Capítulo IX. En el cual dejamos a Caleb afilando sus armas, y a su amo de un humor sombrío

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Capítulo IX. En el cual dejamos a Caleb afilando sus armas, y a su amo de un humor sombrío LAS comidas ligeras proporcionan sueños también ligeros. Así, muy breves debieron de ser los de ambos jóvenes después de la dieta que les impuso la conciencia de Caleb —o la necesidad disfrazada de conciencia, como ocurre tantas veces en la vida—. Por la mañana irrumpió Bucklaw en el aposento de su huésped dando una voces como para despertar a un muerto. —¡Vamos, arriba! ¡En nombre del Cielo, levantaos! Los cazadores han salido ya. Es la única distracción que se nos ha presentado en este mes y os estáis ahí tumbado, en un lecho tan poco recomendable, si no es por ser algo más blando que el suelo de piedra. El Master levantó la cabeza malhumorado: —No tiene gracia ninguna despertarme ahora que em

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