Despierto adolorida y desorientada. Todo está n***o, no puedo ver algo, pero escucho perfectamente.
No sé dónde estoy, pero sé que estoy sentada y amarrada a alguna silla.
Por mi falta de visión no puedo describir donde me encuentro. Pero estoy segura que donde sea que me encuentre corro peligro.
— Por fin despiertas — dice aquella voz que ahora sé que no es producto de mi imaginación.
— ¿Quién eres? — pregunto intentando ver algo, pero por más que muevo mi rostro, no hay alguna luz que pueda ver. Todo es oscuridad.
— ¿Tanto he cambiado que no me reconoces? ¿Tan insignificante fui para ti, a tal punto que ni siquiera con verme y escucharme puedes reconocerme?
¿Verlo? ¡Si no lo estoy viendo! — grito mentalmente— Seguramente quiere jugar conmigo. Eso es. Así que, ¡No lo permitas!
— ¿Q
