Una mañana me levanté contenta porque mi abuela me dijo que ese día íbamos a visitar el museo y a mí me encantan los cuadros así que lo primero que hice fue ponerme la mejor ropa que tenía en mi armario rosa, un pantalón vaquero, una camiseta blanca y unas zapatillas negras y blancas, cogí mi mochila, ya que tenía que ir al colegio y bajé a desayunar con mi abuela.
- ¡Abuela! – salto de la emoción con una gran sonrisa pintada. – No me puedo creer que vayamos a visitar mi museo favorito
- Pues claro mi niña, me alegra tanto poder ir juntas –me dice mientras está poniendo las tortitas en los platos. – Anda come que tienes que ponerte bien fuerte y tener energía para hoy.
- Si abuela –comienzo a poner en el tenedor unas cuantas tortitas, era la mejor cocinando.
Después de desayunar con mi abuela me despido de ella con un beso y un gran abrazo, se quedó esperando en la entrada del porche de esa pequeña y humilde casa marrón hasta que me recogiera el autocar para ir al colegio. Al llegar al aula vi a las niñas que antes eran mis amigas, Julia, Jade y Johanna las tres jotas, se estaban riendo entre ellas mientras me estaban mirando, cuando me senté en mi silla no me dije en que había un globo de agua verde lleno de pintura roja, todos los demás niños se empezaron a reír sin parar.
- ¡Mirar Emma se ha sentado encima de los c*******s de sus padres! –no pude creer que Julia dijera eso, ella era mi mejor amiga y ahora todos se reían de mí.
- ! Julia!, vete al despacho del director ahora mismo –dijo nuestra profesora Anna mientras venía hacia mí para ir a cambiarme de ropa. – Era mi ropa favorita –dije entre sollozos.
- ¿Emma, te encuentras bien? –yo solo quería morir en ese momento. – Vamos a preguntar al señor Ronald si tiene ropa deportiva que te pueda valer –asentí.
Fuimos con el profesor de gimnasia y me cambié la ropa manchada de pintura mientras mis profesores me esperaban fuera de vestuarios, los escuché hablando cosas que casi no entendía.
- No puedo entender como los niños están siendo tan crueles con Emma, solo es una niña –decía el profesor Ronald mientras iba bajando la voz para que no escuchara nada. – Si fueran mis hijos es hubiera dado una gran lección.
- No podemos hacer nada al respecto Ronald, ahora solo pienso en que Emma debería de tener clases particulares en casa en vez de venir a clase, ahora cuando vayamos al despacho del señor Thomas se lo comentaré.
Cuando salgo del vestuario los dos profesores me miran con cara de pena, ellos conocían muy bien a mis padres, ya que eran muy buenos amigos desde hacía años, ellos comprendían como me sentía. Seguimos nuestro rumbo al despacho del director, y si antes ya había empezado mal mi día ahora iría peor porque el director es el padre de Julia y no dudé en ningún momento en que taparía todo de su hija preferida.
- Buenos días, señor Thomas, he mandado a su hija a clase por… -la interrumpe.
- Ya me lo ha contado todo mi hija, me ha comentado que la señorita Davis el otro día le hizo una jugarreta a mi hija y ella con sus amigas se la devolvieron, es solo una broma entre amigas –yo contesto inmediatamente.
- Ellas no son mis amigas y nunca lo serán, siempre me tratan mal y se burlan porque no tengo a mis padres vivos -me cruzo de brazos y le miro seriamente, al ver mi contestación mi profesora Anna sale en mi defensa antes de que el director diga algo inapropiado.
- Señor Thomas, no dudo en la palabra de su hija Julia, pero tampoco podemos dudar de la palabra de Emma, ya que me ha contado todo lo sucedido antes y no creo que sea justo que se le castigue ensuciándole su ropa con pintura, de la cual no va a poder quitarla más, por el hecho de que es pintura permanente. – ¿Cómo has conseguido esa pintura julia? – Anna la mira retándola.
- Yo no he hecho nada papa –se le queda mirando con lágrimas de cocodrilo.
- Señorita Smith opino que está acusando a mi hija de hacer actos que ella no ha cometido, no me queda otro modo que expulsar a la señorita Davis –yo le miro sorprendida, no había hecho nada malo.
- No creo que esa sea la mejor solución de manejar esto, señor Thomas -la vuelve a interrumpir.
- Esta pequeña reunión ha acabado si no quiere que hable con el consejo para su expulsión señorita Smith.
Salimos del despacho y Anna me para un momento en el pasillo antes de seguir nuestro rumbo a clase.
- Siento muchísimo esto Emma no te mereces esto, sé por lo que estás pasando y no te voy a dejar sola. Creo que lo mejor va a ser que empieces a estudiar en casa y ya no venir más a clase, yo misma me encargaré de ir a tu casa a enseñarte todo lo que necesitas. –me abraza fuertemente. – Ojalá tus padres estuvieran aquí, pero ahora tienes una abuela que te va a cuidar siempre.
Tenía razón en eso, mi abuela es realmente perfecta y sé que me va a cuidar siempre. Después pasar un mal día en el colegio me subo en el autocar para ir a casa e ir al museo con mi querida abuela. Pero nunca me imaginé lo que me iba a encontrar cuando llegue a la entrada de mi casa. La puerta de la entrada estaba abierta y mi abuela siempre la deja cerrada, me pareció muy extraño, ya que a medida que me iba acercando a la entrada vi como en el recibidor estaba todo por el suelo, los cuadros, los jarrones de mi abuela, la mesa… me dio tanto miedo avanzar a la cocina para verificar si mi abuela se encontraba ahí, y efectivamente mi abuela se encontraba tirada en el suelo. Me fijé que tenía una puñalada en un costado de su cuerpo delgado, cuando le toque me dio miedo que no me contestara, pero cuando la toque la cara ella abrió los ojos.
- Mi pequeña Emma siento mucho todo lo que te está pasando, no quiero dejarte sola, pero dios hace así sus cosas… me temo que vas a tener que cuidarte a partir de ahora tu sola mi niña –yo solo lloraba con lo que me decía.
- Abuela por favor no me dejes, tú no por favor, eres lo único que me queda –le cojo de la mano y veo que tiene algo en ella.
- Esto es lo único que he podido coger de mi atacante, guárdalo bien –era un collar dorado con una inscripción con las iniciales FV –al momento me doy cuenta de que mi abuela ya no tenía respiración, me había dejado ella también.
- ¡Abuela! Te prometo que te voy a vengar.
Salgo de la cocina y me dirijo al teléfono para llamar a la policía, mientras tanto yo esperaba junto al cuerpo de mi abuela. No entendía por qué mi familia estaba muerta, ¿Acaso soy yo la culpable de todo? ¿Seré yo la que le dé mala suerte a los que quiero? Por mi mente pasaban tantas cosas que no podía creer todo lo que acaba de ocurrir. A los diez minutos llego la policía y la ambulancia, ellos pasaron corriendo a las habitaciones de arriba para comprobar si quedaba alguien en el interior de casa, pero no encontraron a nadie, mientras tanto el mismo inspector que atendió el caso de mis padres estaba ahí conmigo, el inspector Rodríguez.
- ¿Emma? ¿Sabes quienes han sido los que han entrado en casa? –me dice mientras sigo aferrándome al cuerpo de mi abuela. -Emma vas a tener que ir con mi compañera un momento, tienes que despedirte de tu abuela cielo.
- ¡No! No quiero irme de su lado ella no está muerta –El inspector se queda en silencio mientras sus demás compañeros lo miran.
- Vamos Emma debes de venir con nosotros ahora –me resisto, pero al final cedo a irme con él.
No sabía que es lo que me iba a pasar ahora, ya no tenía familia ni casa ni amigos, no tenía nada, me dijeron que tenía que coger mis cosas y ponerlas en una mochila grande así que una de los agentes me acompaño a mi habitación a recoger. Lo primero que hice fue coger las recetas de mi abuela, metí algunas de nuestras fotos familiares y también el diario que me regalaron mis padres, después seguí cogiendo mi ropa. La agente que se encontraba conmigo me preguntó si tenía algo más que coger y negué con la cabeza, salimos de la habitación y bajamos por las escaleras, mientras bajamos nos quedamos paradas en el principio de ellas porque pasaron
los forenses con mi abuela en la camilla, yo me quede helada, pero ya las lágrimas no me querían salir. Nos montamos en el coche del inspector Rodríguez, no sabía a donde me iban a llevar, pero sé que ya no iba a ser igual. Llegamos a un edificio bastante grande con grandes ventanales, debía de ser una especie de orfanato en la que me iban a dejar. Subimos por el ascensor y llegamos a una
sala con varias puertas, parecía un hospital, pero diferente, las paredes tenían muchos dibujos pegados y llenos de color. El inspector me dejo esperando en una sala mientras él hablaba con una mujer joven de pelo n***o y grandes ojos marrones, mientras ellos estaban hablando la mujer me mira a lo lejos, veo que me da una sonrisa a lo lejos y yo desvío la mirada. Paso una hora desde que
habíamos llegado y nadie me decía nada solo una chica me trajo un bocadillo y un batido de fresa para comer y después se marchó.
Decidí levantarme de mi silla y me paré al frente de la puerta en la que había entrado el inspector y la mujer. Escucho vagas voces, pero aun así puedo reconocer que es lo que dicen.
- Me niego a dejarla aquí ¿Cómo es posible que no podáis encontrar a una familia de acogida? –escucho la voz del inspector Rodríguez. – Emma ha perdido a sus padres y a su abuela en menos de un año, temo que no pueda superarlo.
- Señor Rodríguez, entiendo que tema que no se pueda incorporar aquí, pero de momento ya estamos hasta arriba, si ya nos cuesta encontrar familia a nuestros niños que llevan años esperando que ¿le hace pensar que Emma no espere tanto tiempo? –dice una voz grave masculina.
- La solución ahora será que se quede con nosotros hasta encontrar una familia de acogida y si tiene suerte quedarse con ellos –dice la mujer de antes.
- Está bien -dice con derrota. - Pero quiero estar informado de todo, no descansaré hasta que ella encuentre una familia.
- De acuerdo inspector lo llamaremos cuando tengamos noticias –escucho que se aproximan a la puerta y vuelvo corriendo a mi silla.
En ese momento me di cuenta de que ahora sí que soy huérfana al completo y que estaré sola para siempre.
- Emma –se acerca el inspector con la mujer de antes. – Ella será a partir de
ahora tu tutora Nanny Scott.
- Hola, Emma, es un placer conocerte –me da la mano y me sonríe. – Creo que nos vamos a llevar muy bien ya verás.
- Hola –me limito a decir. – ¿Y dónde voy a vivir ahora? –los dos se miran y después me miran a mí.
- Bueno de momento vas a quedarte aquí y conocerás a tus nuevos compañeros, dormirás, estudiarás y comerás en este edificio hasta que encontremos una familia –me dice Nanny.
- Yo ya tengo a mi familia y están muertos, yo no quiero otra.
- Emma, cielo sé que es muy difícil para ti, pero tienes que ser fuerte, solo intentamos ayudarte –me acaricia el pelo el inspector.
- ¿Y tú también me vas a dejar aquí? –le miro con los ojos llorosos.
- Créeme que no es nada fácil, pero tengo que encontrar a los malos que le han hecho eso a tu abuela. – Tengo que marcharme, pero te prometo que mañana vendré a visitarte –indicó con la cabeza.
Me levanto y me quedo con mi tutora Nanny mientras veo como el inspector se va yendo a lo lejos, mis ojos se llenan de lágrimas porque sé que mi vida no será como antes.