GREYSON
Podría haber jurado que mis días de besuquearme en los armarios de los abrigos habían quedado muy, muy atrás, pero me alegro muchísimo de haberme equivocado.
Si fuera otra persona que no fuera Ashley la que me acaricia el labio superior con su lengua y me chupa con avidez el labio inferior, podría parecer que volvía a comportarme como un adolescente. Pero no hay nada de adolescente en el cuerpo que se frota contra el mío. Las tetas de Ashley son grandes y alegres y llenan mis manos en el momento justo en que las acaricio, sintiendo cada curva perfecta y acariciando sus pezones a través de su vestido.
Dios, esta mujer. Es lo suficientemente inteligente como para haber creado un negocio exitoso, pero tiene más atractivo s****l del que las corporaciones estadounidenses pueden manejar. La deseo. Con muchas ganas. Y la forma en que frota sus caderas contra el borde de mis pantalones parece una buena señal de que ella también me desea.
Estoy tan nervioso, el celibato puede tener ese efecto que no puedo pensar más allá de este momento.
No me permitiré pensar en las posibles repercusiones ahora mismo, porque estoy seguro de que hay muchas. Este momento se siente tan bien, y no voy a detenerme. No cuando ella me está besando con entusiasmo y moviendo sus caderas contra mi pene duro.
Mierda. Está poniendo a prueba mis límites.
Con mi boca aun firmemente presionada contra la suya, dejo que una mano se deslice desde sus pechos hasta la abertura de su vestido, probando sus límites. Ella no detiene mi mano. En cambio, echa la cabeza hacia atrás, sus ondas oscuras se derraman por su espalda mientras mi boca desciende hasta su cuello.
—¿Está bien? — abro la abertura de su vestido y paso mis dedos por la parte interna de su muslo.
Ella se estremece y un gemido de necesidad brota de sus labios.
—Si, Dios, sí. Por favor—
Con su permiso, recorro su muslo con los dedos y encuentro un trozo de tela sedosa y húmeda entre sus piernas. Se me escapa un gemido de aprobación al darme cuenta de que ya está mojada para mí. paso mi dedo medio por la seda y luego lo retorcí para apartarlo. Los jadeos entrecortados de Ashley hacen que mi polla, que ya estaba dura, se pusiera completamente rígida.
No puedo esperar más. Necesito saber cómo se siente.
Sin perder el tiempo, presionó suavemente dos dedos profundamente en su humedad, una entrada que es recibida con un jadeo de sorpresa y mucho corcoveo por parte de Ashley.
—Mierda— murmuro cuando siento lo apretada que esta.
—Que bien se siente— dice entrecortadamente mientras me agarra los hombros. Sus dedos se clavan en mis músculos y me agarran con firmeza.
Me gusta que ella cuente conmigo para mantenerla de pie. Podría acostumbrarme a este lado de nuestro acuerdo comercial.
Lentamente, saco mis dedos y le doy unos suaves toquecitos a su clítoris con mi pulgar. Ella gime en repuesta y tengo la suerte de captar su mirada por un segundo. Incluso en este armario oscuro, sus ojos azules brillan por completo.
Cuando empiezo a tocarla de nuevo, se balancea contra mi mano y sus ojos se cierran de golpe. Después de unas cuantas embestidas, encuentra mi ritmo y comienza a inclinar sus caderas contra mis dedos al ritmo de mi movimiento, dejando que mis dedos toquen su punto más profundo y suave dentro de ella. Es suficiente para hacernos gemir a los dos. Mi pulgar encuentra su clítoris de nuevo y todo su cuerpo se tensa alrededor de mis dedos. Esta cerca y, de repente, pierdo toda esperanza de mantener las cosas en silencio. No hay nada que desee más que escucharla gemir, empaparme de la expresión de felicidad en su rostro mientras llega al clímax.
—Adelante, cara de ángel— susurro, mordisqueándole la oreja.
—Córrete para mí, Ashley—
Mis palabras la llevan al límite. Enrosco mis dedos dentro de ella y su mandíbula se abre de par en par, un gemido entrecortado sale de ella mientras se deshace. Aprieta los ojos con fuerza, tratando de mantener la compostura, pero sus músculos se tensan y pulsan hasta que finalmente deja escapar un suave suspiro.
Hace muchísimo calor.
Ni siquiera me preocupa que alguien escuche los gemidos de Ashley. Que los escuchen. Usaría el orgasmo de Ashley como una medalla de honor, si tuviera la oportunidad.
Bueno, me retracto. No en estas circunstancias, pero si en un contexto menos profesional. Sin duda.
Una vez que saco mis dedos de ella, Ashley suelta mis hombros y recupera el equilibrio. Puede que esté oscuro, pero aún puedo ver la nueva mancha rosada de sus mejillas. Combina bien con el brillo que le da el orgasmo.
—Wow— susurra mientras una mano agarra su nuca y luego flota hacia abajo para que sus dedos puedan entrelazarse con los míos. —Yo, um, yo…creo que es el mejor orgasmo de mi vida—
No hay forma de tener la sonrisa orgullosa que se extiende por mi rostro. No es la primera vez que recibo ese cumplido, pero de alguna manera, significa más que venga de ella. Y he pasado tanto tiempo desde que compartí placer como este con una mujer. Es bueno saber que no he perdido mi toque.
En el silencio momentáneo que se produce entre nosotros, apenas puedo oír a la banda anunciar que esta será la última canción de la noche. Mierda. Hemos estado fuera mucho más tiempo del que pensaba.
—Deberíamos volver— decimos ambos casi al unisonó, y luego nos reímos. Nos conocemos desde hace menos de una semana y, al parecer ya podemos leer la mente del otro.
Después de alisarnos la ropa y recuperarnos, Ashley me mira y su mirada se dirige al frente de mis pantalones, que todavía tienen un bulto evidente.
Sus labios se abren. —¿Estás seguro de que vas a estar bien? —
Inspiro profundamente y asiento. La preocupación que se refleja en sus ojos mientras me observa esa a la vez adorable y divertida. Parece realmente preocupada.
—Estaré bien— probablemente tendré que masturbarme dos veces más tarde solo para poder, dormir, pero viviré.
Después de acomodarme discretamente, abro la puerta. No hay moros en la costa y, momentos después, caminamos por el pasillo del hotel, charlando como si nada fuera de lo normal hubiera sucedido.
—Pero “fuera de lo normal” es la frase que usaría para describir lo que acaba de pasar entre nosotros dos. A menos que le agregues algo extra antes. Porque, maldita sea, Ashley es extraordinaria en todos los sentidos posibles.
De regreso al vestíbulo del hotel, nos toma una milésima de segundo ver a la abuela de Ashley. Es una de las pocas personas que quedan en la pista de baile. Bueno, ella y el director ejecutivo de Byron County whiskey. Todavía no puedo creer que este bailando con él.
Cuando termina la canción, la banda le hace un gesto a la abuela y los pocos asistentes que quedan en el vestíbulo aplauden. Supongo que su baile ha captado la atención de todos. incluso los encargados del catering dejan sus bandejas y aplauden. Los aplausos se apagan y, después de una cortés reverencia, la abuela le da la mano a su pareja de baile antes de regresar hacia nosotros.
—¡Te perdiste algunas canciones buenísimas! — Exclama la abuela, poniéndose una mano en el corazón mientras recupera el aliento.
—¿Qué estaban haciendo ustedes dos? —
—Solo cosas de trabajo— dice Ashley rápidamente antes que yo tenga oportunidad de decir algo.
Asiento con la cabeza en señal de acuerdo, intentando contener la risa que se acumula en mi pecho. Cosas del trabajo, ¿eh? ¿Eso es lo que es? porque, maldita sea, me convertiré en un adicto al trabajo de inmediato.
La abuela debe conocer bastante bien a Ashley, porque la sonrisa traviesa en su rostro indica que puede ver a través de esa mentira.
—¿Cosas de trabajo? ¿En una fiesta como esta? — Ella se ríe. —Lo que tu digas cariño—
Ashley se sonroja de nuevo, pero la abuela no se da cuenta. ella ya ha dirigido su atención a mí.
—Entonces, señor Greyson— dice la abuela, colocando las manos firmemente sobre las caderas y con voz repentinamente severa.
—Mi nieta no deja de acosarme con toda esa jerga empresarial. Necesito su opinión profesional. ¿Cree que trabaja demasiado? —
Ashley gruñe, pero no puedo evitar reír.
—Bueno, no conozco a su nieta tanto como usted. Pero puedo decirle que su arduo trabajo la ha llevado bastante lejos. La asociación que estamos construyendo entre nuestras dos empresas es, a falta de una mejor expresión, algo muy importante—
Hago una pausa para evaluar la reacción escéptica de la abuela. Supongo que las abuelas no se les convence fácilmente con las cosas corporativas. Al menos, a esta no.
—¿Qué tal si le hago un trato aún más grande? — digo, y la abuela frunce las cejas, instándome a continuar. —Si esta dispuesta a escuchar la jerga empresarial antes mencionada, yo estoy dispuesto a asegurarme de que su nieta se relaje un poco y se divierta mientras trabajamos. ¿Te parece justo? —
Una enorme risa llena de dientes se dibuja en el rostro de la abuela. Pone su mano suave y pálida en la mía, áspera y llena de callos, y nos la estrechamos. —Tenemos un trato— se ríe, luego se vuelve hacia Ashley y agrega. —Sabía que me gustaría este—
Nos despedimos y Ashley me agradece efusivamente por la invitación, el coche y “todo lo demás”
No hace falta ser un genio para descifrar a que se refiere. Cuando mi teléfono vibra con un mensaje de texto del conductor diciendo que su auto está listo afuera, las acompaño hasta la salida, dejando que la abuela me agarre del brazo para mantener el equilibrio mientras baja las escaleras empinadas del hotel y se sienta en el asiento trasero.
—Ha sido un placer, señor Boyle— Ashley se endereza y me tiende la mano.
Volvemos al modo de negocios, lo cual es lo mejor, con toda la gente alrededor. Aún así, cada hueso de mi cuerpo quiere atraerla hacia mí y besarla, enredar mis manos en su cabello oscuro y sedoso y saborearla por segunda vez esta noche. Pero eso es solo mi cuerpo hablando. En este momento, necesito escuchar las partes de mi cuerpo por encima de mi cintura. Donde sea que almacene mi sentido común, sé que no es en mi pene.
Así que será un apretón de manos.
—Envíame un mensaje de texto cuando llegues a casa para saber que estas a salvo— le grito mientras se desliza hacia el auto, esperando que ella sepa. Lo que quiero decir realmente. “Envíame un mensaje cuando llegues a casa, porque estarás en mi mente toda la maldita noche”
El coche se pone en marcha y vuelvo al hotel para asegurarme de haberme despedido de todos los que me correspondían. Supongo que habrá unos cuantos inversores o socios corporativos por aquí, pero en su lugar encuentro a Bob en medio del vestíbulo, dándole propinas a la banda mientras cargan en material. Aparte de unos cuantos empleados del catering que todavía están limpiando, el lugar parece un pueblo fantasma.
—Fue una velada muy exitosa, ¿eh? — le grito desde el otro lado del vestíbulo, para llamar la atención de mi mejor amigo. Esperaba un “claro que si” o algo similar, pero cuando se da la vuelta hacia mí, Bob tiene una mirada de completa sorpresa en su rostro.
—Amigo, ¿Dónde diablos has estado? Creo que te vi durante diez segundos esta noche—
La culpa me revuelve el estómago. No es que no haya hablado con mucho de nuestros compañeros a primera hora de la tarde, pero una vez que llegó Ashley, toda mi atención se centró en ella. Pero Bob se pondrá a llorar si sabe eso.
—Oh, lo siento— le sonrió. —¿Pase demasiado tiempo con nuestros inversores y no el suficiente con mi mejor amigo, a quien veo todos los días? —
Bob pone los ojos en blanco y se ríe, indicando que me he librado de estar desaparecido.
—¿Sabes si Ashley de Que Bonita Sorpresa apareció alguna vez? — pregunta
Es una pregunta inocente, pero eso no impide que. mi ritmo cardiaco se acelere. Frunzo el ceño, tratando de parecer que tengo que pensar si la vi o no, luego chasqueo los dedos al darme cuenta.
—Si, la vi. Charlamos unos minutos. Parecía bastante impresionada. Lo siento, amigo debería haberla enviado hacia ti ya que ustedes dos aún no se conocen—
—No es gran cosas con las presentaciones. La veré en otra ocasión. Me alegro de que se haya divertido—
Mi memoria me trae de vuelta esa mirada en su rostro, la forma en que temblaba sobre mis dedos mientras ella disfrutaba de la ola de su orgasmo. El mejor orgasmo de su vida. según ella. sin tan solo Bob supiera exactamente cuándo disfrute a nuestra potencial socia comercial.
Pero él no puede saberlo. Al igual que no puede saber que esta noche me desentendí de mis obligaciones como cofundador de nuestra empresa.
Hace un poco de frío porque se ha puesto el sol y mi apartamento no está a poca distancia a pie de aquí, a diferencia de la oficina. Hay algo en el hecho de llevar esmoquin en el metro que me parece mal, así que llamo un coche para que me lleve a casa. Cuando me deslizo en el asiento trasero, respondo concisamente al conductor a sus habituales preguntas de conversación informal. Capta la indirecta tan pronto como me doy cuenta de que no estoy de humor para charlar esta noche, tengo demasiadas cosas en la cabeza que tengo que ordenar y casi todas tienen que ser con Ashley.
Ambos dijimos que mantendríamos la profesionalidad y ambos nos faltamos a nuestra palabra. ¿y ahora que? No voy a permitir que mi desempeño laboral se vea afectado por no poder cumplir con mi palabra.
Pero ahora también tengo otra promesa que cumplir. Le dije a la abuela que ayudaría a Ashley a relajarse y divertirse un poco mientras trabaja.
Mierda. Necesito pensar las cosas bien antes de abrir la maldita boca para hacer una promesa. Especialmente cuando estas dos corren el riesgo de contradecirse directamente. ¿Mantenerlo profesional mientras lo hago divertido? ¿Cómo puedo mantenerlo en mis pantalones?
Mi teléfono vibra dos veces con mensajes de texto consecutivos. Leo el primero.
ASHLEY: ¡Llegué sana y salva a casa! Gracias por mostrarme el hotel. XO
Mi pene se sacude contra la cremallera en respuesta. Dios mio. Esta noche ha sido una tortura. El segundo mensaje es mucho más profesional.
ASHLEY: ¿Cuándo te gustaría que nos volviéramos a reunir para discutir nuestro presupuesto y las ganancias potenciales para el lanzamiento de mi producto?
Un poco de trabajo, un poco de diversión. Esta mujer es salvaje, pero es un equilibrio que puedo mantener, siempre y cuando me concentre más en la parte laboral, lo que significa no responder a ese primer mensaje de texto.
Le respondo con una oferta para reunirnos mañana, y como estoy sugiriendo trabajar un fin de semana, le digo que nos encontraremos en Dulzura Polar en el centro.
¿Por qué no hay nada más divertido y profesional que hablar de finanzas mientras comemos helado?