El reloj marcaba las ocho y treinta minutos cuando por fin terminamos, Emily y yo, el maquillaje y peinado de Gabrielle. La cumpleañera no dejaba de dar saltitos frente al espejo de su cuarto de la más pura emoción. Yo adoraba a Gabrielle, era una buena chica, sincera, generosa, optimista, y muy incondicional, pero a veces sus ataques de niñita me ponían un poco histérica. Emily por otro lado, era el nexo entre ambas. Era racional y ponía los pies de Gabrielle sobre la tierra siempre que era necesario, en cambio conmigo funcionaba al revés, ella trataba de darme empujones al mundo de los cuentos de hadas de vez en cuando, creía fielmente que me hacía falta. Por otro lado, yo no lo veía así, pero me gustaba ser amiga de ellas, eran lindas con todo el mundo, y ver nuestro futuro como algo ta
