La idea de que le hubiera causado algún daño la hizo sentir horrible, más cuando lo vio cerrar los ojos, y contener durante unos segundo la respiración, como si estuviera soportando algún tipo de dolor. —¿Estás bien? —Cara no pudo evitar preguntar mordiéndose el labio inferior. Bastiaan abrió los ojos de golpe y la dejó su mirada fija en ella durante unos segundos. Era como si hubiera caído en trance, porque pudo jurar que todo alrededor desapareció, solo eran los dos, un hombre y una mujer dentro de una burbuja de deseo, pasión y lujuria. En ese momento llegó a su cabeza el recuerdo de las palabras de Rafaela en Seúl: —Si Bastiaan regresara, y te pediera perdón, ¿lo perdonarías? —De inmediato —no dudó en contestar —¿Después de todo lo te hizo, Cara? —Sí, porque creo que habland

