DIECISÉIS

1546 Palabras
Definitivamente, algo estaba funcionando mal en la cabecita de mi mejor amiga. ¿Cómo se le ocurría querer volver y actuar de panita, después de todo? Simplemente no la entendía. Y dirán, "¿Después de todo?" Pues sí, porque me había estado ignorando de una forma muy directa los últimos dos días, tampoco iba a andarle detrás por más que la quisiera, y me molestaba profundamente que quisiera venir a hablarme como si esos dos días nunca hubiesen transcurrido. Me negaba. —¿Me hablas a mi? —cuestioné señalándome. Su cara mostró nuevamente aquella rara expresión— ¿te pasa algo? Miró en todas las direcciones para finalmente volver a posar sus ojos en mi. —Claro que sí, ¿por qué no iba a estarlo? Intenté profundamente, descifrarla, pero no fui capaz, por lo que me limité a hacer lo mismo que ella había hecho conmigo, pasar de ella. ¿Me dolía? sí ¿me importaba? poquito. —Que bueno, si me disculpas... —la rodeé para marcharme a mi clase. —Ivvy... —Permiso —continué andando por los pasillos de la u, hasta llegar a mi clase de diseño, sobre la cual, por cierto, aún me seguía preguntando. ¿Qué pintaba ahí el diseño? ellos sabrán. Para ser sincera, la universidad nunca fue algo que tuviese en el tope de mi lista, ni siquiera la tenía considerada y lo del año sabático no fue más que una excusa barata que todos se creyeron para retrasar lo inevitable. Al final, en esa sociedad, valías más por tu título. Había que terminar y optar por acoplarse, justo lo que estaba haciendo yo. Caminando hacia mi próxima clase fue que me topé con Stiven, aquel chico insoportable que estaba robándome y cambiando a mi mejor amiga, juro que había empezado a odiarlo. Obviamente, lo ignoré con todas las ganas que podía reunir, para pasar de él, pero ese día no era un buen día, o al menos no después de todo lo lindo que había sido el desayuno con Aiden. El chico se puso frente a mi mirándome con una ceja levantada, yo suspiré y lo esquivé para seguir mi camino. Pero entonces él me agarró del brazo haciéndonos a un lado. —¿Qué pretendes? —escupí enojada y me zafé de su agarre— ¿no tienes suficiente con todo lo que has hecho? —No me sirves, Ivvana —expresó aquellas palabras en un tono tan sombrío que temí. —Tampoco quiero servirte, sabes. No sé a qué te refieres o qué quieres que diga pero no se te dará en este momento —me di la vuelta y empecé a andar. —¡Ivvana! —una vez más estuvo a mi lado— quiero que te alejes de mi novia, déjala en paz. Reí con cinismo. —¿Estás bromeando? —¿Eso te parece? —No me jodas, pendejo. —Vives para meterle tus ideitas en la cabeza y sólo sabes dañar lo que ves bien porque sientes envidia de ella —¡ay por favor! —Más rápido le tendría lástima que envidia, no debe ser placentero andar con un pedazo de mierda como lo eres tú —Sus ojos chispeaban de rabia, parecía estar a punto de lanzarme un golpe, pero nunca ejecutó ninguna acción. —Ten mucho cuidado, estás advertida. —¿Qué vas a hacer? ¿me vas a golpear? —Que conste que vine para que lo hagas por las buenas. —Vete a la mierda y a mi déjame en paz.. Me largué lo antes posible con una sensación muy extraña en el pecho. ¿Y si Olivia estaba en peligro? Jamás me perdonaría que le pasara algo por mi orgullo. Pero, ella se veía bien ¿no? Quería creer eso. El resto de mi clase fue imposible que pudiese concentrarme, estaba un poco preocupada por Olivia sin embargo aún había algo que deben dentro de mi que me impedía hacer algo, fue su elección, ella lo eligió a él sobre nosotras, entonces debía soportar las consecuencias de haber elegido mal. —Hasta aquí la clase, recuerden que deben entregar todo de forma digital, no voy a aceptar nada en formato físico, ¿bien? —asentimos— pueden irse. Todos empezaron a recoger sus cosas, a excepción de mi. Recosté la espalda en el descanso de la silla mientras echaba todo mi pelo hacia atrás y cuando todos salieron del aula, dejé salir el aire de mis pulmones. No podía permitir que la culpa de lo que ni siquiera había ocurrido, acabase conmigo. Aproveché varios minutos de soledad allí, tampoco es que fuera tuviese tanta compañía fuera, aunque menos debía quejarme sobre eso. —Ivvana —sentí que tomó asiento en el pupitre de al lado, yo aún seguía con las manos en mi cara y la cabeza echada hacia atrás— ¿mal día? —Hola Helena —la rubia alejó ambas manos de mi cara y me obligó a incorporarme, la miré con desánimo. Su sonrisa jamás abandonó su cara, saqué mi teléfono de mi mochila para observar la hora, 1:02 P.M. genial. Lo dejé encima del pupitre e intenté concentrar mi atención en mi nueva amiga y no en lo que ocupaba mi mente en aquel momento. —¿Y entonces? —insistió. —No lo sé, sólo estoy... quiero irme a mi casa. —¿Y qué te detiene? —No quiero estar faltando a clases, no debo, y menos ahora que estoy empezando. —Déjame decirte que, si quieres ser un poco irresponsable, ahora que estás empezando, es el momento —sonreí. —Supongo que debo hacerte caso. —Yo supongo que mejor debemos ir a comer, tal vez sólo es hambre y lo estás confundiendo —me codeó y rei. Helena era genial— aunque si quieres irte, entonces podemos irnos. —¿Vendrías conmigo enserio? —¡Por supuesto! no creo que nadie quiera estar menos aquí que yo, odio los jueves, no puedo ni asistir a esa maldita clase. —¿Por algo en específico? —curioseé con hipocresía, ni siquiera había podido confiarle algo íntimo mío y le preguntaba por sus cosas— digo, si quieres contarme. Helena batió sus manos en el aire al mismo tiempo que negaba con la cabeza. —Luces confiable, despreocúpate, además no es algo tampoco que sea tan grave. —Bien, ilumíname —giré mi cuerpo para quedar completamente al frente suyo, al igual que ella. —Me gustaba mi profesor de locución —se detuvo unos segundos esperando por alguna reacción mía, no había ninguna más que un muy mínimo ápice de sorpresa, tampoco era algo del otro mundo, eso pasaba muy a menudo— ¿no dirás nada? —No, continúa. —Te juro que creí que era recíproco, él me daba señales —había notado que era muy expresiva y hacía ademanes exagerados con las manos— me miraba sólo a mi al dar su clase, hablaba conmigo a solas de alguna duda que tuviera y siempre me utilizaba de ejemplo, entre otras cosas que hacía solamente conmigo, así que, claramente, lo malinterpreté, estaba equivocada y no lo sabía. —Y... —Y me lancé —suspiró tranquila antes de volver a alocar sus manos— porque los hombres son muy idiotas ¿sabes? nunca entienden nada y nunca saben lo que hacen, nunca ven nada, nunca saben nada, ¡nunca nada! —agarré sus manos en el aire y las bajé dándole una sonrisa que me devolvió— un día estábamos solos después de una clase... —¿Jueves? —En esa semana fue viernes, porque había tenido que mover la clase por no sé qué —asentí comprendiendo— como decía, estábamos hablando sobre un punto que quería aclarar y se me quedó mirando, ojalá pudiera devolver el tiempo y hacerte partícipe, hubieras visto y me hubieras dicho si la forma en que me miraba, no irradiaba deseo. Así que lo besé —Wow. —Sí, "wow". No daré detalles del beso, sólo te diré que no le agradó mucho y me amenazó con contarle todo a la directora, no tengo idea de cuál habría sido el castigo pero me adelanté y le dije que sólo él quedaría mal parado ahí porque podía alterar un poquito la historia. Así que se enojó mucho conmigo, me cambió a la última fila de asientos y me dejó continuar la clase, fingiendo como si nada de eso pasó. —Que emocionante es tu vida —Helena rió golpeándome levemente. —No es emocionante, es un asco. —¿Aún te gusta? —Ya no importa, nunca pasará nada y tiene que estar odiándome, aparte de que obviamente no le gusto, ¡oh! también sumémosle que está prohibido. —Lo supuse, si ya no te gustara, no habría problema ya. Bueno amiga —extendí mi mano hasta que estuvo sobre la suya— al menos que te consuele que no odias los jueves, odias tu clase de locución. —Odio mi profesor de locución —me puse de pies extendiendo mi mano hacia ella. —Eso es, ¿ahora sí nos vamos? —la tomó. —Me encanta que me hagan la segunda. —A mi hacerla.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR