Capítulo 4

1329 Palabras
Arrastré mis pies descalzos por la sala. Mi cabeza estaba hecha un desastre, olía a alcohol y no podía dejar de pensar en Kyle. Y por si fuera poco… me sentía estúpida.        -       Cassie – mi hermana cerró la puerta de entrada.        -       ¿Qué?        -       Cass, espera – me tomó de la muñeca.        -       ¡Ya deja mis muñecas tranquilas, Santo cielo, me las vas a dislocar! – le gruñí. Ella frunció el ceño.        -       ¿Estás bien?        -       ¿Parezco bien? – rodé los ojos. “Un momento, Cass… Candace parece interesada en tu estado” Eso sí que no pasaba muy a menudo.        -       Pareces furiosa – alzó ambas cejas. – ¿Es por Kyle?        -       No.        -       De acuerdo… ¿Qué pasó allá entonces?        -       Nada, simplemente me ha quedado claro una vez más que las fiestas no son lo mío. Y los besos tampoco.        -       ¿Besos? – ella abrió los ojos como platos.        -       Ignora eso último – hice una mueca.        -       ¿Besaste a alguien?        -       Qué importa, ya pasó.        -       ¡Besaste a Kyle! – dijo histérica. Se tapó la boca, como si besar a un chico fuese un pecado terrible y abominable.        -       No es para tanto – rodé los ojos y apreté los puños. – Solo duró… un par de… minutos, creo.        -       ¿Minutos?        -       Era una competencia estúpida. Candie, quiero dormir, no pensar en… Kyle, ¿De acuerdo? Ella me miró a los ojos, y eso era… ¿Compasión? ¿Lástima? ¡Decepción!        -       Kyle es un mujeriego, machista y un narcisista asqueroso. – ella hizo una mueca de desagrado extrema. Yo suspiré.        -       No me importa, no volveré a verlo nunca, no volveré a pensar en el beso… ¿Podemos hacer como que esta noche nunca pasó? Te lo agradecería mucho.        -       Bien – sonrió. – Buenas noches. Pasó por mi lado y se perdió en el corredor… ¿Candie había dicho… buenas noches junto con una sonrisa de hermana mayor y cariñosa o yo lo había imaginado? Me sobresalté cuando la puerta principal se abrió y la “sorpresa” de todas las noches atravesó el umbral. Mi madre, ebria.        -       Candie… cariño, ayuda a mamá – balbuceó intentando mantener el equilibrio. Estaba sucia, despeinada, y emanaba un olor asqueroso.        -       Soy Cass – la corregí. Ella me miró ceñuda.        -       ¿Juegas conmigo… niña? – me regañó. La tomé del brazo y cerré la puerta, le quité el bolso y la guie hasta su habitación entre tropezones y palabrotas. Se recostó sobre su cama, se quitó los zapatos y me miró con los ojos como celdillas.        -       Candace, bebé… cierra la luz.        -       Soy Cassandra, y se dice: apaga la luz, mamá – tomé el cobertor, de mala gana, y la cubrí con él. – Buenas noches – gruñí entre dientes.        -       Sí, sí… ya vete niña – balbuceó. Apagué la luz y cerré la puerta, mordiéndome el labio, intentando no largarme a llorar. […] Me refregué los ojos con fuerza antes de salir de la cama. Había dormido con suerte cuatro horas y podía sentir dolor en cada hueso de mi cuerpo. Tomé algunas aspirinas para disipar el dolor de cabeza y me encaminé a la cocina. ¡Era sábado en… familia! Mamá llegó arrastrando sus pies, unos minutos más tarde.        -       Quiero panqués con miel, rápido. – gruñó antes de dejarse caer en el sofá frente a la tele.        -       Buenos días a ti también – dije entre dientes. Candie se plantó a mi lado en la cocina, con ojeras oscuras y una cola desordenada en el cabello.        -       Prepararé café – avisó luego de bostezar. Comencé a preparar el desayuno de muy mala gana. Había dicho que no pensaría en el beso de Kyle y lo primero que hice al levantarme fue exactamente lo contrario. Nos sentamos una a cada lado de mamá y comenzamos a desayunar. Luego de aquel completo silencio en familia, Candie me arrastró hasta su cuarto para decirme algo que mamá no podía escuchar.        -       ¿Sabes que te estás comportando muy rara desde anoche? –  murmuré de brazos cruzados. Ella cerró la puerta tras nosotras y me volteé a mirarla.        -       Quiero pedirte un favor.        -       ¿Por eso es tu amabilidad repentina? – alcé una ceja, e intenté parecer dura. La verdad era que me dolía pensar en que mi hermana solo se comportaba amable para conseguir algo.        -       Cass – rodó los ojos. – ¿Puedes escucharme? Tomé aire profundamente. Sabía cómo era Candie, crecí con ella. Y a pesar de lo mala que había sido conmigo en una etapa de nuestras vidas, no podía negar que era una de las personas más importantes que tenía. La quería, claro que iba a escucharla.        -       De acuerdo, habla.        -       ¿Me acompañas a una cita doble? – curvó las cejas de manera que su rostro lució como el de una niñita. Solté varias carcajadas. – ¿Qué es tan gracioso?        -       ¿Cita? – solté con algo de mofa.        -       Nate me ha invitado a salir – hizo una mueca. – Y Kyle…        -       ¿Kyle? – arrugué la frente. – Si Kyle está ahí, tienes que entender que no iré.        -       Pero Cassie…        -       ¡Ayer expresaste lo mucho que lo odiabas y ahora quieres que vaya en una cita con él! ¿Estás loca?        -       A Kyle se le ocurrió la idea de la cita. – suspiró. – Y tienes toda la razón, lo detesto; pero él y Nate son mejores amigos. Cass, me gusta Nate, solo ven con nosotros. No tienes que liarte con Kyle ni nada.        -       Candace…        -       Por favor – suplicó. – Quiero recuperar a mi novio.        -       ¿Por qué terminaste con él entonces? – no entendía nada. ¡Necesitaba respuestas!        -       Es difícil de explicar.        -       Quieres que te ayude, pero no quieres decirme la verdad. Grandioso.        -       Cassandra, tienes que confiar en mí esta vez.        -       ¿Por qué tendría a hacerlo? – alcé un poco la voz. – Candace, eres una completa desconocida para mí, y de pronto, sin previo aviso quieres actuar como si fuésemos mejores amigas. Primero en la fiesta y ahora…        -       Cass… – le tembló un poco la voz. Ella me estaba ocultando algo, y estaba a punto de quebrarse. – Lo siento, ha sido una idea estúpida. Olvidalo, llamaré a Nate y le diré que…        -       Candie – di un paso al frente y ella me sostuvo la mirada – Quiero confiar en ti. Solo… no sé si sea una buena idea.        -       Kyle no va a molestar demasiado. Solo será esta vez. Por favor.   […]          -       No puedo creer que estemos yendo directo a la boca del lobo – gruñí.        -       ¿Te das cuenta de lo irónico que suena eso? – rió Candie, estacionando nuestro carro fuera del parque de atracciones llamado “La boca del lobo” Suspiré. ¡Era el colmo! Candie iba a deberme un graaaaan favor luego de aquella salida. Miré la pantalla de mi teléfono. 18:36 Me mordí el labio y ambas bajamos de carro para encaminarnos hasta la entrada del parque, que se llenaba de adolescentes poco a poco.        -       Candie, Cass – Nate sonrió al vernos. Estaba junto a su mejor amigo, Kyle, quien tenía esa expresión de falso aburrimiento en el rostro.        -       Hola Nate – sonrió mi hermana. Fue una sonrisa amable, no desesperada ni tampoco fría. Kyle me miró de pies a cabeza antes de decir una palabra.        -       Ya entremos de una vez –  dijo con voz grave a su amigo y él le dio dos tickets. Candace y Nate se adelantaron y Kyle volvió a mirarme de una manera algo intimidante antes de hablar.        -       ¿Qué esperas? Camina. No puse resistencia, estaba demasiado confundida como para decir cualquier cosa o negarme a caminar. Así que lo seguí, pensando en lo que Candace había dicho, que todo aquello era idea de Kyle…
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