Capítulo 2

1806 Palabras
Cogí mi saco y me miré una vez más al espejo. Me veía decente, no extraordinaria como hubiese querido, pero era suficiente para mí. Mis tacones resonaban en el piso de madera de la casa. Me hubiese gustado decirle a mi madre: ¡Eh Ma, volveré de madrugada, no me esperes despierta! Pero mi madre había salido hacía rato, y era probable que para cuando yo volviera, ella todavía estuviera bebiendo en algún club. -      ¿Dónde vas? – dijo mi hermana. Vale, eso no me lo esperaba. Candace estaba sentada en la mesa de la cocina, con los ojos puestos en una revista vieja mientras tomaba café. -      Por ahí. -      ¿A una fiesta? – preguntó ladeando la cabeza. Sus ojos tenían un dejo de desconfianza. Pero no sonó para nada acusadora, así que decidí decir la verdad. -      Sí – respondí. Reprimiendo el impulso de preguntarle qué pensaba de mi atuendo. Ella, como buena hermana mayor que-no-era, se puso de pie y caminó hasta mí. Alzó las manos y desordenó un poco mi cabello. ¿Eso hacían las hermanas acaso? Me hubiese gustado saberlo, para haber reaccionado de algún modo. -      Así está mejor – medio-sonrió. Se volteó otra vez y volvió a sentarse frente a su revista. – ¿Qué? ¿Te vas a quedar ahí toda la noche? ¿No tienes que ir a una fiesta? -      Emm… Claro. Gracias. – me mordí el labio y no pude mover mis pies ni un centímetro. – Candace… -      ¿Qué? – gruñó sin levantar la vista. -      ¿No te apetece acompañarme? – alcé una ceja y ella se volteó lentamente a verme. -      ¿Tengo cara de querer ir a una fiesta de adolescentes odiosos? – respondió. Yo resoplé. -      Olvídalo. Los veinte te pegaron feo, hermana. -      Cass – suspiro pesadamente. – ¿No van tus amigas? -      Están muy ocupadas, con sus novios. -      ¡Auch! – hizo una mueca. – Teniendo en cuenta que no tengo nada mejor que hacer… vale, iré contigo. -      ¿En serio? -      Sí, solo no me hables demasiado, y si alguien pregunta, no te conozco. – se puso de pie y se perdió en el corredor. Quince minutos más tarde reapareció en la sala, vestida con unos jeans oscuros y una blusa azul con detalles brillantes. Era muy linda cuando se lo proponía. El cabello rubio-anaranjado le caía suave y liso y sus pecas la hacían lucir de mi edad. – ¿Y bien? – se dio media vuelta. -      Luces… bien. -      Gracias – pasó por mi lado y salió de la casa delante de mí. Medio confundida por la actitud de Candace, la seguí y me subí al viejo carro n***o que papá me había dejado antes de irse de la casa. “Estás yendo a una fiesta, Cassandra. Esto está mal” me dije mentalmente. “Si no lo hago, habré dado por perdido mi último año en el instituto” rebatí contra mí misma, puesto que no tenía a nadie más para discutir ese asunto, y mi hermana no era una opción. Yo conduje, puesto que Candace no conocía la dirección. Ella se dedicó a escuchar música a todo volumen y no habló ni una sola palabra. La miré de reojo un par de veces en el camino, y me sentí mal por estar envidiando su aspecto. Candace siempre fue la clase de chica por la que todos los chicos se peleaban en el instituto, era de las que se saltaban clases a diario y recibían castigo todas las semanas sin falta. Aun así, siempre tuvo calificaciones brillantes y fue aceptada sin problemas en la Universidad de Pensilvania, donde asistía gracias a una beca por sus notas. Para cuando llegamos a casa de Stan, el reloj marcaba las doce y diez. A una cuadra de distancia podía escuchar la ensordecedora música y sentir el olor a alcohol y tabaco. El lugar estaba repleto de personas, puesto que la calle estaba plagada de autos mal estacionados. Caminamos Candie y yo junto a la otra en silencio. Podía sentir un pequeño nudo en el estómago hasta que atravesé la entrada de la casa de Stan. La casa de Stan era tres o cuatro veces la mía. Su jardín era unas siete veces el mío, y debía de costar una fortuna. Caminamos entre las personas, todos tan ebrios, tan contentos, tan… liberados. Aunque no era precisamente mi ambiente, no me sentía tan fuera de lugar como hubiese esperado. Todos bailaban al ritmo de la música electrónica y el noventa por ciento de los chicos llevaba un vaso de cerveza en la mano. El patio trasero estaba atestado y conseguimos llegar a la mesa de comida sin ser sexualmente abusadas en el intento. “Esto es tan incómodo” Pensé mirando a todo el mundo. “Estar con Candace es como estar sola” Me mordí el labio. Y me volteé a coger un vaso de cerveza. Lo bebí de un solo sorbo e hice una mueca. Odiaba la cerveza, pero no podía privarme de ella, no en una fiesta así. -      Tranquila, hermanita. Vas a emborracharte en los primeros diez minutos – rió Candie por sobre la música. Me crucé de brazos y agarré otro vaso. -      ¡Eh, Cass! – regañó – Hazme caso. No querrás que te vean ebria en tu primera fiesta. -      No es mi primera fiesta – repliqué – Y sé cómo controlar el alcohol. Mi hermana rodó los ojos y alzó su vaso para beberlo hasta el fondo. Al voltearme escuché el sonido de un cañonazo, y un murmullo de aprobación recorrió la fiesta. Todos gritaron de alegría y fijé mis ojos en un chico que estaba parado sobre una mesa, y varías personas lo rodeaban. Tenía una pequeña arma en la mano. Estaba sin camisa y muy ebrio. Todos le aplaudieron. Caminé entre la multitud para ver por qué tanto alboroto. Candace me tomó del brazo justo cuando llegué al borde. En medio había una mesa y dos chicos tras ella. Cada uno tenía frente a sí casi veinte vasos rojos, rebosados de cerveza. Uno de ellos era Dylan, el chico que había conseguido su popularidad por acostarse con todo el equipo de animadoras. El otro chico era…        -       Kyle y Dylan se enfrentarán en una batalla a muerte – rugió el chico que estaba parado sobre otra mesa, tras ellos. Todos gritaron y aplaudieron. – ¡¿Quién beberá más cerveza en treinta segundos?! Kyle y Dylan compartieron una mirada divertida y peligrosa. Dylan volvió la vista a los vasos de cerveza, pero Kyle… Kyle tenía la vista puesta en mí. Me recorrió un escalofrío cuando sus despampanantes ojos azules se clavaron en los míos. Sentí cómo me faltaba el aire y mis latidos aumentaban… en tan solo un segundo. Con una sonrisa traviesa, Kyle se fijó en la cerveza y el chico tras ellos disparó al aire. Me sentí mucho más aliviada cuando noté que el arma solo servía para crear ruido y no usaba balas de verdad. Uno tras otro, Dylan y Kyle comenzaron a beber los vasos de cerveza. El público rugía los números del uno al treinta, mientras que Dylan se atragantaba con alcohol y a Kyle le corría un hilo de cerveza por la barbilla.        -       ¡Veinte, veintiuno, veintidós, veintitrés…! – decían todos. Candie me tomó de la muñeca con fuerza cuando todos gritaron treinta, al tiempo que Dylan se ponía de pie, lanzando el último vaso al piso. Levantó ambos brazos. Era el campeón. En cambio Kyle, quien parecía molesto consigo mismo, todavía tenía tres vasos llenos frente a él. Los empujó, haciéndolos volar, y se puso de pie, mientras todos corrían a felicitar a Dylan por su hazaña de beber cerveza como una bestia.        -       Salgamos de aquí – dijo Candie, jalándome el brazo.        -       De acuerdo – resoplé. Entonces Kyle levantó la vista una vez más, y su mirada me produjo miedo. Desvié la mirada y seguí a mi hermana a toda prisa.        -       ¿Ya te vas? – una voz gruesa y juguetona rugió a mis espaldas. Me quedé helada. Candie volvió a jalarme, pero me solté y volteé a enfrentar al dueño de la voz. Era Kyle, y no parecía contento. – No me has dicho tu nombre.        -       ¿Debería? – pregunté un tanto a la defensiva. Comencé a temblar de los nervios.        -       No, no deberías, ya nos vamos – gruñó Candace, lanzándole una mirada furiosa a Kyle.        -       ¡Candace! – Kyle sonrió, y su sonrisa me provocó un leve pero placentero dolor en el pecho. Candie me miró casi con pánico. – ¿No vas a presentarme a tu…?        -       No – Candace tomó mi muñeca una vez más.        -       Soy su hermana – solté sin más. – Cass.        -       Cass – repitió él. – Es un placer. Quise decir lo mismo pero por alguna razón… no fui capaz de hablar. Estaba demasiado ocupada admirando sus ojos azules y su resplandeciente sonrisa. Era una cabeza más alto que yo, y si me quitaba los tacones, tal vez habrían sido dos cabezas. Tenía contextura atlética, y su postura denotaba seguridad.        -       ¿De dónde… se conocen? – miré a mi hermana y ella rodó los ojos, parecía furiosa.        -       La universidad – soltó entre dientes.        -       Candace salía con mi mejor amigo, Nate. – Kyle miró a mi hermana de una manera extraña, casi como retándola. Eso era información nueva para mí, Candie jamás hablaba de la universidad, sus novios o sus amigos.        -       Fue hace mucho tiempo – agregó ella.        -       Solo si tres meses son mucho tiempo – se burló Kyle. – Pero el tiempo es relativo, ¿No? – soltó una risa – Cass… baila conmigo. No era una invitación, era una orden.        -       No – gruñó Candie – Nos vamos, Cass, ahora. – una vez más jaló de mí. ¡Ya me tenía harta su actitud!        -       Vete si quieres – respondí saliendo de su amarre. Kyle amplió su sonrisa. – Y tú no creas que ganaste, no voy a bailar contigo. Los esquivé a ambos y me escabullí entre las personas. Tenía en mente divertirme, distraerme, no estar en medio de una enemistad entre mi hermana y el mejor amigo de su exnovio. Por enésima vez en la noche, alguien me jaló de brazo, ¡Ya en serio, alguien me lo iba a arrancar!        -       ¡¿Qué?! – me volteé muy molesta, enfrentándome a la mirada divertida de Kyle.        -       ¿Por qué no quieres bailar conmigo? – preguntó, elevando la voz por sobre la música.        -       Porque no sé quién eres – improvisé. El chico tenía una mirada tan intensa, que me ponía los pelos de punta.        -       ¿Y acaso no quieres descubrirlo? – alzó una ceja y eso bastó para hacerme tener un mal presentimiento.  
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