CAPÍTULO OCHO
Era una lluviosa tarde de martes en el norte de Londres. Trudy estaba sentada en su mesa habitual en su bar de vinos local. Tenía una botella y dos vasos delante de ella; esperaba pacientemente a Lucy. Miró hacia la entrada, pero su amiga aún no había llegado. Todo lo que vio fueron gotas de lluvia gigantes rodando por la puerta de cristal.
“¿Dónde está?”, se preguntó. Estaba impaciente por que Lucy apareciera; quería compartir sus noticias. Anoche había pasado la noche en casa de Justin, por primera vez.
Finalmente, los rayos de los faros cruzaron la ventana. Se asomó cuando un Uber se detuvo en la calle desierta. Vio cómo se encendía la luz interior y cómo Lucy pagaba al conductor. Entonces se abrió la puerta del coche y, con el cuello levantado, su amiga entró corriendo
