Álvaro y yo casi no dormimos. Él me cuenta cosas de su vida y yo le cuento las mías. Por ejemplo, cuando me volví loca y vendí todos los muebles del apartamento que mi padre me dio para comprar drogas. Viví en la calle sin comida hasta que casi muero. Él me cuenta cómo la muerte de su hijo lo reconstruyó a él y a su madre. Los dos no tocan las drogas ni en broma. Para honrarle a él y su memoria, me cuenta cómo deseó que le cayera todo el peso de la ley cuando en realidad le dieron prisión preventiva y orden de internamiento. Álvaro tiene un pacto de lealtad con su exmujer. Es como si de alguna forma la muerte de su hijo los hubiera unido de una forma única y especial. No me atreví a preguntar por ella, pero cada vez que la menciona en nuestra conversación puedo notar el orgullo, la admira

