Han pasado tres meses desde el nacimiento de Rachel y ahora me siento nuevamente completo a lado de la mujer que amo y la única que es capaz de ser dueña de mi corazón, me estoy dando una ducha, mientras Lilibeth esta amamantado a nuestra bebé cuando de repente siento como unos brazos se enredan alrededor de mi cintura. —¡Hola, amor! —dice, mientras besa mi espalda desnuda y una de sus manos baja hasta mi hombría comenzando a subir y bajar su mano tratando de estimularme, lo cual no tarda demasiado, escucho una pequeña risa cuando se da cuenta que ha logrado su cometido—. ¡Gírate! —me ordena y sin vacilar ni un solo segundo hago lo que me dice, acto seguido mi mujer se agacha y posa sus suaves labios en mi m*****o el cual ya está bastante hinchado. Comienza a besarlo y después se lo mete

