire. No sabía que su estrecha relación sea tan cercana, me quede viéndolos a lo lejos, algo dentro de mí se partía en pedazos y otra deseaba que fuera yo la que estuviera en sus brazos. Nuestras miradas se cruzan por un lapso corto de tiempo, sonreí porque me vio, sin embargo, hizo como si no vio a nadie, ahí me quede como tonta, mi corazón duele mucho.
Cuando todos mis sentidos volvieron entre a la casa por la puerta de la cocina, era una área que no conocía, me encontré con la sirvienta que siempre me atiende, ella amablemente me guio a modo de no pasar por la sala, donde sé que ellos están. Me mostró un pasillo que es por donde ellos se mueven por la casa sin interrumpir a sus patrones.
—Señora, regresemos… —ella se detiene de golpe y me empuja para que regrese.
—¿Qué pasa? —la hago a un lado y lo que mis ojos ven, es la abominación del pecado.
—¡¡Señora, por favor, regresemos!!
—¿Por qué lo hacen? —mi amiga nueva, la única que me hizo sentir bien dentro de esta casa, está besándose desenfrenadamente con mi esposo.
—Señora, escuche, si quiere tener una vida pacifica aquí, mejor ignore este tipo de cosas.
—Es mi esposo, con ella…
La empleada me toma de la mano y me lleva a otra habitación, me siento en la cama desorientada, quiero llorar y gritar, pero debo mantenerme tranquila y callada, mi madre siempre me lo dijo. Porque duele tanto mi pecho, quiero decir tantas cosas, pero mi boca está sellada.
—Señora, escúcheme, usted me agrada, nada de lo que ve en esta casa, está a su favor, ni yo tampoco, porque simplemente trabajo para ellos, tengo que hacer lo que me dicen, pero un consejo se lo puedo dar. No confíe en nadie, cuestione todo lo que le dicen, me da pesar porque usted se ve tan inocente e inexperta.
—¿De quién es esta habitación?
—Nadie se queda aquí, está desocupada, puede esperar hasta que yo regrese y le diga que todo está despejado.
—Gracias. —me quede en shock, sé que tiene que haber una explicación, quería buscarle una excusa a lo que mis ojos miraron.