Mis mejillas se sonrojaron y me apresuré a terminar mis asuntos y lavarme las manos, pero no antes de reconocer a aquella que dijo que pensaba que tendrían sexo este fin de semana, mientras el rubio Atlas jugaba al hockey de lenguas.
La rabia y los celos me inundaron mientras salía del baño.
Traté de darle sentido a esos sentimientos ridículos cuando finalmente regresé a mi casillero, y tal como Denny predijo, él aún no había llegado. Así que salté, tratando de alcanzar la cerradura de combinación que Den tenía que ayudarme a abrir esta mañana.
—¡Joder este día y joder este casillero!— gruñí, golpeando mis puños contra los casilleros.
Unas manos cálidas rodearon mi cintura y chillé cuando mis pies abandonaron el suelo, quedando mi casillero a la altura de mis ojos. Rápidamente abrí mi casillero, intercambié los materiales, esperando que quien estuviera detrás de mí no me soltara. Ese pensamiento hizo que mi corazón, que ya latía fuerte, se acelerara un poco más. Finalmente, cerré mi casillero y mis pies tocaron el suelo nuevamente.
—Gracias por...— Mis palabras se atascaron en mi garganta cuando los oscuros ojos de Atlas miraron a través de mi alma.
—Pobrecita pajarita. ¿No puedes hacer nada por ti misma, verdad?— su comentario sarcástico me enfureció y no pude evitar soltar un bufido. Levantó una ceja, probablemente sin esperar desafío de sus leales súbditos tan temprano. Pero luego me ignoró, revolviendo mi cabello como él y Axel lo han hecho toda mi vida.
—¿Acaso te pedí ayuda, Atlas?— le espeté mientras me daba la vuelta para alejarme.
La punta de goma de mis zapatos viejos se enganchó en el suelo de baldosas y caí de cara al suelo, esparciendo mis libros y papeles por el suelo.
La risa de Atlas hizo que mis mejillas se sonrojaran mientras me levantaba, acomodando esta horrible falda del uniforme que probablemente le mostraba cada centímetro de mi trasero. Denny corrió hacia mí, ayudándome a recoger mis cosas que agarré rápidamente.
—¡Lo tengo!— mi voz sonaba como grava y mis ojos estaban oscuros como la noche.
—Harley—, advirtió Denny con su voz, lo cual ya sabía. Estaba viendo rojo y mi lobo estaba al frente.
—Vete, pajarita, antes de hacerte daño—, se rio Atlas mientras trataba de alejarme. Me giré para defenderme cuando Denny me tiró hacia adelante, negando con la cabeza.
—Estaré aquí esperándote después de tu próxima clase, lo prometo. Solo ve—, dijo, instándome suavemente.
Me sentí aliviada cuando ninguno de los gemelos tenía mi próxima clase.
Me gusta esta profesora, es interesante y me hace reír. Me sentí cómoda aquí, como si pudiera hacer esto después de todo. Nos dio permiso para ir a almorzar y, fiel a su palabra, Denny me estaba esperando esta vez.
—No le prestes atención a Atlas. Ambos están luchando por controlarse. Están a punto de convertirse en lobos la próxima semana... sabes lo emocional y difícil que es—, susurró la última parte, apretándome el corazón.
Lo recuerdo. Fue horrible y aterrador, y el dolor de la primera transformación es indescriptible.
Denny cambió los textos que necesitaba para mi próxima clase y caminó conmigo hacia la cafetería. Empaqué quesadillas de pollo y carne asada que había hecho anoche, junto con una ensalada. Le lancé su comida y nos sentamos en una silla. Sonreí cuando me lanzó una botella de agua. Nos acomodamos rápidamente, hablando y riendo de cualquier cosa hasta que se acercaron los gemelos, dejándose caer con los almuerzos empapados que compraron en la fila, murmurando y gruñendo entre dientes.
Pensé en lo que Den había dicho y desenvolví las dos quesadillas adicionales y el tazón de ensalada que había traído por si Denny no se llenaba. Deslicé una frente a cada uno de ellos sin interrumpir nuestra conversación sobre la patrulla fronteriza en la que estuvo la otra noche, cuando escuché un leve gemido de satisfacción mientras se zambullían en la comida. Saber que disfrutaban de mi cocina me daba muchas ganas de sonreír, pero logré contenerme.
La rubia del baño se acercó y se dejó caer nuevamente en el regazo de Atlas. Esta vez no pude evitar rodar los ojos mientras limpiaba el desorden y recogía los platos.
—Den, ¿puedes guardar esto en tu casillero sin olvidarlo o ponerlo en el mío, tal vez?— pregunté, parada con la bolsa de recipientes apilados.
—¿Por qué estas aquíí? ¿No tienes como diez años?— se río, lanzando su cabello hacia atrás.
Traté de decirme a mí misma que no debía involucrarme con ella. Porque sabía que solo quería provocarme. Pero no pude evitarlo.
—Espera, ¿no eres la chica que ofrece su cuerpo por una cirugía de nariz gratis? Diosa, eso es repugnante—, gruñí, alejándome de las miradas asesinas que me dirigía.
El resto del día, disfruté haberla derribado un escalón hasta que Denny me envió un mensaje diciéndome que agarrara los platos de su casillero. Él me esperaría en el estacionamiento, como yo había esperado, pensando que él los había olvidado.
Doblé la esquina a unos metros de su casillero cuando los sonidos húmedos y chillones llenaron el pasillo junto con gruñidos estridentes. Miré dentro del salón de clases de donde provenían los sonidos y vi a Atlas sujetando a la rubia sobre el escritorio del profesor. Su apuesto rostro estaba fruncido en concentración mientras embestía contra ella. Sus labios estaban ligeramente entreabiertos y el sudor brillaba en su pecho.
Retrocedí, agarrando los platos y corriendo como si el diablo me persiguiera antes de que alguien me viera aquí, antes de que Atlas me viera aquí.
La bilis subió por mi garganta como un volcán de feria científica mientras atravesaba la puerta doble que me llevaría al estacionamiento. Mi cuerpo se retorcía por sí solo mientras me aferraba a una columna de piedra y mi almuerzo se derramaba. ¿Cómo podía sentir tanta repulsión e intriga al mismo tiempo por los dos?
—Harley, ¿estas bien?— Denny agarró mis hombros, mirándome.
—¡Vámonos!— Lo tomé de la mano temblorosa y corrí hacia su auto. Él me abrió la puerta y me encogí en el asiento mientras el pelaje comenzaba a brotar de mi piel, mis garras se alargaban como lanzas mortales y un gemido se escapaba de mí mientras mi lobo luchaba por mantener el control.